Blogia

afm

Currículum Oculto: Los mensajes no visibles del conocimiento educativo

CURRICULUM OCULTO: LOS MENSAJES NO VISIBLES DEL CONOCIMIENTO EDUCATIVO
Francisco Cisterna Cabrera
Universidad Católica de la Santísima Concepción, Chile.
1. INTRODUCCIÓN
El término "curriculum oculto" se oficializa en el discurso educativo en la década de 1960, a partir de los trabajos empíricos desarrollados por el pedagogo estadounidense Philip W. Jackson, quien, al analizar los resultados de sus investigaciones etnográficas en centros estudiantiles, pone al descubierto para la teoría educativa y curricular, un conjunto de fenómenos educativos que tienen como característica especial el ser implícito y desarrollarse simultáneamente con los procesos abiertos de escolarización.
Este conjunto de fenómenos es lo que Jackson denominará con el nombre de "curriculum oculto", el que se revela como un importante hecho del sistema escolar, desarrollado paralela y simultáneamente al curriculum oficial o abierto. Su importancia esencial reside en su interpelación a lo más profundo de la vida en la escuela, que representa de este modo, una de las claves para el verdadero entendimiento de los hechos que allí ocurren, al involucrar aspectos que se relacionan con la selección de los contenidos de enseñanza, el aprendizaje de los/as estudiantes, la asimilación de las normas que rigen una comunidad escolar, las acciones de los maestros y la internalización de la cultura de la sociedad en que se enmarca el centro escolar.
El trabajo de Jackson está centrado fundamentalmente en el estudio del curriculum como factor básico de la socialización que los centros escolares llevan a cabo en el proceso de transmisión del conocimiento escolar. Por ello, todo su análisis se articula, entre otros aspectos, en los siguientes propósitos: describir estos procesos, determinar su profundidad para cada escolar y para el conjunto de la comunidad estudiantil, establecer las relaciones de poder y jerarquía que surgen y se expresan en el contexto tanto del aula como del patio de la escuela, señalar los diferentes tipos de relaciones que se establecen con los maestros, tanto a nivel formal como informal, e indicar la pautas y caminos de adaptación del escolar a la vida social.
Este fenómeno del curriculum oculto se ha visto posteriormente enriquecido por las múltiples investigaciones empíricas que en diversos lugares del mundo se han realizado sobre este objeto de estudio, y por las correspondientes reflexiones teóricas que han acompañado, y muchas veces anticipado dichas investigaciones.
En esta línea tenemos los trabajos del autor brasileño Tomaz Tadeu Da Silva, quien reconoce que en el estudio del curriculum oculto como fenómeno educativo, se distinguen claramente dos posiciones fundamentales. Las primeras, provenientes de los curriculistas que, ubicados en una posición que él considera "funcionalista", ven el aspecto instrumental que el curriculum oculto puede desempeñar en el sistema global que contextualiza cada sistema escolar, principalmente en cuanto a su potencial rol como adaptador del sujeto a la vida institucional del centro escolar, y con ello, la socialización de los individuos, ubica en esta corriente, entre otros, a todos aquellos pedagogos ligados a la corriente de la tecnología educativa. Las segundas, aquellas pertenecientes a una línea radicalmente distinta a la anterior, informadas más bien por una opción develamiento del curriculum oculto como un posible mecanismo efectivo que posee un determinado sistema socio-cultural para reproducir el sistema de valores imperantes. Similar posición teórica encontramos en Jurjo Torres, uno de los autores contemporáneos que se ha convertido en una obligada fuente de referencia en el estudio de estos sistemas de mensajes implícitos.
En este trabajo procederemos a analizar el fenómeno del curriculum oculto desde dos grandes vertientes de la teoría educativa: la primera, que identificaremos como "teoría clásica del curriculum y la educación", y la segunda, que reconoceremos como las "teoría crítica del curriculum y la sociedad".
Para efectos de la exposición, en primer lugar, expondremos ordenadamente cada una de las sub-vertientes de las teorías clásicas, haremos una breve caracterización de cada una de ellas y explicaremos qué connotación le otorgan a este fenómeno del curriculum oculto. En segundo lugar, desarrollaremos algunos elementos fundamentales de las teorías críticas, sobre todo en la perspectiva de identificar las relaciones que desde ellas se establecen entre escuela y sociedad, y entre curriculum oculto e ideología.
2. EL CURRICULUM OCULTO EN LOS ENFOQUES CLASICOS DE LA EDUCACIÓN Y EL CURRICULUM
Para analizar estas vertientes teórico-prácticas, recurriremos a la obra que, en nuestra opinión, mejor y más claramente sistematiza el tema: es aquélla publicada, en la década de 1970 por los estadounidenses Elliot Eisner y Elizabeth Vallance, con el título de "Conflicting conceptions of curriculum".
En esta obra, Eisner y Vallance sistematizan las diferentes corrientes y tendencias imperantes en la teoría curricular moderna e identifican cinco grandes enfoques educativos y curriculares: el Racionalismo Académico, la Tecnología Educativa, el Enfoque Cognitivo, la Educación Personalizada y el Reconstruccionismo Social. En opinión de estos autores, la pedagogía moderna, tanto a nivel teórico como práctico, ha pasado, de una u otra forma, por el filtro de estas cinco grandes miradas.
A continuación caracterizamos brevemente cada uno de estos enfoques y analizamos la idea y connotación que en ellos tiene el fenómeno del curriculum oculto.
1. El curriculum oculto en el Racionalismo Académico
Este enfoque curricular también ha sido llamado "Curriculum Esencialista" o "Curriculum centrado en las disciplinas de estudio".
Para Eisner y Vallance finalmente, las características que más identifican este enfoque se centran en las siguientes: en primer lugar, se ve como la más tradicional de las cinco orientaciones; el propósito declarado que se autoatribuye es el de preparar y facilitar a los jóvenes la adquisición de los instrumentos para participar de la cultura occidental, y con ello proveerse de las grandes ideas y objetos que el hombre ha creado. Esto implica que la función central de la escuela está centrada en la transmisión de la cultura en su sentido más puro, es decir, en la herencia que los hombres y civilizaciones mas brillantes han legado a la historia universal, fundamentalmente a partir de las antiguas civilizaciones, entre ellas, la griega, considerada como la más importante. La fortaleza de este enfoque curricular es la relevancia de las disciplinas, por lo que su sello es la preeminencia en la orientación hacia la estructura del conocimiento. Entre sus principales representantes modernos destacan J. Schwab y R. Bridgham, que son los que han refortalecido la visión tradicional del Racionalismo Académico y quienes ha examinado la lógica y la estructura básica que divide a las disciplinas
En el desarrollo histórico de este enfoque curricular el antecedente más importante y directo es el pedagogo alemán Juan Francisco Herbart (1776-1841), profesor de filosofía de la Universidad de Königsberg. Para Herbart, la razón y el conocimiento de las grandes herencias de la cultura universal es lo que permite al hombre desarrollarse integralmente, tanto en su sentido intelectual, como moral, para lo cual es necesaria la razón disciplinada en el método científico y la integración de los conocimientos en diferentes disciplinas, lo que se produce en forma espontánea en la mente de todos los hombres, puesto que el hilo conductor del proceso es la suprema razón humana. En la concepción herbatiana del hombre, éste es concebido como un ser racional, cuya función básica es el conocimiento, que es la función lógica del mundo y que se adquiere mediante la experiencia guiada en base a los sentidos.
En el curriculum nacido a partir de Herbart, la función legítima de la escuela es la transmisión de la cultura universal. Lo que prioritariamente importa son los qué, es decir, los contenidos culturalmente sistematizados, los conocimientos organizados en torno a las disciplinas definidas en el plan de estudios que en la operacionalización curricular toman el nombre de "ramos" o "asignaturas". De esta forma queda claro que este tipo de enfoque curricular tiene como propósito central entrenar al estudiante en el uso de las ideas y procesos más beneficiosos para estudiar los problemas de la cultura occidental, capacitándolo así para que, cuando sea posible, pueda agregar a ella sus propios logros, obtenidos a través del esfuerzo personal. Los estudiantes deben aprender a cultivar su razón y a controlar sus impulsos.
En el Racionalismo Académico, en síntesis, lo que interesa es la optimización del curriculum como instrumento para el desarrollo de la mayor cantidad de contenidos que, a través de los planes y programas de estudio, han sido dignos de ser seleccionados como los más importantes en la labor de formar a las jóvenes generaciones.
En esta perspectiva academicista, no se reconoce la existencia de curriculum oculto, porque se piensa que sólo se entrega a los/as alumnos/as ciencia objetiva, y así mismo, se plantea que la institución escolar tiene ya asignado su rol como retransmisora de aquello que ha sido considerado digno de enseñar a las jóvenes generaciones y la inquietud por los aspectos subyacentes que se transmiten en el discurso escolar oficial no reviste trascendencia, porque no hay espacios para su cuestionamiento ideológico.
Los conocimientos están dados y así han sido seleccionados por los expertos, y quien no los desarrolle de esa forma, corre el riesgo de quedar fuera del sistema.
2. El curriculum oculto en la Tecnología de la Educación
En la distinción que hacen Eisner y Vallance, este enfoque puede distinguirse esencialmente a partir de los siguientes elementos caracterizadores: es una visión curricular centrada en procesos, que conciernen más al cómo que al qué de la educación; está orientada centralmente al hallazgo de los medios más convenientes para alcanzar fines predefinidos, ya sea por el curriculum oficial nacional, o por el centro escolar. El curriculum como tecnología difiere del cognitivo en relación con el foco de atención, en el sentido de que en el cognitivo todo conocimiento es ya aprendizaje, pero en la tecnología el conocimiento es comunicado y el aprendizaje es facilitado.
Se desarrolla así, una tecnología por medio de la instrucción, donde el foco está menos en el aprendizaje y más en la relación que hay entre el material práctico para superar el problema de la eficiencia, organización y presentación de los medios educativos. Existe una pretensión de reclamar un sistema libre de valores subjetivistas que, en el fondo, significa la aspiración a un enfoque que presenta como objetivo y neutro valóricamente. El lenguaje del curriculum tecnológico está enmarcado en la búsqueda de la eficiencia en pos de alcanzar un determinado producto (sistema proceso-producto), dentro de su vocabulario habitual es común encontrar términos como input, output, entradas de conducta, modelos cibernéticos, mecanismos biofeedback, estímulo y reforzamiento y sistema de "producción de aprendizajes. El curriculum es visto como un proceso tecnológico, como un medio de producción que busca fines, un modelo educacional industrial..
Dentro del desarrollo de la teoría curricular moderna hay consenso en reconocer que los orígenes formales del enfoque tecnológico, también denominado "tecnología educativa", se encuentran en la obra de Ralp W. Tyler "Principios básicos del curriculum y del aprendizaje".
En Tyler encontramos los términos precisos hacia los cuales deben orientarse el curriculum y la educación en general Tyler, desde un principio, determina claramente cuales han de ser los elementos guiadores de la planificación curricular y cuáles han de ser las cuestiones guiadoras que el desarrollo de esa planificación ha de cumplir. Se reconoce que es un modelo educativo orientado a los medios y no a los fines de la enseñanza, importa el cómo, más que el qué enseñar.
Desde el modelo tyleriano han surgido las nociones fundamentales de aquellos estilos didácticos y curriculares que, agrupados como "tecnología educativa", se han expresado en modelos como la "enseñanza programada", los "diseños instruccionales" y las nociones de "sistemas planificados de enseñanza". También dentro de este enfoque curricular se plantea y adquiere universalidad la conocida "Taxonomía de los objetivos de aprendizaje" de Benjamin Bloom.
Otra importante representante del curriculum tecnológico es la argentina Hilda Taba, quien llega a desarrollar el modelo tyleriano a través de pasos muy concretos para la planificación y desarrollo curricular, proceso que denomina "orden de la elaboración curricular". Para Taba esto supone partir de que ese orden no sólo es posible, sino además deseable, pues contribuye a hacer más científico y riguroso el trabajo del profesor y delimita claramente cuáles son los propósitos de la ación educativa y los modos de medir si se han logrado o no dichos propósitos.
A partir del descubrimiento y explicitación del fenómeno del curriculum oculto, el sistema educacional adquiere conciencia sobre el conjunto de operaciones simbólicas que ocurren en las escuelas de modo simultáneo al proceso formal y explícito de la enseñanza. Desde un punto de vista del enfoque de curriculum como "tecnología educativa" lo que desde entonces se trata de hacer se enmarca en dos propósitos esenciales: utilizar esta vía como otro recurso para el logro de los objetivos propuestos en la planificación de la enseñanza por la institución escolar, y servirse de este medio para socializar al alumno en todos aquellos valores que se consideran deseables de aprender e incorporar y que forman parte del proyecto educativo y curricular del centro. En este sentido, el curriculum oculto como fenómeno es utilizado instrumentalmente.
Constatamos que no hay un interés por desvelar los aspectos ideológicos que la transmisión de mensajes implícitos puede portar, ya que la educación es vista como algo neutral, apolítico. Los centros escolares aparecen como instituciones ajenas no inmersas en situaciones de conflicto ideológico. La misión de los educadores está centrada sólo en buscar las mejores estrategias para alcanzar con eficacia y eficiencia los objetivos determinados por el sistema, ya sea el macro-sistema o el micro-sistema a través de su proyecto de centro. En este sentido el rol del profesor se reduce a una labor de corte más bien técnico que profesional.
3. El curriculum oculto en el Enfoque Cognitivo
El desarrollo de este enfoque curricular está fuertemente relacionado con un hecho fundamental dentro de la pedagogía: la creciente importancia que va adquiriendo la idea de poner a los/as estudiantes como centro del quehacer escolar, y consecuentemente con ella, la relevancia del concepto de experiencia de aprendizaje, sobre el de la mera instrucción.
Eisner y Vallance sistematizan estas características en los siguientes elementos: se refiere al refinamiento de los procesos intelectuales, que apuntan al desarrollo de una especie de tecnología de la mente, lo que llega de esta forma a constituirse en el problema central del curriculum; el desarrollo de los procesos intelectuales y el desarrollo de los procesos cognitivos pueden ser aplicados al aprendizaje de cualquier cosa. Estos procesos pueden ser orientados en dos sentidos: la identificación los objetivos de la escuela como proveedora del repertorio esencial de contenidos independientes de procesos cognitivos aplicados a una variedad de situaciones, y la interacción entre el aprendizaje y el conocimiento escolar.
En este sentido, la educación se refiere a la dinámica del aprendizaje y como tal implica una conceptualización de la escuela de tipo necesariamente abierto y dirigida en la orientación del crecimiento; no es la cantidad de contenido específico lo que determina o no el desarrollo de los procesos cognitivos, los que tampoco dependen de los objetivos determinados, sino más bien la forma correcta en que se utilicen las herramientas intelectuales, pues es esto último lo que puede asegurar el crecimiento indefinido de esos procesos cognitivos. El problema del educador y del especialista curricular es pues, la identificación de los más importantes y eficientes procesos intelectuales a través de los cuales el aprendizaje ocurre y proveer de este conjunto y estructura para su desarrollo. De esta manera la educación es vista como un importante mecanismo facultador de destrezas intelectuales específicas que son instrumentos garantizadores para la adaptación y la formación de futuras situaciones. El enfoque cognitivo es esencialmente una orientación curricular centrada en el niño y referida a los procesos de aprendizaje sobre el contexto social en los cuales ocurren.
Los procesos internos del niño están prioritariamente sobre los procesos sociales, referidos éstos al contexto general en que ocurren; el desarrollo de los procesos intelectuales apunta a proveer al estudiante de una autonomía intelectual que le permita tomar posesión sobre la selección e interpretación de las situaciones encontradas más allá del contexto escolar. Los escritos educacionales que abrazan procesos cognitivos reconocen que la escuela tiene efectos que van más allá del desarrollo intelectual, aseverando que la característica que concierne a este curriculum es el estilo de desarrollo de las habilidades cognitivas, habilidades que presumiblemente son transferidas por medio de una variedad de situaciones que ocurren fuera de la escuela.
Otras opiniones complementarias a esta caracterización anterior son las que surgen de uno de los más estudiados autores del siglo XX en materia de epistemología y psicología, el suizo Jean Piaget.
El curriculum cognitivo puede sintetizarse por tanto en un enfoque que coloca como centro de su preocupación el desarrollo de los procesos de aprendizaje del educando, adaptando el quehacer del centro educativo a estos propósitos y dirigiendo todas las aciones escolares hacia el logro de la autonomía intelectual de cada sujeto, ya que, más allá de los propios contenidos del aprendizaje, lo que de verdad importa es la capacidad para generar el aprendizaje en sí mismo.
Aunque puede reconocerse la existencia del curriculum oculto como tal, éste no es un concepto que presente gran desarrollo teórico en este enfoque, dado que el objetivo central de la planificación del trabajo escolar está centrado en la planificación de acciones educativas que despierten motivaciones en el niño, que provoquen situaciones de interés.
El propósito esencial está en los procedimientos por los cuales se generan aprendizajes, a partir del reconocimiento del desarrollo psico-biológico del educando, más allá de qué es lo que se está enseñando.
4. El curriculum oculto en la Educación Personalizada
Este enfoque curricular, que en la traducción original de texto sería "Educación como Experiencia Consumada", es asimilado a lo que comúnmente en nuestra lengua castellana conocemos bajo el nombre de "Educación Personalizada".
Como en epígrafes anteriores, partimos del esquema definido por Eisner y Vallance, y destacamos las siguientes características: es un enfoque fuerte y deliberadamente saturado de valores, que se refiere al desarrollo de los propósitos personales y sus necesidades para la integración personal. Desde este punto de vista, la función del curriculum es proveer de satisfacciones personales, en las que se consuman experiencias para cada aprendizaje individual; está centrado en el educando, orientado al logro de la autonomía y el crecimiento.
La educación es vista como un proceso facilitador que podría proveer de medios para la liberación y el desarrollo personal. Esta conceptualización educativa como fuerza liberadora es un medio que ayuda al descubrimiento individual del pensamiento para ayudarse a sí mismo. La escuela es vista de una forma vital y potencialmente enriquecedora de experiencias por derecho propio, los contenidos son el foco que mejor concierne a la presencia de la experiencia. Este enfoque afecta un proceso mediado por dos direcciones o sentidos: por una parte se preocupa de responder cómo debe ser organizado el curriculum y por otra, formula los objetivos de la educación en términos de un proceso personal dinámico, enfatiza el crecimiento personal y la consumación de la experiencia en sí misma. Esto implica una visión que contiene dentro de sí elementos de reforma y cambio en las funciones tradicionales de la escuela, ya que lleva a la necesidad de romper ataduras. Es un reconstruccionismo en un sentido muy personalizado.
Otras características se expresan en que es un enfoque curricular que pretende desarrollar la vida del niño, lo que demanda una gran labor, minuciosa, rigurosa y extensa, tanto de la escuela en tanto institución, como de los maestros, responsables de dirigir el desarrollo del curriculum en las aulas, el contenido es visto como un fin en sí mismo y la idea de que como un estado en los procesos de vida la educación debe conciliar los contenidos y los instrumentos para el descubrimiento de sí mismo de cada educando. Todo ello ha llevado a que sea un enfoque curricular cargado de valores humanistas y filosóficos impregnados por un sentido de búsqueda de la plenitud y el desarrollo personal.
En la teoría curricular moderna, la Educación Personalizada ha ido ocupando un importante espacio en las propuestas innovadoras de la segunda mitad del siglo XX. Entre los más importantes representantes de la educación personalizada podemos destacar a Pierre Fauré, Carl Rogers y Víctor García Hoz .
Elementos esenciales que se deben tener en cuenta en el desarrollo del curriculum bajo el enfoque de la educación personalizada, son el principio de singularidad, que consiste en hacer al sujeto consciente de sus propias posibilidades y de sus propias limitaciones, cualitativa y cuantitativamente poniendo su sello personal en todo lo que hace; la autonomía, que es la propia libertad conquistada, por cada uno en un ejercicio responsable de elecciones.
La libertad de la persona es la libertad de descubrir por sí misma su vocación y de adoptar libremente los medios de realizarla, por lo cual es un compromiso. La máxima expresión de autonomía es la capacidad de gobierno por sí mismo, la capacidad de ser ley de si mismo, la posesión y uso efectivo de la libertad y la apertura, que es una capacidad humana que surge de la necesidad de contacto con otros seres humanos, es decir, la capacidad de aprender a relacionarse, comunicarse, darse cuenta de los demás, interesarse por lo que otros piensan o hacen, colaborar y compartir responsabilidades.
Para Carl Rogers la Educación Personalizada es efectivamente una vía para el logro de la consumación de la experiencia personal, por cuanto propende a generar en los centros educativos las condiciones propicias para que todo alumno llegue a vivir una vida escolar en la que sienta que no sólo está aprendiendo los contenidos definidos por el curriculum oficial, sino además en el desarrollo de su capacidad creadora están las claves para su propio desarrollo como individuo pleno y libre, y con capacidad de autodeterminación y gobierno sobre sus actos y sobre sus responsabilidades.
En cuanto curriculum oculto, se reconoce su existencia en tanto hecho real de la acción pedagógica, pero en términos funcionales, como otra vía para desarrollar el trabajo planificado por el centro educativo, fundamentalmente en lo que se refiere a los valores y a los hábitos: frente al estudio, sobre los lazos de compañerismo entre los miembros del grupo, la responsabilidad frente a las tareas escolares, el desarrollo de la singularidad y autonomía personal, la apertura frente a la realidad externa.
Al igual que en los enfoques anteriores, no existe una preocupación importante por desentrañar los aspectos ideológicos que la realidad del curriculum oculto representa. Los mensajes implícitos deberían, en esta corriente pedagógica, tender a reforzar el trabajo explícito que la institución escolar realiza.
5. El curriculum oculto en el Reconstruccionismo Social
Es un enfoque curricular que se caracteriza esencialmente por re-situar la labor pedagógica dentro del contexto socio-histórico en que existe y cobra sentido, donde la educación es vista como educación para la vida, el aquí y el ahora.
Eisner y Vallance con respecto a la cuarta corriente curricular que identifican, la caracterizan en las siguientes ideas centrales: el énfasis se articula en el rol de la educación y en el contenido del curriculum dentro del amplio contexto social, que favorece las necesidades sociales por sobre las necesidades individuales; los objetivos de la educación deben dirigirse hacia la experiencia total de los educandos, donde el curriculum está diseñado para atender a las realidades sociales inmediatas de la comunidad escolar. Es un enfoque que recoge los valores sociales y no niega la discusión política sobre la realidad que rodea la escuela.
Las demandas sociales reconstruccionistas reivindican el rol de la escuela como un puente para el cambio social, entre lo que la realidad es y lo que puede llegar a ser, lo real y lo ideal; el curriculum debe capacitar a los jóvenes para su adaptación a una realidad cambiante. Ello lleva a responder preguntas tales como: ¿Qué debería cambiar del curriculum para que se corresponda con los rápidos y recientes cambios tecnológicos de procesamiento informacional y con el gran cúmulo de conocimientos?. Ello implica la importancia en la distinción de qué demandas educativas son las pertinentes para que los/as alumnos/as puedan responder ante las demandas concretas de la vida social de modo eficiente y creativo en situaciones de emergencia; el reconocimiento de las relaciones entre educación y sociedad hace concebir por tanto al curriculum como un medio en el cual los estudiantes aprenden a encontrar salidas sociales, y a adaptarse a un grupo más que a conservarlo, encontrando en él los instrumentos de sobrevivencia y; es una vertiente de pensamiento conformada por educadores identificados con ideas de reforma y con interés por el desarrollo de la conciencia para estos cambios.
En el desarrollo de la teoría curricular moderna, el reconstruccionismo social representa de cierta forma los antecedentes de lo que será la teoría crítica de la educación.
Aunque el reconstruccionismo social tiene sus antecedentes más antiguos en Europa, con los trabajos de autores como Pestalozzi, es en Estados Unidos donde alcanza su denominación como tal, de acuerdo con lo planteado por el autor estadounidense Henry Giroux, quien destaca el rol que el grupo de reconstruccionistas sociales, influidos directamente por los planteamientos de Dewey llegaron a jugar en el desarrollo de un sentido de "filosofía pública dentro de la cual a la educación se la consideraba como una forma de política cultural", tanto en la idea de que los estudiantes se plantearan críticamente frente a su contexto social, como también de que esa capacidad crítica los dejara en condiciones de comprometerse por la transformación social, sobre todo en situaciones donde la desigualdad del sistema los apremiara a ello. Los desafíos para el curriculum y los curriculistas, desde esta óptica reconstruccionista, están entonces estrechamente asociados a las problemáticas sociales de su tiempo y a cómo actuar desde las instituciones escolares para luchar activamente por la superación de esa problemática.
Dentro del conjunto de los cinco enfoques curriculares planteados por Eisner y Vallance, este enfoque reconstruccionista social es el que representa de modo más significativo el interés por relacionar la acción educativa con el contexto global en que se sitúa el centro escolar, recogiendo de una u otra forma los conflictos que desde allí pueden afectar a la escuela e involucrarlo en ellos, con lo cual se reafirma la noción de una realidad contradictoria, cruzada por diversos intereses y luchas de poder. Sin embargo, en el plano concreto de la identificación del campo inter-actuante del curriculum oculto, no existen desde aquí trabajos específicos que demuestren una preocupación por la transmisión de mensajes subyacentes con contenido ideológico.
3. EL CURRICULUM OCULTO EN LAS TEORIA CRITICA DE LA EDUCACIÓN Y EL CURRICULUM
La clasificación curricular establecida por Eisner y Vallance y su consiguiente desarrollo en la teoría curricular contemporánea, si bien representa un paso de gran importancia en la sistematización y ordenamiento del campo teórico del curriculum, como hemos visto, está siendo superada en las últimas décadas por el avance teórico experimentado, tanto desde el propio campo de las ciencias de la educación, como también por los aportes de otras ciencias sociales, como la Sociología de la Educación.
En esta línea, a nuestro juicio, lo más destacado e importante, está constituido sin duda, por la irrupción de modo cada vez más contundente, de la llamada "Teoría Crítica de la Sociedad y la Educación".
En términos históricos, la denominación de "teoría crítica" no está exenta de polémica. Para algunos autores el término de "teoría crítica" es sólo aplicable a aquellas teorías que surgen en la primera mitad del siglo XX con los planteamientos de los filósofos de la llamada "Escuela de Frankfurt", haciendo con ello mención al grupo de intelectuales que, agrupados en el Instituto de Ciencias Sociales de Frankfurt, constituyeron un punto de referencia fundamental en la vida intelectual tanto de Alemania como de la Europa de entre-guerras. En esta línea, encontramos trabajos como de la española Gimeno Lorente, que, identifica a éstas de forma casi exclusiva con la escuela de Frankfurt , como también el de los conocidos autores australianos Carr y Kemmis, para quienes efectivamente hablar de "teoría crítica educativa" es hablar a partir de las aportaciones que realizan los teóricos de esta Escuela de Frankfurt, principalmente Habermas.
En la idea de complementar la definición anterior, para otros autores, como Giroux por ejemplo, son también integrantes de la teoría crítica en educación, no sólo quienes han sido parte orgánica o discípulos de la escuela de Frankfurt, sino todo el conjunto de personas, tanto investigadores de la educación, como los profesionales de su aplicación, que han hecho de la labor educativa su razón de vida, y desde esta propia práctica, han sabido presentarse reflexiva y creativamente frente a los múltiples problemas y desafíos que la sociedad moderna ha generado. Desde esta perspectiva, y siguiendo lo planteado por Giroux, la teoría crítica establece como hecho básico el desvelamiento de la idea de que "las funciones primordiales de la escuela son: la reproducción de la ideología dominante, de sus formas de conocimiento, y la distribución de las habilidades necesarias para la reproducción de la división social del trabajo".
1. El curriculum oculto como expresión de Ideología
De acuerdo con los teóricos críticos, la definición del concepto de "curriculum oculto" debe enmarcarse en un contexto socio-histórico caracterizado por cuatro elementos básicos: en primer término, que el análisis de los diversos fenómenos que constituyen el hecho educativo no puede ser realizado separadamente del contexto histórico en el que ocurren, lo que implica que la educación con todas sus instituciones y mecanismos de realización está fuertemente determinada por los conflictos y contradicciones sociales, económicas, políticas y culturales que ocurren en la sociedad en que se encuentra inmersa.
En segundo término, que en el panorama histórico actual, en cuanto a Educación se refiere, las sociedades en general, se caracterizan fundamentalmente por la persistencia de situaciones de desequilibrio de la población en el acceso los diversos bienes educativos que ofrece el sistema escolar, como también, en el destino que a cada grupo social se le asigna en la división social del trabajo.
En tercer lugar, que el problema del curriculum remite ineludiblemente al problema de la ideología, al que se concibe como el medio totalizador por el cual se representa para un colectivo social una determinada visión del mundo. La ideología es siempre en este sentido una construcción social e histórica que por la práctica social adquiere referencia culturales de verdad a partir de los cuales se configura la vida social, estableciendo supuestos, significados, estereotipos, hábitos, valores, creencias, normas, etc., que van estructurando las formas por las cuales las personas y las instituciones se relacionan y gobiernan entre sí, con lo que la ideología actúa interpelando directamente al nivel de la conciencia de quienes componen una determinada comunidad.
Por último, que el sistema escolar y el curriculum oficial expresan no sólo las políticas oficiales de un determinado Estado, sino que también los intereses materiales de los grupos sociales de mayor influencia en ese Estado. La forma en que ello se expresa en el sistema escolar es a través de una doble vía: por una parte, a través de lo que se declara en el curriculum manifiesto o explícito, que se refleja en los planes y programas, que son de conocimiento público; y por otra, a partir del curriculum implícito, no manifiesto, oculto, que no se declara, pero que existe como un hecho intrínseco a la actividad educativa.
De esta manera, se define entonces el curriculum oculto, como un sistema de mensajes implícitos, por el cual el sistema escolar y sus instituciones tienden a entregar particulares representaciones, visiones e interpretaciones del conocimiento escolar, que en conjunto pueden expresar sesgos, prejuicios, discriminaciones y estereotipos, bajo los cuales subyacen determinadas orientaciones ideológicas. De esta forma, preocuparse por el estudio del curriculum oculto implica preocuparse por desvelar los aspectos políticos e ideológicos que la transmisión de mensajes implícitos puede significar.
4. LAS EXPRESIONES DEL CURRICULUM OCULTO
En cuanto expresión concreta del curriculum oculto, dos son, a nuestro juicio, las formas en las que se expresa el curriculum oculto en la realidad educacional: desde la selección de cultura que se realiza en la elaboración del curriculum escolar oficial, y desde los procesos de socialización llevados a cabo en las instituciones escolares.
1. La expresión del curriculum oculto a través de la selección cultural o curriculum escolar oficial.
La selección cultural conforma lo que se identifica como "conocimiento educativo", expresando lo que la cultura oficial considera como el conocimiento válido y necesario de aprender por las jóvenes generaciones.
El curriculum oculto emerge de la constatación de que las escuelas no son sitios políticamente neutrales, sino están directamente relacionados con la construcción y control de discursos, significados y subjetividades, cuya transmisión a las jóvenes generaciones reproduce la visión del mundo de la cultura de los grupos sociales dominantes. En este proceso de selección de contenidos, que se hace a través de los planes y programas de estudio y que conforma el "curriculum oficial" de un determinado sistema educativo, los contenidos de estudio son de una u otra forma la representación de decisiones no solamente científicas, sino también y de modo muy importante, decisiones de tipo ideológico.
Este lugar de referencia y fuente de normas suele estar conformado a partir de lo que puede ser socialmente "legítimo" y aceptado: lo que decide la comunidad científica, representada en los grupos de expertos. Ellos actúan como filtros sociales que determinan la validez y legitimidad de lo que es bueno o no enseñar.
Al respecto es muy interesante lo que afirma Stenhouse con respecto al origen de los contenidos de la escuela: "Convenciones y valores impregnan toda la enseñanza escolar, su estructura y organización. Las disciplinas, las artes, las destrezas y las lenguas implican valores y convenciones. (...) En muchas escuelas, sobre todo del sector privado, se enseñan explícitamente valores y convenciones correspondientes a una determinada clase social, y también están implícitos en muchas otras. Es objeto de discusión si las propias disciplinas se hallan basadas en valores vinculados a clases sociales. Incluso en procedimientos escolares corrientes como el agrupamiento por capacidad. etc., implican valores, al igual , desde luego, que rituales como las reuniones matutinas y los días dedicados al diálogo. En todos estos casos, el centro educativo refleja valores sustentados por sectores sociales fuera de las escuelas. Es evidente por tanto que, a través de muchos de los mecanismos del plan de estudios e institucionales, la escuela está enseñando contenidos que, más que poseer, ha tomado prestados. En la mayoría de los casos, la posesión radica en algún grupo exterior a la escuela que actúa como lugar de referencia y fuente de normas".
En términos concretos de su expresión en el sistema escolar, esta selección de la cultura que se expresa como "curriculum oficial" encuentra en los materiales didácticos escolares una de sus principales vías para el desarrollo del curriculum en el aula por parte de los maestros. Dentro de estos materiales didácticos escolares, los libros de texto y los manuales de enseñanza aparecen como fundamentales en la mayoría de los sistemas escolares actuales.
En la medida en que los libros de texto y los manuales de enseñanza son portadores de una selección oficial de cultura, son portadores con ello también de todo un curriculum oculto que, expresado como mensajes implícitos, imprime sellos ideológicos determinados a través del desarrollo de sus contenidos de enseñanza.
El curriculum oculto que se manifiesta en los libros de texto y manuales de enseñanza puede adquirir diferentes matices: desde discriminaciones relacionadas con el desarrollo de los contenidos de acuerdo con orientaciones relacionadas con la clase social a la cual se tiende a legitimar, como discriminaciones referidas a condiciones de género, raza, religión, oficios e incluso lugares de residencia, tal como lo señala Torres.
En este sentido, y recogiendo lo discutido hasta ahora, es preciso dejar en claro con respecto al curriculum oculto que se expresa en la selección de cultura escolar, que no es que éste se produzca como una maniobra consciente de un autor por sesgar sus escritos en una determinada dirección, sino que generalmente lo que sucede es que su propia ideología actúa de modo orientador en la forma como narra, describe o interpreta los contenidos que desarrolla.
2. La expresión del curriculum oculto a través de los procesos de socialización escolar.
Llamamos "procesos de socialización escolar" a aquellos procesos que las instituciones escolares llevan a cabo como parte intrínseca de su labor educadora y que constituyen no sólo simples vehículos de transmisión del orden social, sino además actúan como instrumentos de regulación y control para ofrecer formas diferenciadas de enseñanza a diferentes grupos sociales.
Estos "procesos socializadores" generan un curriculum oculto, bajo cuyas prácticas cotidianas se transmiten, entre otras cosas, valores, hábitos, conductas, creencias, códigos comunicacionales y sistemas de trabajo que guían y estructuran las prácticas, tanto en las aulas, como en todo el espacio escolar. Precisamente las investigaciones de Jackson, citadas al inicio de este trabajo, están centradas en estas formas de expresión y reconocimiento del curriculum oculto, y abarcan no sólo el espacio de la sala de clases, sino todo el espacio escolar, tanto físico, como simbólico.
Por intermedio de este curriculum oculto, se suelen transmitir una serie de estereotipos, prejuicios y discriminaciones, que pueden guardar relación con aspectos de género, etnia, clase social, origen geográfico, aspecto físico, etc. También se pueden entregar determinadas creencias y opiniones, bajo cuyas matrices ideológicas subyacen directrices políticas, económicas, de ordenamiento y jerarquización socio-cultural, etc.
Todo ello no es de por sí universal, pues se trata de construcciones sociales basadas en supuestos normativos y políticos que se relacionan con estructuras de poder muy concretas, específicas y claramente identificables, y que en una perspectiva crítica, de lucha contra-hegemónica, figuran como contrapuestas con la idea de una escuela solidaria, democrática y tolerante.
5. CONCLUSIONES
La transmisión de curriculum oculto es un hecho objetivo que se produce en el proceso educativo, ya sea como selección de cultura, o como procesos de socialización que se realizan en la escuela. Desde esta perspectiva podemos afirmar, que a través de estos sistemas de mensajes implícitos, no sólo se socializa a los individuos, sino que también se les va conformando la conciencia desde aquellas ideologías hegemónicas.
Si embargo, el curriculum oculto no es absolutamente inevitable. El análisis que se realiza desde las teorías críticas de la educación y la sociedad, no sólo tienen como finalidad poner en evidencia los mecanismos de la hegemonía y transmisión ideológica, sino que en última instancia, la finalidad esencial es el interés emancipador que debe guiar toda práctica orientada al cambio educativo y socio-cultural.
Ya sea que se trate de selección de cultura, o de procesos de socialización escolar, consideramos que siempre existe la posibilidad de apelar a criterios de mayor veracidad y equilibrio en la presentación del conjunto de hechos, circunstancias y contenidos que conforman el conocimiento escolar.
En cuanto selección de cultura, el esfuerzo analítico para poner en evidencia el curriculum oculto, debe centrarse no sólo en el análisis de contenidos, sino también en el análisis de las imágenes presentadas, por ejemplo, en los textos escolares; en el análisis del discurso utilizado, a fin de ver en él posibles hechos de lenguaje sesgado o discriminatorio; en el análisis de las actividades didácticas propuestas a los/as alumnos/as, etc.
En cuanto procesos de socialización escolar, la puesta en evidencia del curriculum oculto encuentra uno de sus cauces más interesantes y productivos en los procesos de investigación que los/as profesores/as realizan sobre sus propias prácticas, y en este sentido, la difusión y desarrollo de líneas como la investigación-acción pueden resultar ser herramientas efectivamente útiles al momento de conocer y reflexionar sobre la realidad de los centros estudiantiles.

6. BIBLIOGRAFIA
· APPLE, M. (1986). "Ideología y Currículo". Akal, Madrid.
· APPLE, M. (1987). "Educación y Poder". Paidós, Barcelona.
· APPLE, M. (1996). "El conocimiento oficial". Paidós, Barcelona.
· BOURDIEU, P. y PASSERON, J. C. (1977). "La reproducción. Elementos para una teoría de la enseñanza". LAIA, Barcelona.
· BOURDIEU, P. y PASSERON, J. C. (1973). "Los estudiantes y la cultura". Labor, Buenos Aires.
· CARR, W. y KEMMIS, S. (1988). "Teoría crítica de la enseñanza. La investigación acción en la formación del profesorado". Martínez Roca, Barcelona.
· CISTERNA C., F. (1999) "Curriculum oculto e Ideología en la enseñanza de la Historia. La visión de la conquista y la formación nacional en Chile". Tesis Doctoral. Universidad de Valladolid, España.
· CORNBLETH, C. (1998). "¿Más allá del currículum oculto?" en Revista de Estudios del Currículum. Vol.1, N° 1. Pomares, Barcelona. pp.122-123.
· DA SILVA, T. T. (1995) "Escuela, conocimiento y curriculum. Ensayos críticos". Miño y Dávila Editores, Buenos Aires.
· EISNER, E. y VALLANCE, E. (1974). "Five conceptions of curriculum: Their roots and implications for curriculum planning" en Eisner, E. y Vallance, E. Conflicting conceptions of curriculum. McCutchan Publishing Company, Berkeley.
· FREIRE, P. (1988). "Pedagogía del oprimido". Siglo XXI, Madrid.
· FREIRE, P. (1990). "La naturaleza política de la educación". Paidos, Barcelona.
· GIMENO L., P. (1995). "Teoría crítica de la educación". UNED, Madrid.
· GIMENO SACRISTÁN, J. (1986). "La pedagogía por objetivos. Obsesión por la eficiencia". Morata, Madrid.
· GIROUX, H. (1993). "La escuela y la lucha por la ciudadanía. Pedagogía crítica de la época moderna". Siglo XXI, México.
· GIROUX, H. (1985). "Teorías de la reproducción y la resistencia en la nueva sociología de la educación: un análisis crítico" en Revista de Cuadernos Políticos Nº 44. México., pp. 36-65.
· HERBART, J. F. (1946). "Textos Pedagógicos. Antología". Losada, Buenos Aires.
· JACKSON, P. W. (1994). "La vida en las aulas". Morata, Madrid.
· LEYTON, M. (1984)."Planeamiento Educacional". Editorial Universitaria, Santiago de Chile.
· MAGENDZO, A. (1986). "Curriculum y Cultura en América Latina". Publicaciones del Programa Interdisciplinario de Investigaciones en Educación (PIIE) y la Academia de Humanismo Cristiano, Santiago de Chile.
· PIAGET, J. (1971). "Psicología y pedagogía". Ariel, Barcelona.
· PORTELLI, J. P. (1998). "Desenmascarar el curriculum oculto" en Revista de Estudios del Currículum. Vol 1, N° 1. Pomares, Barcelona. pp.124-145.
· ROGERS, C. (1986). "El camino del ser". Kairós, Barcelona.
· STENHOUSE, L. (1984). "Investigación y desarrollo del Curriculum". Morata, Madrid.
· TABA, H. (1980). "Elaboración del currículo". Troquel, Buenos Aires.
· TORRES, J. (1994). "Globalización e interdisciplinariedad: el curriculum integrado". Morata, Madrid.
· TORRES, J. (1991). "El Curriculum Oculto". Morata, Madrid.
· TYLER, R. W. (1984) "Principios básicos del curriculum y del aprendizaje" en Leyton, M. Planeamiento Educacional. Editorial Universitaria, Santiago de Chile.

Currículum Oculto: Los mensajes no visibles del conocimiento educativo

CURRICULUM OCULTO: LOS MENSAJES NO VISIBLES DEL CONOCIMIENTO EDUCATIVO
Francisco Cisterna Cabrera
Universidad Católica de la Santísima Concepción, Chile.
1. INTRODUCCIÓN
El término "curriculum oculto" se oficializa en el discurso educativo en la década de 1960, a partir de los trabajos empíricos desarrollados por el pedagogo estadounidense Philip W. Jackson, quien, al analizar los resultados de sus investigaciones etnográficas en centros estudiantiles, pone al descubierto para la teoría educativa y curricular, un conjunto de fenómenos educativos que tienen como característica especial el ser implícito y desarrollarse simultáneamente con los procesos abiertos de escolarización.
Este conjunto de fenómenos es lo que Jackson denominará con el nombre de "curriculum oculto", el que se revela como un importante hecho del sistema escolar, desarrollado paralela y simultáneamente al curriculum oficial o abierto. Su importancia esencial reside en su interpelación a lo más profundo de la vida en la escuela, que representa de este modo, una de las claves para el verdadero entendimiento de los hechos que allí ocurren, al involucrar aspectos que se relacionan con la selección de los contenidos de enseñanza, el aprendizaje de los/as estudiantes, la asimilación de las normas que rigen una comunidad escolar, las acciones de los maestros y la internalización de la cultura de la sociedad en que se enmarca el centro escolar.
El trabajo de Jackson está centrado fundamentalmente en el estudio del curriculum como factor básico de la socialización que los centros escolares llevan a cabo en el proceso de transmisión del conocimiento escolar. Por ello, todo su análisis se articula, entre otros aspectos, en los siguientes propósitos: describir estos procesos, determinar su profundidad para cada escolar y para el conjunto de la comunidad estudiantil, establecer las relaciones de poder y jerarquía que surgen y se expresan en el contexto tanto del aula como del patio de la escuela, señalar los diferentes tipos de relaciones que se establecen con los maestros, tanto a nivel formal como informal, e indicar la pautas y caminos de adaptación del escolar a la vida social.
Este fenómeno del curriculum oculto se ha visto posteriormente enriquecido por las múltiples investigaciones empíricas que en diversos lugares del mundo se han realizado sobre este objeto de estudio, y por las correspondientes reflexiones teóricas que han acompañado, y muchas veces anticipado dichas investigaciones.
En esta línea tenemos los trabajos del autor brasileño Tomaz Tadeu Da Silva, quien reconoce que en el estudio del curriculum oculto como fenómeno educativo, se distinguen claramente dos posiciones fundamentales. Las primeras, provenientes de los curriculistas que, ubicados en una posición que él considera "funcionalista", ven el aspecto instrumental que el curriculum oculto puede desempeñar en el sistema global que contextualiza cada sistema escolar, principalmente en cuanto a su potencial rol como adaptador del sujeto a la vida institucional del centro escolar, y con ello, la socialización de los individuos, ubica en esta corriente, entre otros, a todos aquellos pedagogos ligados a la corriente de la tecnología educativa. Las segundas, aquellas pertenecientes a una línea radicalmente distinta a la anterior, informadas más bien por una opción develamiento del curriculum oculto como un posible mecanismo efectivo que posee un determinado sistema socio-cultural para reproducir el sistema de valores imperantes. Similar posición teórica encontramos en Jurjo Torres, uno de los autores contemporáneos que se ha convertido en una obligada fuente de referencia en el estudio de estos sistemas de mensajes implícitos.
En este trabajo procederemos a analizar el fenómeno del curriculum oculto desde dos grandes vertientes de la teoría educativa: la primera, que identificaremos como "teoría clásica del curriculum y la educación", y la segunda, que reconoceremos como las "teoría crítica del curriculum y la sociedad".
Para efectos de la exposición, en primer lugar, expondremos ordenadamente cada una de las sub-vertientes de las teorías clásicas, haremos una breve caracterización de cada una de ellas y explicaremos qué connotación le otorgan a este fenómeno del curriculum oculto. En segundo lugar, desarrollaremos algunos elementos fundamentales de las teorías críticas, sobre todo en la perspectiva de identificar las relaciones que desde ellas se establecen entre escuela y sociedad, y entre curriculum oculto e ideología.
2. EL CURRICULUM OCULTO EN LOS ENFOQUES CLASICOS DE LA EDUCACIÓN Y EL CURRICULUM
Para analizar estas vertientes teórico-prácticas, recurriremos a la obra que, en nuestra opinión, mejor y más claramente sistematiza el tema: es aquélla publicada, en la década de 1970 por los estadounidenses Elliot Eisner y Elizabeth Vallance, con el título de "Conflicting conceptions of curriculum".
En esta obra, Eisner y Vallance sistematizan las diferentes corrientes y tendencias imperantes en la teoría curricular moderna e identifican cinco grandes enfoques educativos y curriculares: el Racionalismo Académico, la Tecnología Educativa, el Enfoque Cognitivo, la Educación Personalizada y el Reconstruccionismo Social. En opinión de estos autores, la pedagogía moderna, tanto a nivel teórico como práctico, ha pasado, de una u otra forma, por el filtro de estas cinco grandes miradas.
A continuación caracterizamos brevemente cada uno de estos enfoques y analizamos la idea y connotación que en ellos tiene el fenómeno del curriculum oculto.
1. El curriculum oculto en el Racionalismo Académico
Este enfoque curricular también ha sido llamado "Curriculum Esencialista" o "Curriculum centrado en las disciplinas de estudio".
Para Eisner y Vallance finalmente, las características que más identifican este enfoque se centran en las siguientes: en primer lugar, se ve como la más tradicional de las cinco orientaciones; el propósito declarado que se autoatribuye es el de preparar y facilitar a los jóvenes la adquisición de los instrumentos para participar de la cultura occidental, y con ello proveerse de las grandes ideas y objetos que el hombre ha creado. Esto implica que la función central de la escuela está centrada en la transmisión de la cultura en su sentido más puro, es decir, en la herencia que los hombres y civilizaciones mas brillantes han legado a la historia universal, fundamentalmente a partir de las antiguas civilizaciones, entre ellas, la griega, considerada como la más importante. La fortaleza de este enfoque curricular es la relevancia de las disciplinas, por lo que su sello es la preeminencia en la orientación hacia la estructura del conocimiento. Entre sus principales representantes modernos destacan J. Schwab y R. Bridgham, que son los que han refortalecido la visión tradicional del Racionalismo Académico y quienes ha examinado la lógica y la estructura básica que divide a las disciplinas
En el desarrollo histórico de este enfoque curricular el antecedente más importante y directo es el pedagogo alemán Juan Francisco Herbart (1776-1841), profesor de filosofía de la Universidad de Königsberg. Para Herbart, la razón y el conocimiento de las grandes herencias de la cultura universal es lo que permite al hombre desarrollarse integralmente, tanto en su sentido intelectual, como moral, para lo cual es necesaria la razón disciplinada en el método científico y la integración de los conocimientos en diferentes disciplinas, lo que se produce en forma espontánea en la mente de todos los hombres, puesto que el hilo conductor del proceso es la suprema razón humana. En la concepción herbatiana del hombre, éste es concebido como un ser racional, cuya función básica es el conocimiento, que es la función lógica del mundo y que se adquiere mediante la experiencia guiada en base a los sentidos.
En el curriculum nacido a partir de Herbart, la función legítima de la escuela es la transmisión de la cultura universal. Lo que prioritariamente importa son los qué, es decir, los contenidos culturalmente sistematizados, los conocimientos organizados en torno a las disciplinas definidas en el plan de estudios que en la operacionalización curricular toman el nombre de "ramos" o "asignaturas". De esta forma queda claro que este tipo de enfoque curricular tiene como propósito central entrenar al estudiante en el uso de las ideas y procesos más beneficiosos para estudiar los problemas de la cultura occidental, capacitándolo así para que, cuando sea posible, pueda agregar a ella sus propios logros, obtenidos a través del esfuerzo personal. Los estudiantes deben aprender a cultivar su razón y a controlar sus impulsos.
En el Racionalismo Académico, en síntesis, lo que interesa es la optimización del curriculum como instrumento para el desarrollo de la mayor cantidad de contenidos que, a través de los planes y programas de estudio, han sido dignos de ser seleccionados como los más importantes en la labor de formar a las jóvenes generaciones.
En esta perspectiva academicista, no se reconoce la existencia de curriculum oculto, porque se piensa que sólo se entrega a los/as alumnos/as ciencia objetiva, y así mismo, se plantea que la institución escolar tiene ya asignado su rol como retransmisora de aquello que ha sido considerado digno de enseñar a las jóvenes generaciones y la inquietud por los aspectos subyacentes que se transmiten en el discurso escolar oficial no reviste trascendencia, porque no hay espacios para su cuestionamiento ideológico.
Los conocimientos están dados y así han sido seleccionados por los expertos, y quien no los desarrolle de esa forma, corre el riesgo de quedar fuera del sistema.
2. El curriculum oculto en la Tecnología de la Educación
En la distinción que hacen Eisner y Vallance, este enfoque puede distinguirse esencialmente a partir de los siguientes elementos caracterizadores: es una visión curricular centrada en procesos, que conciernen más al cómo que al qué de la educación; está orientada centralmente al hallazgo de los medios más convenientes para alcanzar fines predefinidos, ya sea por el curriculum oficial nacional, o por el centro escolar. El curriculum como tecnología difiere del cognitivo en relación con el foco de atención, en el sentido de que en el cognitivo todo conocimiento es ya aprendizaje, pero en la tecnología el conocimiento es comunicado y el aprendizaje es facilitado.
Se desarrolla así, una tecnología por medio de la instrucción, donde el foco está menos en el aprendizaje y más en la relación que hay entre el material práctico para superar el problema de la eficiencia, organización y presentación de los medios educativos. Existe una pretensión de reclamar un sistema libre de valores subjetivistas que, en el fondo, significa la aspiración a un enfoque que presenta como objetivo y neutro valóricamente. El lenguaje del curriculum tecnológico está enmarcado en la búsqueda de la eficiencia en pos de alcanzar un determinado producto (sistema proceso-producto), dentro de su vocabulario habitual es común encontrar términos como input, output, entradas de conducta, modelos cibernéticos, mecanismos biofeedback, estímulo y reforzamiento y sistema de "producción de aprendizajes. El curriculum es visto como un proceso tecnológico, como un medio de producción que busca fines, un modelo educacional industrial..
Dentro del desarrollo de la teoría curricular moderna hay consenso en reconocer que los orígenes formales del enfoque tecnológico, también denominado "tecnología educativa", se encuentran en la obra de Ralp W. Tyler "Principios básicos del curriculum y del aprendizaje".
En Tyler encontramos los términos precisos hacia los cuales deben orientarse el curriculum y la educación en general Tyler, desde un principio, determina claramente cuales han de ser los elementos guiadores de la planificación curricular y cuáles han de ser las cuestiones guiadoras que el desarrollo de esa planificación ha de cumplir. Se reconoce que es un modelo educativo orientado a los medios y no a los fines de la enseñanza, importa el cómo, más que el qué enseñar.
Desde el modelo tyleriano han surgido las nociones fundamentales de aquellos estilos didácticos y curriculares que, agrupados como "tecnología educativa", se han expresado en modelos como la "enseñanza programada", los "diseños instruccionales" y las nociones de "sistemas planificados de enseñanza". También dentro de este enfoque curricular se plantea y adquiere universalidad la conocida "Taxonomía de los objetivos de aprendizaje" de Benjamin Bloom.
Otra importante representante del curriculum tecnológico es la argentina Hilda Taba, quien llega a desarrollar el modelo tyleriano a través de pasos muy concretos para la planificación y desarrollo curricular, proceso que denomina "orden de la elaboración curricular". Para Taba esto supone partir de que ese orden no sólo es posible, sino además deseable, pues contribuye a hacer más científico y riguroso el trabajo del profesor y delimita claramente cuáles son los propósitos de la ación educativa y los modos de medir si se han logrado o no dichos propósitos.
A partir del descubrimiento y explicitación del fenómeno del curriculum oculto, el sistema educacional adquiere conciencia sobre el conjunto de operaciones simbólicas que ocurren en las escuelas de modo simultáneo al proceso formal y explícito de la enseñanza. Desde un punto de vista del enfoque de curriculum como "tecnología educativa" lo que desde entonces se trata de hacer se enmarca en dos propósitos esenciales: utilizar esta vía como otro recurso para el logro de los objetivos propuestos en la planificación de la enseñanza por la institución escolar, y servirse de este medio para socializar al alumno en todos aquellos valores que se consideran deseables de aprender e incorporar y que forman parte del proyecto educativo y curricular del centro. En este sentido, el curriculum oculto como fenómeno es utilizado instrumentalmente.
Constatamos que no hay un interés por desvelar los aspectos ideológicos que la transmisión de mensajes implícitos puede portar, ya que la educación es vista como algo neutral, apolítico. Los centros escolares aparecen como instituciones ajenas no inmersas en situaciones de conflicto ideológico. La misión de los educadores está centrada sólo en buscar las mejores estrategias para alcanzar con eficacia y eficiencia los objetivos determinados por el sistema, ya sea el macro-sistema o el micro-sistema a través de su proyecto de centro. En este sentido el rol del profesor se reduce a una labor de corte más bien técnico que profesional.
3. El curriculum oculto en el Enfoque Cognitivo
El desarrollo de este enfoque curricular está fuertemente relacionado con un hecho fundamental dentro de la pedagogía: la creciente importancia que va adquiriendo la idea de poner a los/as estudiantes como centro del quehacer escolar, y consecuentemente con ella, la relevancia del concepto de experiencia de aprendizaje, sobre el de la mera instrucción.
Eisner y Vallance sistematizan estas características en los siguientes elementos: se refiere al refinamiento de los procesos intelectuales, que apuntan al desarrollo de una especie de tecnología de la mente, lo que llega de esta forma a constituirse en el problema central del curriculum; el desarrollo de los procesos intelectuales y el desarrollo de los procesos cognitivos pueden ser aplicados al aprendizaje de cualquier cosa. Estos procesos pueden ser orientados en dos sentidos: la identificación los objetivos de la escuela como proveedora del repertorio esencial de contenidos independientes de procesos cognitivos aplicados a una variedad de situaciones, y la interacción entre el aprendizaje y el conocimiento escolar.
En este sentido, la educación se refiere a la dinámica del aprendizaje y como tal implica una conceptualización de la escuela de tipo necesariamente abierto y dirigida en la orientación del crecimiento; no es la cantidad de contenido específico lo que determina o no el desarrollo de los procesos cognitivos, los que tampoco dependen de los objetivos determinados, sino más bien la forma correcta en que se utilicen las herramientas intelectuales, pues es esto último lo que puede asegurar el crecimiento indefinido de esos procesos cognitivos. El problema del educador y del especialista curricular es pues, la identificación de los más importantes y eficientes procesos intelectuales a través de los cuales el aprendizaje ocurre y proveer de este conjunto y estructura para su desarrollo. De esta manera la educación es vista como un importante mecanismo facultador de destrezas intelectuales específicas que son instrumentos garantizadores para la adaptación y la formación de futuras situaciones. El enfoque cognitivo es esencialmente una orientación curricular centrada en el niño y referida a los procesos de aprendizaje sobre el contexto social en los cuales ocurren.
Los procesos internos del niño están prioritariamente sobre los procesos sociales, referidos éstos al contexto general en que ocurren; el desarrollo de los procesos intelectuales apunta a proveer al estudiante de una autonomía intelectual que le permita tomar posesión sobre la selección e interpretación de las situaciones encontradas más allá del contexto escolar. Los escritos educacionales que abrazan procesos cognitivos reconocen que la escuela tiene efectos que van más allá del desarrollo intelectual, aseverando que la característica que concierne a este curriculum es el estilo de desarrollo de las habilidades cognitivas, habilidades que presumiblemente son transferidas por medio de una variedad de situaciones que ocurren fuera de la escuela.
Otras opiniones complementarias a esta caracterización anterior son las que surgen de uno de los más estudiados autores del siglo XX en materia de epistemología y psicología, el suizo Jean Piaget.
El curriculum cognitivo puede sintetizarse por tanto en un enfoque que coloca como centro de su preocupación el desarrollo de los procesos de aprendizaje del educando, adaptando el quehacer del centro educativo a estos propósitos y dirigiendo todas las aciones escolares hacia el logro de la autonomía intelectual de cada sujeto, ya que, más allá de los propios contenidos del aprendizaje, lo que de verdad importa es la capacidad para generar el aprendizaje en sí mismo.
Aunque puede reconocerse la existencia del curriculum oculto como tal, éste no es un concepto que presente gran desarrollo teórico en este enfoque, dado que el objetivo central de la planificación del trabajo escolar está centrado en la planificación de acciones educativas que despierten motivaciones en el niño, que provoquen situaciones de interés.
El propósito esencial está en los procedimientos por los cuales se generan aprendizajes, a partir del reconocimiento del desarrollo psico-biológico del educando, más allá de qué es lo que se está enseñando.
4. El curriculum oculto en la Educación Personalizada
Este enfoque curricular, que en la traducción original de texto sería "Educación como Experiencia Consumada", es asimilado a lo que comúnmente en nuestra lengua castellana conocemos bajo el nombre de "Educación Personalizada".
Como en epígrafes anteriores, partimos del esquema definido por Eisner y Vallance, y destacamos las siguientes características: es un enfoque fuerte y deliberadamente saturado de valores, que se refiere al desarrollo de los propósitos personales y sus necesidades para la integración personal. Desde este punto de vista, la función del curriculum es proveer de satisfacciones personales, en las que se consuman experiencias para cada aprendizaje individual; está centrado en el educando, orientado al logro de la autonomía y el crecimiento.
La educación es vista como un proceso facilitador que podría proveer de medios para la liberación y el desarrollo personal. Esta conceptualización educativa como fuerza liberadora es un medio que ayuda al descubrimiento individual del pensamiento para ayudarse a sí mismo. La escuela es vista de una forma vital y potencialmente enriquecedora de experiencias por derecho propio, los contenidos son el foco que mejor concierne a la presencia de la experiencia. Este enfoque afecta un proceso mediado por dos direcciones o sentidos: por una parte se preocupa de responder cómo debe ser organizado el curriculum y por otra, formula los objetivos de la educación en términos de un proceso personal dinámico, enfatiza el crecimiento personal y la consumación de la experiencia en sí misma. Esto implica una visión que contiene dentro de sí elementos de reforma y cambio en las funciones tradicionales de la escuela, ya que lleva a la necesidad de romper ataduras. Es un reconstruccionismo en un sentido muy personalizado.
Otras características se expresan en que es un enfoque curricular que pretende desarrollar la vida del niño, lo que demanda una gran labor, minuciosa, rigurosa y extensa, tanto de la escuela en tanto institución, como de los maestros, responsables de dirigir el desarrollo del curriculum en las aulas, el contenido es visto como un fin en sí mismo y la idea de que como un estado en los procesos de vida la educación debe conciliar los contenidos y los instrumentos para el descubrimiento de sí mismo de cada educando. Todo ello ha llevado a que sea un enfoque curricular cargado de valores humanistas y filosóficos impregnados por un sentido de búsqueda de la plenitud y el desarrollo personal.
En la teoría curricular moderna, la Educación Personalizada ha ido ocupando un importante espacio en las propuestas innovadoras de la segunda mitad del siglo XX. Entre los más importantes representantes de la educación personalizada podemos destacar a Pierre Fauré, Carl Rogers y Víctor García Hoz .
Elementos esenciales que se deben tener en cuenta en el desarrollo del curriculum bajo el enfoque de la educación personalizada, son el principio de singularidad, que consiste en hacer al sujeto consciente de sus propias posibilidades y de sus propias limitaciones, cualitativa y cuantitativamente poniendo su sello personal en todo lo que hace; la autonomía, que es la propia libertad conquistada, por cada uno en un ejercicio responsable de elecciones.
La libertad de la persona es la libertad de descubrir por sí misma su vocación y de adoptar libremente los medios de realizarla, por lo cual es un compromiso. La máxima expresión de autonomía es la capacidad de gobierno por sí mismo, la capacidad de ser ley de si mismo, la posesión y uso efectivo de la libertad y la apertura, que es una capacidad humana que surge de la necesidad de contacto con otros seres humanos, es decir, la capacidad de aprender a relacionarse, comunicarse, darse cuenta de los demás, interesarse por lo que otros piensan o hacen, colaborar y compartir responsabilidades.
Para Carl Rogers la Educación Personalizada es efectivamente una vía para el logro de la consumación de la experiencia personal, por cuanto propende a generar en los centros educativos las condiciones propicias para que todo alumno llegue a vivir una vida escolar en la que sienta que no sólo está aprendiendo los contenidos definidos por el curriculum oficial, sino además en el desarrollo de su capacidad creadora están las claves para su propio desarrollo como individuo pleno y libre, y con capacidad de autodeterminación y gobierno sobre sus actos y sobre sus responsabilidades.
En cuanto curriculum oculto, se reconoce su existencia en tanto hecho real de la acción pedagógica, pero en términos funcionales, como otra vía para desarrollar el trabajo planificado por el centro educativo, fundamentalmente en lo que se refiere a los valores y a los hábitos: frente al estudio, sobre los lazos de compañerismo entre los miembros del grupo, la responsabilidad frente a las tareas escolares, el desarrollo de la singularidad y autonomía personal, la apertura frente a la realidad externa.
Al igual que en los enfoques anteriores, no existe una preocupación importante por desentrañar los aspectos ideológicos que la realidad del curriculum oculto representa. Los mensajes implícitos deberían, en esta corriente pedagógica, tender a reforzar el trabajo explícito que la institución escolar realiza.
5. El curriculum oculto en el Reconstruccionismo Social
Es un enfoque curricular que se caracteriza esencialmente por re-situar la labor pedagógica dentro del contexto socio-histórico en que existe y cobra sentido, donde la educación es vista como educación para la vida, el aquí y el ahora.
Eisner y Vallance con respecto a la cuarta corriente curricular que identifican, la caracterizan en las siguientes ideas centrales: el énfasis se articula en el rol de la educación y en el contenido del curriculum dentro del amplio contexto social, que favorece las necesidades sociales por sobre las necesidades individuales; los objetivos de la educación deben dirigirse hacia la experiencia total de los educandos, donde el curriculum está diseñado para atender a las realidades sociales inmediatas de la comunidad escolar. Es un enfoque que recoge los valores sociales y no niega la discusión política sobre la realidad que rodea la escuela.
Las demandas sociales reconstruccionistas reivindican el rol de la escuela como un puente para el cambio social, entre lo que la realidad es y lo que puede llegar a ser, lo real y lo ideal; el curriculum debe capacitar a los jóvenes para su adaptación a una realidad cambiante. Ello lleva a responder preguntas tales como: ¿Qué debería cambiar del curriculum para que se corresponda con los rápidos y recientes cambios tecnológicos de procesamiento informacional y con el gran cúmulo de conocimientos?. Ello implica la importancia en la distinción de qué demandas educativas son las pertinentes para que los/as alumnos/as puedan responder ante las demandas concretas de la vida social de modo eficiente y creativo en situaciones de emergencia; el reconocimiento de las relaciones entre educación y sociedad hace concebir por tanto al curriculum como un medio en el cual los estudiantes aprenden a encontrar salidas sociales, y a adaptarse a un grupo más que a conservarlo, encontrando en él los instrumentos de sobrevivencia y; es una vertiente de pensamiento conformada por educadores identificados con ideas de reforma y con interés por el desarrollo de la conciencia para estos cambios.
En el desarrollo de la teoría curricular moderna, el reconstruccionismo social representa de cierta forma los antecedentes de lo que será la teoría crítica de la educación.
Aunque el reconstruccionismo social tiene sus antecedentes más antiguos en Europa, con los trabajos de autores como Pestalozzi, es en Estados Unidos donde alcanza su denominación como tal, de acuerdo con lo planteado por el autor estadounidense Henry Giroux, quien destaca el rol que el grupo de reconstruccionistas sociales, influidos directamente por los planteamientos de Dewey llegaron a jugar en el desarrollo de un sentido de "filosofía pública dentro de la cual a la educación se la consideraba como una forma de política cultural", tanto en la idea de que los estudiantes se plantearan críticamente frente a su contexto social, como también de que esa capacidad crítica los dejara en condiciones de comprometerse por la transformación social, sobre todo en situaciones donde la desigualdad del sistema los apremiara a ello. Los desafíos para el curriculum y los curriculistas, desde esta óptica reconstruccionista, están entonces estrechamente asociados a las problemáticas sociales de su tiempo y a cómo actuar desde las instituciones escolares para luchar activamente por la superación de esa problemática.
Dentro del conjunto de los cinco enfoques curriculares planteados por Eisner y Vallance, este enfoque reconstruccionista social es el que representa de modo más significativo el interés por relacionar la acción educativa con el contexto global en que se sitúa el centro escolar, recogiendo de una u otra forma los conflictos que desde allí pueden afectar a la escuela e involucrarlo en ellos, con lo cual se reafirma la noción de una realidad contradictoria, cruzada por diversos intereses y luchas de poder. Sin embargo, en el plano concreto de la identificación del campo inter-actuante del curriculum oculto, no existen desde aquí trabajos específicos que demuestren una preocupación por la transmisión de mensajes subyacentes con contenido ideológico.
3. EL CURRICULUM OCULTO EN LAS TEORIA CRITICA DE LA EDUCACIÓN Y EL CURRICULUM
La clasificación curricular establecida por Eisner y Vallance y su consiguiente desarrollo en la teoría curricular contemporánea, si bien representa un paso de gran importancia en la sistematización y ordenamiento del campo teórico del curriculum, como hemos visto, está siendo superada en las últimas décadas por el avance teórico experimentado, tanto desde el propio campo de las ciencias de la educación, como también por los aportes de otras ciencias sociales, como la Sociología de la Educación.
En esta línea, a nuestro juicio, lo más destacado e importante, está constituido sin duda, por la irrupción de modo cada vez más contundente, de la llamada "Teoría Crítica de la Sociedad y la Educación".
En términos históricos, la denominación de "teoría crítica" no está exenta de polémica. Para algunos autores el término de "teoría crítica" es sólo aplicable a aquellas teorías que surgen en la primera mitad del siglo XX con los planteamientos de los filósofos de la llamada "Escuela de Frankfurt", haciendo con ello mención al grupo de intelectuales que, agrupados en el Instituto de Ciencias Sociales de Frankfurt, constituyeron un punto de referencia fundamental en la vida intelectual tanto de Alemania como de la Europa de entre-guerras. En esta línea, encontramos trabajos como de la española Gimeno Lorente, que, identifica a éstas de forma casi exclusiva con la escuela de Frankfurt , como también el de los conocidos autores australianos Carr y Kemmis, para quienes efectivamente hablar de "teoría crítica educativa" es hablar a partir de las aportaciones que realizan los teóricos de esta Escuela de Frankfurt, principalmente Habermas.
En la idea de complementar la definición anterior, para otros autores, como Giroux por ejemplo, son también integrantes de la teoría crítica en educación, no sólo quienes han sido parte orgánica o discípulos de la escuela de Frankfurt, sino todo el conjunto de personas, tanto investigadores de la educación, como los profesionales de su aplicación, que han hecho de la labor educativa su razón de vida, y desde esta propia práctica, han sabido presentarse reflexiva y creativamente frente a los múltiples problemas y desafíos que la sociedad moderna ha generado. Desde esta perspectiva, y siguiendo lo planteado por Giroux, la teoría crítica establece como hecho básico el desvelamiento de la idea de que "las funciones primordiales de la escuela son: la reproducción de la ideología dominante, de sus formas de conocimiento, y la distribución de las habilidades necesarias para la reproducción de la división social del trabajo".
1. El curriculum oculto como expresión de Ideología
De acuerdo con los teóricos críticos, la definición del concepto de "curriculum oculto" debe enmarcarse en un contexto socio-histórico caracterizado por cuatro elementos básicos: en primer término, que el análisis de los diversos fenómenos que constituyen el hecho educativo no puede ser realizado separadamente del contexto histórico en el que ocurren, lo que implica que la educación con todas sus instituciones y mecanismos de realización está fuertemente determinada por los conflictos y contradicciones sociales, económicas, políticas y culturales que ocurren en la sociedad en que se encuentra inmersa.
En segundo término, que en el panorama histórico actual, en cuanto a Educación se refiere, las sociedades en general, se caracterizan fundamentalmente por la persistencia de situaciones de desequilibrio de la población en el acceso los diversos bienes educativos que ofrece el sistema escolar, como también, en el destino que a cada grupo social se le asigna en la división social del trabajo.
En tercer lugar, que el problema del curriculum remite ineludiblemente al problema de la ideología, al que se concibe como el medio totalizador por el cual se representa para un colectivo social una determinada visión del mundo. La ideología es siempre en este sentido una construcción social e histórica que por la práctica social adquiere referencia culturales de verdad a partir de los cuales se configura la vida social, estableciendo supuestos, significados, estereotipos, hábitos, valores, creencias, normas, etc., que van estructurando las formas por las cuales las personas y las instituciones se relacionan y gobiernan entre sí, con lo que la ideología actúa interpelando directamente al nivel de la conciencia de quienes componen una determinada comunidad.
Por último, que el sistema escolar y el curriculum oficial expresan no sólo las políticas oficiales de un determinado Estado, sino que también los intereses materiales de los grupos sociales de mayor influencia en ese Estado. La forma en que ello se expresa en el sistema escolar es a través de una doble vía: por una parte, a través de lo que se declara en el curriculum manifiesto o explícito, que se refleja en los planes y programas, que son de conocimiento público; y por otra, a partir del curriculum implícito, no manifiesto, oculto, que no se declara, pero que existe como un hecho intrínseco a la actividad educativa.
De esta manera, se define entonces el curriculum oculto, como un sistema de mensajes implícitos, por el cual el sistema escolar y sus instituciones tienden a entregar particulares representaciones, visiones e interpretaciones del conocimiento escolar, que en conjunto pueden expresar sesgos, prejuicios, discriminaciones y estereotipos, bajo los cuales subyacen determinadas orientaciones ideológicas. De esta forma, preocuparse por el estudio del curriculum oculto implica preocuparse por desvelar los aspectos políticos e ideológicos que la transmisión de mensajes implícitos puede significar.
4. LAS EXPRESIONES DEL CURRICULUM OCULTO
En cuanto expresión concreta del curriculum oculto, dos son, a nuestro juicio, las formas en las que se expresa el curriculum oculto en la realidad educacional: desde la selección de cultura que se realiza en la elaboración del curriculum escolar oficial, y desde los procesos de socialización llevados a cabo en las instituciones escolares.
1. La expresión del curriculum oculto a través de la selección cultural o curriculum escolar oficial.
La selección cultural conforma lo que se identifica como "conocimiento educativo", expresando lo que la cultura oficial considera como el conocimiento válido y necesario de aprender por las jóvenes generaciones.
El curriculum oculto emerge de la constatación de que las escuelas no son sitios políticamente neutrales, sino están directamente relacionados con la construcción y control de discursos, significados y subjetividades, cuya transmisión a las jóvenes generaciones reproduce la visión del mundo de la cultura de los grupos sociales dominantes. En este proceso de selección de contenidos, que se hace a través de los planes y programas de estudio y que conforma el "curriculum oficial" de un determinado sistema educativo, los contenidos de estudio son de una u otra forma la representación de decisiones no solamente científicas, sino también y de modo muy importante, decisiones de tipo ideológico.
Este lugar de referencia y fuente de normas suele estar conformado a partir de lo que puede ser socialmente "legítimo" y aceptado: lo que decide la comunidad científica, representada en los grupos de expertos. Ellos actúan como filtros sociales que determinan la validez y legitimidad de lo que es bueno o no enseñar.
Al respecto es muy interesante lo que afirma Stenhouse con respecto al origen de los contenidos de la escuela: "Convenciones y valores impregnan toda la enseñanza escolar, su estructura y organización. Las disciplinas, las artes, las destrezas y las lenguas implican valores y convenciones. (...) En muchas escuelas, sobre todo del sector privado, se enseñan explícitamente valores y convenciones correspondientes a una determinada clase social, y también están implícitos en muchas otras. Es objeto de discusión si las propias disciplinas se hallan basadas en valores vinculados a clases sociales. Incluso en procedimientos escolares corrientes como el agrupamiento por capacidad. etc., implican valores, al igual , desde luego, que rituales como las reuniones matutinas y los días dedicados al diálogo. En todos estos casos, el centro educativo refleja valores sustentados por sectores sociales fuera de las escuelas. Es evidente por tanto que, a través de muchos de los mecanismos del plan de estudios e institucionales, la escuela está enseñando contenidos que, más que poseer, ha tomado prestados. En la mayoría de los casos, la posesión radica en algún grupo exterior a la escuela que actúa como lugar de referencia y fuente de normas".
En términos concretos de su expresión en el sistema escolar, esta selección de la cultura que se expresa como "curriculum oficial" encuentra en los materiales didácticos escolares una de sus principales vías para el desarrollo del curriculum en el aula por parte de los maestros. Dentro de estos materiales didácticos escolares, los libros de texto y los manuales de enseñanza aparecen como fundamentales en la mayoría de los sistemas escolares actuales.
En la medida en que los libros de texto y los manuales de enseñanza son portadores de una selección oficial de cultura, son portadores con ello también de todo un curriculum oculto que, expresado como mensajes implícitos, imprime sellos ideológicos determinados a través del desarrollo de sus contenidos de enseñanza.
El curriculum oculto que se manifiesta en los libros de texto y manuales de enseñanza puede adquirir diferentes matices: desde discriminaciones relacionadas con el desarrollo de los contenidos de acuerdo con orientaciones relacionadas con la clase social a la cual se tiende a legitimar, como discriminaciones referidas a condiciones de género, raza, religión, oficios e incluso lugares de residencia, tal como lo señala Torres.
En este sentido, y recogiendo lo discutido hasta ahora, es preciso dejar en claro con respecto al curriculum oculto que se expresa en la selección de cultura escolar, que no es que éste se produzca como una maniobra consciente de un autor por sesgar sus escritos en una determinada dirección, sino que generalmente lo que sucede es que su propia ideología actúa de modo orientador en la forma como narra, describe o interpreta los contenidos que desarrolla.
2. La expresión del curriculum oculto a través de los procesos de socialización escolar.
Llamamos "procesos de socialización escolar" a aquellos procesos que las instituciones escolares llevan a cabo como parte intrínseca de su labor educadora y que constituyen no sólo simples vehículos de transmisión del orden social, sino además actúan como instrumentos de regulación y control para ofrecer formas diferenciadas de enseñanza a diferentes grupos sociales.
Estos "procesos socializadores" generan un curriculum oculto, bajo cuyas prácticas cotidianas se transmiten, entre otras cosas, valores, hábitos, conductas, creencias, códigos comunicacionales y sistemas de trabajo que guían y estructuran las prácticas, tanto en las aulas, como en todo el espacio escolar. Precisamente las investigaciones de Jackson, citadas al inicio de este trabajo, están centradas en estas formas de expresión y reconocimiento del curriculum oculto, y abarcan no sólo el espacio de la sala de clases, sino todo el espacio escolar, tanto físico, como simbólico.
Por intermedio de este curriculum oculto, se suelen transmitir una serie de estereotipos, prejuicios y discriminaciones, que pueden guardar relación con aspectos de género, etnia, clase social, origen geográfico, aspecto físico, etc. También se pueden entregar determinadas creencias y opiniones, bajo cuyas matrices ideológicas subyacen directrices políticas, económicas, de ordenamiento y jerarquización socio-cultural, etc.
Todo ello no es de por sí universal, pues se trata de construcciones sociales basadas en supuestos normativos y políticos que se relacionan con estructuras de poder muy concretas, específicas y claramente identificables, y que en una perspectiva crítica, de lucha contra-hegemónica, figuran como contrapuestas con la idea de una escuela solidaria, democrática y tolerante.
5. CONCLUSIONES
La transmisión de curriculum oculto es un hecho objetivo que se produce en el proceso educativo, ya sea como selección de cultura, o como procesos de socialización que se realizan en la escuela. Desde esta perspectiva podemos afirmar, que a través de estos sistemas de mensajes implícitos, no sólo se socializa a los individuos, sino que también se les va conformando la conciencia desde aquellas ideologías hegemónicas.
Si embargo, el curriculum oculto no es absolutamente inevitable. El análisis que se realiza desde las teorías críticas de la educación y la sociedad, no sólo tienen como finalidad poner en evidencia los mecanismos de la hegemonía y transmisión ideológica, sino que en última instancia, la finalidad esencial es el interés emancipador que debe guiar toda práctica orientada al cambio educativo y socio-cultural.
Ya sea que se trate de selección de cultura, o de procesos de socialización escolar, consideramos que siempre existe la posibilidad de apelar a criterios de mayor veracidad y equilibrio en la presentación del conjunto de hechos, circunstancias y contenidos que conforman el conocimiento escolar.
En cuanto selección de cultura, el esfuerzo analítico para poner en evidencia el curriculum oculto, debe centrarse no sólo en el análisis de contenidos, sino también en el análisis de las imágenes presentadas, por ejemplo, en los textos escolares; en el análisis del discurso utilizado, a fin de ver en él posibles hechos de lenguaje sesgado o discriminatorio; en el análisis de las actividades didácticas propuestas a los/as alumnos/as, etc.
En cuanto procesos de socialización escolar, la puesta en evidencia del curriculum oculto encuentra uno de sus cauces más interesantes y productivos en los procesos de investigación que los/as profesores/as realizan sobre sus propias prácticas, y en este sentido, la difusión y desarrollo de líneas como la investigación-acción pueden resultar ser herramientas efectivamente útiles al momento de conocer y reflexionar sobre la realidad de los centros estudiantiles.

6. BIBLIOGRAFIA
· APPLE, M. (1986). "Ideología y Currículo". Akal, Madrid.
· APPLE, M. (1987). "Educación y Poder". Paidós, Barcelona.
· APPLE, M. (1996). "El conocimiento oficial". Paidós, Barcelona.
· BOURDIEU, P. y PASSERON, J. C. (1977). "La reproducción. Elementos para una teoría de la enseñanza". LAIA, Barcelona.
· BOURDIEU, P. y PASSERON, J. C. (1973). "Los estudiantes y la cultura". Labor, Buenos Aires.
· CARR, W. y KEMMIS, S. (1988). "Teoría crítica de la enseñanza. La investigación acción en la formación del profesorado". Martínez Roca, Barcelona.
· CISTERNA C., F. (1999) "Curriculum oculto e Ideología en la enseñanza de la Historia. La visión de la conquista y la formación nacional en Chile". Tesis Doctoral. Universidad de Valladolid, España.
· CORNBLETH, C. (1998). "¿Más allá del currículum oculto?" en Revista de Estudios del Currículum. Vol.1, N° 1. Pomares, Barcelona. pp.122-123.
· DA SILVA, T. T. (1995) "Escuela, conocimiento y curriculum. Ensayos críticos". Miño y Dávila Editores, Buenos Aires.
· EISNER, E. y VALLANCE, E. (1974). "Five conceptions of curriculum: Their roots and implications for curriculum planning" en Eisner, E. y Vallance, E. Conflicting conceptions of curriculum. McCutchan Publishing Company, Berkeley.
· FREIRE, P. (1988). "Pedagogía del oprimido". Siglo XXI, Madrid.
· FREIRE, P. (1990). "La naturaleza política de la educación". Paidos, Barcelona.
· GIMENO L., P. (1995). "Teoría crítica de la educación". UNED, Madrid.
· GIMENO SACRISTÁN, J. (1986). "La pedagogía por objetivos. Obsesión por la eficiencia". Morata, Madrid.
· GIROUX, H. (1993). "La escuela y la lucha por la ciudadanía. Pedagogía crítica de la época moderna". Siglo XXI, México.
· GIROUX, H. (1985). "Teorías de la reproducción y la resistencia en la nueva sociología de la educación: un análisis crítico" en Revista de Cuadernos Políticos Nº 44. México., pp. 36-65.
· HERBART, J. F. (1946). "Textos Pedagógicos. Antología". Losada, Buenos Aires.
· JACKSON, P. W. (1994). "La vida en las aulas". Morata, Madrid.
· LEYTON, M. (1984)."Planeamiento Educacional". Editorial Universitaria, Santiago de Chile.
· MAGENDZO, A. (1986). "Curriculum y Cultura en América Latina". Publicaciones del Programa Interdisciplinario de Investigaciones en Educación (PIIE) y la Academia de Humanismo Cristiano, Santiago de Chile.
· PIAGET, J. (1971). "Psicología y pedagogía". Ariel, Barcelona.
· PORTELLI, J. P. (1998). "Desenmascarar el curriculum oculto" en Revista de Estudios del Currículum. Vol 1, N° 1. Pomares, Barcelona. pp.124-145.
· ROGERS, C. (1986). "El camino del ser". Kairós, Barcelona.
· STENHOUSE, L. (1984). "Investigación y desarrollo del Curriculum". Morata, Madrid.
· TABA, H. (1980). "Elaboración del currículo". Troquel, Buenos Aires.
· TORRES, J. (1994). "Globalización e interdisciplinariedad: el curriculum integrado". Morata, Madrid.
· TORRES, J. (1991). "El Curriculum Oculto". Morata, Madrid.
· TYLER, R. W. (1984) "Principios básicos del curriculum y del aprendizaje" en Leyton, M. Planeamiento Educacional. Editorial Universitaria, Santiago de Chile.

Sociedad multicultural de información y educación

La Revista Iberoamericana de Educación es una publicación monográfica cuatrimestral editada por la Organización de Estados Iberoamericanos (OEI)
Está en:
OEI - Ediciones - Revista Iberoamericana de Educación - Número 24
Número 24
TIC en la educación / TIC na educação
Septiembre - Diciembre 2000 / Setembro - Dezembro 2000

Sociedad multicultural de información y educación. Papel de los flujos Electrónicos de información y su Organización
Margarita Almada (*)

Síntesis: En este siglo XXI nos enfrentamos al reto de construir una sociedad de información multicultural que, con base en la educación, la democracia y el respeto individual y colectivo, amplíe las oportunidades de desarrollo y justicia para todos, en un ambiente de convivencia pacífica y de armonía con el medio que nos rodea.
El presente trabajo resalta la importancia de los flujos electrónicos de información para este propósito y la estructuración de políticas de información que deben insertarse prioritariamente, a su vez, en las políticas públicas e institucionales.
Se reitera la importancia de una educación de calidad, que requiere cambios paradigmáticos y una transformación del proceso de enseñanza-aprendizaje centrado en el receptor del proceso.
Las tecnologías integradas de información y comunicación son ya coadyuvantes indispensables del proceso educativo. Se hace referencia a los nuevos papeles que desempeñan los profesionales de la información, quienes deberán colaborar de manera interdisciplinaria en proyectos multidisciplinarios de educación que satisfagan las demandas sociales de una educación permanente. Se resalta la importancia de la organización de la información y el papel de las bibliotecas digitales para la educación presencial, a distancia y virtual.
.
(*) Margarita Almada de Ascencio es investigadora titular y coordinadora del seminario «Tecnologías de la Información y Educación Virtual», Centro Universitario de Investigaciones Bibliotecológicas, Área de Información y Sociedad, Universidad Nacional Autónoma de México.

1. Introducción
La construcción de una sociedad del conocimiento tiene como eje fundamental a la educación. Frente a la mundialización o globalización actual, la educación es un tema que debe abordarse en todos los países y regiones del mundo, tanto para considerar nuevos paradigmas educativos y de comunicación de la inforión, como para las tecnologías de la información que mejor apoyen los procesos y la transferencia y acceso al conocimiento. Con la misma importancia deben incluirse aquellas características locales indispensables para que la educación sea de calidad, y con las características culturales que mantengan un sano equilibrio entre la modernidad y la tradición, entre lo global y lo local, para una sociedad mundial y una comunidad local, ambas de progreso para el bienestar y la convivencia.
Dentro de las políticas educativas propuestas por los países latinoamericanos, los flujos electrónicos de información, su organización y distribución y las bibliotecas digitales, deben alcanzar un papel más relevante de lo que hasta ahora se ha manifestado. Deben tomarse como insumos prioritarios para la educación y el conocimiento; con el soporte de las tecnologías de la información transforman los medios y procesos a través de los cuales se accede al conocimiento.
Se reconoce que la comunicación, la información y el conocimiento son componentes inseparables de los procesos educativos; sin embargo, falta identificar en esta estrecha e inseparable vinculación a los nuevos actores que han de incluirse también en la planeación de los programas educativos.
Los especialistas, investigadores y profesionales de las disciplinas relacionadas con la información y la comunicación, tales como la bibliotecología, la ciencia de la información, la documentación, la archivología y la ciencia de la comunicación, deben integrarse en grupos multidisciplinarios con los docentes y pedagogos, con psicólogos, sociólogos, lingüistas, computólogos, ingenieros en telecomunicaciones e informáticos, en el planeamiento interdisciplinario de proyectos y programas de educación en sus diversas modalidades y niveles.
2. Información e igualdad de oportunidades
Inicio este trabajo con algunas definiciones que, si bien pueden parecer obvias, nos ayudan a establecer un marco de referencia para reflexionar sobre los flujos de información en la educación, especialmente la educación a distancia y virtual, que, cada vez más, se va incorporando como elemento de apoyo a la educación presencial y como opción para ampliar la oferta educativa a la sociedad.
La comunicación como fundamento de la cultura humana y, por ello, como elemento esencial de la interacción social, se puede definir sencillamente como el intercambio de significados entre individuos por medio de un sistema común de símbolos. En realidad no es hasta el siglo XX que, debido a los avances científicos y tecnológicos que dan lugar a la comunicación masiva, aparecen definiciones explícitas y se proponen teorías de la comunicación.
La comunicación juega un papel primordial en la modificación del comportamiento humano. Se ha observado que la adopción de tecnologías por un sector de la sociedad o por múltiples grupos sociales puede cambiar su forma de vida. El uso de la red Internet y de la «World Wide Web», por ejemplo, están cambiando la manera en que trabajamos, nos comunicamos, compramos, difundimos información, accedemos a información, hacemos transacciones bancarias, cursamos estudios y nos divertimos; es decir, transforman nuestro quehacer cotidiano.
Las tecnologías de la información penetran en los sectores de mayor desarrollo socioeconómico, modificando la manera de transmitir y distribuir mensajes, muy especialmente a partir del uso de la Internet en los diversos sectores académicos, económico/financieros sociales y políticos. Si consideramos que esas tecnologías de la información y la comunicación nos facilitan dichas acciones, entonces debemos usarlas para ampliar las oportunidades de educación, convivencia, empleo y bienestar para toda la población, sobre todo para aquella que hasta ahora, a comienzos del siglo XXI, permanece aún marginada y sin las mismas oportunidades de justicia, educación y desarrollo.
Se requiere evitar el ensanchamiento de la brecha entre una minoría privilegiada que se beneficia de todo tipo de progreso, y la proporción considerable de la humanidad relegada a soportar sólo los inconvenientes.
La relación comunicación/información es tan estrecha que el conjunto integra una interdisciplina. El desarrollo y la integración de diversas tecnologías de telecomunicaciones e información posibilitan el transporte y la transferencia de mayores volúmenes de información, reduciéndose considerablemente el tiempo y facilitando la interacción entre las personas y con la información. Ello contribuye al fortalecimiento y engrandecimiento del propio ciclo de información, que pasa por encima de barreras políticas y nacionales. Contribuye así al surgimiento de una nueva etapa en la evolución de la sociedad internacional, en donde la información se convierte en el medio fundamental de interrelación, intercambio, comercialización, educación y trabajo; lo que se ha dado en llamar globalización o mundialización.
La sociedad ha evolucionado de una economía basada en la manufactura de bienes físicos a otra de servicios, en la que la sociedad que tiene acceso a ellos utiliza la información como medio para alcanzar sus metas y maximizar así el valor de la actualización y posesión de la misma. De tal manera, en esta etapa se hacen evidentes nuevas estructuras de poder entre las sociedades y naciones privilegiadas que poseen información y aquéllas desposeídas de ella.
3. La educación en el siglo XXI
Una sociedad del conocimiento será aquella que, a partir de alcanzar el nivel de una sociedad educada, puede recuperar información para enriquecer su conocimiento y tomar las decisiones pertinentes a su propio desarrollo personal y colectivo. Si bien a finales del siglo XX aumentaron las oportunidades de acceso a la información y al conocimiento, con millones de personas usando estas tecnologías en todo el mundo, la mayor parte de la población mundial aún no la puede utilizar para su beneficio.
Ante esta realidad, la educación, la formación profesional, la formación académica y la actualización como proceso permanente de vida, se convierten en pilares fundamentales de las reformas sociales, económicas y políticas que deberán enfrentar las sociedades del siglo XXI.
En el documento de la UNESCO (1995) sobre la educación en el siglo XXI, se manifiesta que no puede plantearse ni instrumentarse una transformación de la sociedad hacia un desarrollo sostenible, en armonía con el medio ambiente, con justicia y seguridad, con empleo y alivio de la pobreza, en convivencia pacífica y democrática —puntos todos ellos manifestados en y por la mayoría de los países en la actualidad—, sin una transformación del proceso educativo. La educación puede favorecer la creatividad de cada individuo, contribuyendo también a promover la cohesión en una sociedad cada vez más mundializada. En dicho documento se indican como principales temas para el planteamiento de la educación para el siglo XXI:
· Las principales tendencias y tensiones en la educación.
· Los cuatro pilares fundamentales de la educación.
· La educación como proceso de vida, y
· La educación y las nuevas tecnologías de comunicación e información.
4. Información y conocimiento
Para ampliar las posibilidades de acceso a una institución educativa de calidad, se requiere involucrar a nuevos actores en el proceso educativo. Esos nuevos actores serán, sin duda, los especialistas en la organización, manejo, acceso, recuperación y distribución de la información desde sus diversas perspectivas disciplinarias.
Recordemos que la educación es un proceso permanente de enriquecimiento continuo del conocimiento y del saber hacer o «saber cómo hacer»; es también el mejor medio para la construcción privilegiada de cada persona y de las relaciones entre individuos, grupos y naciones.
Los seres humanos nos encontramos, en la actualidad, divididos entre la mundialización o globalización y la búsqueda de nuestras raíces, nuestros puntos de referencia y nuestro sentido de pertenencia.
Si aceptamos que el proceso de enseñanza/aprendizaje debe diseñarse para que cada individuo aproveche al máximo sus capacidades, el concepto de educación debe ampliarse en tiempo y espacio para que realmente sea un proceso de vida, la educación a través de toda la vida.
Sin duda estamos en la transición hacia una sociedad cognoscitiva, es decir, dirigida por el conocimiento. Al mismo tiempo, debemos estar conscientes de los fracasos en la aplicación del conocimiento para un bienestar más amplio y justamente distribuido, precisamente por la naturaleza endógena de los mecanismos de acumulación y aplicación del conocimiento.
Tanto en países desarrollados como en desarrollo, queda aún mucho por discutir y avanzar en cuanto a la aplicación de las TIC (tecnologías de la información y la comunicación). Entre los temas relacionados con la educación se mencionan: a) los que las consideran como herramienta y soporte para mejorar la calidad del proceso educativo. Ya no deben observarse las tecnologías integradas de información y comunicación únicamente como soportes tecnológicos, sino como elementos integradores e incluyentes de los procesos de acceso y recuperación de información y transferencia de conocimiento y de enseñanza/aprendizaje; b) los cambios profundos y aun paradigmáticos que requiere el proceso educativo, tanto por el oferente como por el receptor, y c) los aspectos sociales y culturales, legales, políticos y económicos de la transferencia electrónica de la información, que deberán considerarse al planear la distribución, organización, acceso y recuperación local, nacional o mundial.
La información es un insumo de la comunicación. ¿Pero, qué es información y qué entendemos por flujos de información? La información, como resultado del proceso cognoscitivo, es la forma comunicable del conocimiento. En este caso la información es «objetiva», ya que se refiere a ella como una manifestación real de los procesos cognoscitivos y es, entonces, una entidad física.
Un enfoque «subjetivo» asume que si la información existe en el cerebro humano, solamente puede comprenderse en los términos en que cambia a las personas o a las situaciones y a la forma en que repercute en ellas. Los símbolos y señales sólo se transforman en información cuando se fijan en una estructura cognitiva; es decir, no tienen existencia ni realidad por sí mismos. Este punto de vista es congruente con la aseveración de que el significado es construido por el individuo con base en su propia experiencia. Los flujos de información se refieren al «conocimiento en movimiento».
5. Las nuevas tecnologías al servicio del desarrollo educativo
Desde siempre la información, en tanto vehículo de transmisión de conocimiento, ha constituido un factor esencial en el avance de la sociedad. El actual desarrollo de todas las disciplinas se caracteriza, entre otros factores, por una aceleración en la recopilación, almacenamiento, procesamiento y transmisión de información, lo cual ha producido diversos efectos como elemento estratégico para el desarrollo integral de la sociedad.
La existencia de la ciencia social se basa en la capacidad de tratar a un grupo social como una organización y no como una aglomeración. La comunicación es el aglutinamiento que forma las organizaciones. Sólo la comunicación permite a un grupo pensar unido, ver unido y actuar unido. La información juega un papel fundamental en las relaciones internacionales, tanto como medio de comunicación entre personas, como instrumento de entendimiento y conocimiento entre las naciones. Este papel se torna aún más importante y crucial en las relaciones internacionales contemporáneas, ya que los nuevos desarrollos tecnológicos otorgan a la comunidad internacional rápidos y sofisticados medios de comunicación que permiten la transmisión casi instantánea de información a diferentes regiones del globo. No obstante, la distribución de la información en el mundo actual se caracteriza por desequilibrios básicos que reflejan un desnivel general que afecta a la comunidad internacional; ello se manifiesta en una amplia variedad de campos, especialmente en las esferas políticas, legales, técnicas y financieras (Deutsch, 1956).
La posesión y oportuna aplicación de la información es factor esencial de progreso; es elemento indispensable para el uso racional de recursos, para avances científicos, tecnológicos, sociales y culturales, y como prerrequisito para el desarrollo; es, pues, un recurso vital para el proceso educativo y para el avance del conocimiento. Por ello, en nuestros días la información adquiere una connotación especial y, por lo tanto, es indispensable considerar el estudio y la investigación en el campo como prioritarios y como actores es importantes a considerar en la transformación del proceso educativo (Ascencio, Gil, 1989).
La importancia de la información y su relevancia en los procesos de enseñanza/aprendizaje es obvia; pero también lo es la necesidad de comprender los procesos de los flujos de información y su organización. Para que una persona se eduque necesita adquirir información que enriquezca sus conocimientos, y, a través de ellos, adquiera nuevos conocimientos, habilidades y actitudes que le faciliten tomar decisiones para su desarrollo personal y colectivo. Deberá tener acceso a la información y al conocimiento registrados que sean relevante para su aprendizaje.
La educación permanente es la construcción continua de la persona, de su saber y de sus aptitudes, de su facultad crítica, de sus actitudes y capacidad de actuar; debe habilitar para desarrollar una conciencia crítica de cada individuo sobre sí mismo y fomentar su plena participación en el trabajo y en la sociedad. De aquí la importancia de dirigir los planes educativos hacia una «sociedad educadora y educada» para el próximo siglo. Ello no se alcanzará si no se logra ampliar la oferta educativa de calidad con equidad y con apoyo en las llamadas nuevas tecnologías de la información.
El concepto de educación continua o educación a lo largo de la vida tiene las ventajas de su flexibilidad, su diversidad y su disponibilidad en tiempo y espacio. La educación continua, la educación a distancia y el aprovechamiento de las tecnologías de la comunicación y la información, deberán ofrecer mayores oportunidades para el desarrollo del proyecto personal de cada individuo.
6. Organización de la información y transferencia de conocimiento
La universidad virtual, entendida como la apertura de la universidad hacia la comunidad extramuros con el apoyo de las tecnologías de la información para ampliar la oferta de servicios de docencia y difusión de la cultura, así como la interacción de grupos intra y extramuros a través del espacio cibernético, requiere revisar la infraestructura tecnológica, los recursos humanos multidisciplinarios y la estructura y organización de los contenidos y flujos de información necesarios para su funcionamiento.
Los antecedentes de «universidad virtual» los encontramos en las infraestructuras de apoyo a la transferencia de información electrónica para los sectores de educación superior e investigación, la educación y formación a distancia y elementos de las educaciones abierta y continua. También debemos incluir los estudios e investigaciones sobre el comportamiento de las personas en la búsqueda y acceso a la información oportuna, relevante y pertinente a sus intereses, y en la organización de información y administración de servicios de información electrónicos.
Los flujos electrónicos de información son insumo indispensable de los procesos multimodales de enseñanza/aprendizaje. Las investigaciones sobre flujos electrónicos de información —políticas, organización, recuperación y uso— son importantes para la proyección interdisciplinaria de la educación continua a distancia y de la universidad a distancia y virtual.
Más que nunca los especialistas en las diversas disciplinas afines a la información, la comunicación y la educación —incluyendo los aspectos editoriales, edición y publicación electrónica—, deben colaborar de manera interdisciplinaria con todos los actores que participan en el diseño, desarrollo y puesta en marcha de los procesos de educación a distancia y de educación virtual. Hago énfasis en la palabra interdisciplinaria, porque cada uno de los participantes en un proyecto multidisciplinario tendrá que apreciar la perspectiva de los especialistas de otras disciplinas, con objeto de tener una visión integrada del problema y de las necesidades de académicos, alumnos y administradores en el proceso educativo.
Al desarrollar sistemas de información para la educación continua a distancia y virtual, debemos considerar la posibilidad de un autor/usuario; es decir, quien accede a esta modalidad educativa puede ser, a su vez, oferente y receptor de información. Los sistemas deben ser organizados para el acceso coherente, amplio, oportuno y pertinente para el participante del proceso educativo.
Los primeros desarrollos tecnológicos para la transferencia de información electrónica prácticamente no tomaron en cuenta la necesidad de la participación de especialistas en la organización de contenidos de información. Sin embargo, ante la demanda de facilitar el acceso y de mejorar la recuperación de la información, se ha requerido incorporar, cada vez con mayor participación, a los profesionales de información expertos en la organización, acceso o recuperación de información.
Los proyectos de universidad en línea, teleducación o educación o universidad virtual, requieren de grupos interdisciplinarios de desarrollo, apoyados en investigaciones interdisciplinarias, en los que participen investigadores en educación y pedagogía, cómputo —inteligencia artificial— y cibernética, informática y telecomunicaciones, psicología, lingüística, bibliotecología, ciencias de la información y de la comunicación, etc. Reitero la importancia de incluir en los equipos de trabajo a especialistas en bibliotecología e información, con objeto de apoyar el mejor flujo y organización de contenidos sobre soportes electrónicos para su interacción a distancia, incluyendo los materiales para los cursos, las bibliotecas digitalizadas y software para la interacción individual y colectiva.
Así han surgido nuevas tecnologías para apoyar la organización del conocimiento: estructuras y relaciones en el ambiente en línea, aplicaciones de estructuras tradicionales y no tradicionales a los sistemas digitalizados de recuperación de información (motores de búsqueda, bases de conocimiento distribuidas y multilingües, etc.).
Se dice que la recuperación de la información debe ser oportuna y relevante para las necesidades del usuario de la información. El concepto de relevancia es subjetivo; dependerá de cada individuo, de sus conocimientos y de su juicio de selección.
¿Cómo se logra entonces consistencia en la recuperación? Dependerá sobre todo de la organización de la información y de los modelos matemáticos de recuperación que se apliquen a los flujos electrónicos de datos y de información, así como de la percepción y comprensión del tema y de su terminología.
En la actualidad, el estudio de las teorías de la información y la recuperación se incluyen en algunos programas de postgrado en bibliotecología y en ciencias de la información, en ingeniería —investigación de operaciones, telecomunicaciones, electrónica—, cibernética, ciencias administrativas y procesos de toma de decisiones, y en ciencias cognoscitivas en algunas universidades. Sin embargo, aún queda mucho por investigar en estos campos y mucho que revisar en los programas curriculares para entender mejor el complejo fenómeno interdisciplinario de la transferencia de información y de conocimiento; en éste último habría que agregar a las neurociencias y a las ciencias del comportamiento.
Sin embargo, aunque los principios que rigen los flujos de la información electrónica nos sugieren amplias posibilidades para la educación a distancia y la universidad virtual, la planeación de los sistemas en red y las ventajas o desventajas de los sistemas integrados de información aún deben analizarse. En ocasiones, las administraciones universitarias privilegian las tecnologías de la información sobre los recursos y servicios de la información (Branin, J., D’Elia, G., Shaugnessy, T., Adams, C., 1997). Sin una adecuada inversión de recursos humanos y económicos en la planeación y organización de los flujos de información para la universidad virtual, ésta no podrá funcionar como tal.
7. Educación a distancia y universidad virtual
La biblioteca digital debe ser, para la educación a distancia y virtual, el centro de administración del conocimiento de la institución. Las bibliotecas que participen en la educación virtual serán centros de conocimiento virtuales que distribuyan las colecciones digitalizadas y una gran cantidad de recursos informativos en medios electrónicos, aprobados por los maestros y por los bibliotecólogos, para el acceso oportuno de flujos de información relevantes para los cursos.
Un curso de educación a distancia, de acceso a través de un portal o sitio Web, podrá incluir:
· Los objetivos y propósitos del curso.
· La descripción del curso.
· Las notas de seminario.
· Las publicaciones, artículos y referencias bibliográficas.
· Los formatos de examen.
· El acceso a bibliotecas digitales.
· Las vinculaciones a otros materiales relevantes en el Web.
· Una sección de interés general.
· Los chats, listas de discusión, teleconferencias y otros medios para la comunicación colectiva o individual entre los alumnos o con los maestros, tutores e instructores.
Desde su planeación y diseño, tanto las páginas Web como los cursos de formación, capacitación y actualización a distancia y virtual, requieren la coparticipación de diversos especialistas, como ya se ha mencionado anteriormente.
Las bibliotecas digitales son esenciales para el adecuado progreso de este tipo de cursos. Por ello, es necesario invertir más recursos para su desarrollo y tener mejor control y seguridad en el medio cibernético, además de alcanzar acuerdos viables en torno a la problemática de la propiedad intelectual, que incluye los derechos de autor y de copia.
Los planteamientos relacionados con la educación a distancia, desde luego interesantes y seguramente aplicables, tienen, sin embargo, múltiples problemas y riesgos que ya han surgido y se observan en muchos programas que se ofrecen; entre ellos cabe destacar:
· Distanciamiento; pérdida de la misión educadora del docente si no logra una interacción con los alumnos y entre ellos mismos. Se puede confundir el papel de los facilitadores, instructores y supervisores, que son personal de apoyo, con el del maestro.
· Cerrazón en lugar de apertura para acceder a la información. El peligro de que, en vez de ampliarse las posibilidades de acceso, como podría pensarse al usar Internet, su carencia actual de organización de la información podría conducir al alumno distante a acceder sólo a los materiales informativos preparados ex profeso para el curso, sin completar la búsqueda en las bibliotecas digitales y sin recurrir a otros recursos informativos y materiales organizados en el medio cibernético para facilitar su acceso y recuperación.
· Las posibilidades de acceso podrían reducirse por la ausencia de un control bibliográfico adecuado que le impidiera fácilmente recuperar la información pertinente a través de Internet. Al no tener éxito en su búsqueda, el alumno recurre sólo a lo que el maestro coloque en el Web. Así se perdería la esencia del cambio educativo, que busca que el alumno aprenda a aprender y a buscar la información pertinente que dé respuesta a sus dudas e inquietudes; que le apoye en la resolución de los problemas que se le presenten buscando diversas opciones, y, por ello, diversas fuentes y recursos de información y de conocimiento registrados electrónicamente. Sería una educación basada en «los apuntes» del maestro o del instructor, con lo que el alumno no aprendería a buscar, a acceder y recuperar información, a relacionarla con su problema y a encontrar opciones para su resolución; es decir, el alumno acumularía datos e información, pero no aprendería a resolver problemas de la vida real.
El gran reto de la política educativa en el mundo es lograr el doble objetivo de enseñanza de calidad con equidad Para ello es necesario adecuar los cursos, métodos y contenidos educativos, así como contar con las condiciones necesarias para su eficacia.
La fortaleza de las profesiones que involucran a la cadena informativa se identifica principalmente con las habilidades de aplicación. Sin embargo, no son meramente adjuntos que dan servicio a los procesos de investigación y generación de nuevo conocimiento, sino que trabajan y piensan dentro de un paradigma intelectual que promueve la observación y la participación dentro de otros paradigmas. Las ciencias de la bibliotecología, de la documentación y la información, las ciencias de la computación, las ciencias cognoscitivas, la cibernética y la inteligencia artificial, tienen sus fundamentos y estructuras teóricas que ahora se reconocen como indispensables para participar en los modelos de universidad virtual.
El enfoque cognoscitivo de la organización del conocimiento, es decir, el conceptual y sus relaciones interconceptuales, la formación de categorías, el uso o desuso de clasificaciones tradicionales y no tradicionales para la organización de la información y su representación conceptual en sistemas basados en el conocimiento y en el análisis orientado por objetos, son temas actuales de discusión e investigación, y los resultados serán de suma importancia al aplicarse a la organización de los flujos de información y conocimiento en el proceso educativo apoyado por tecnologías de la información.
Las estructuras que surgen en la llamada organización del conocimiento deberán considerar su forma de representación en la mente humana y en las herramientas para el manejo de información, como son los esquemas de clasificación, los tesauros y los instrumentos de indización para los sistemas «inteligentes», llamados así porque contienen en sí mismos el valor agregado de experiencias y conocimientos que les permiten responder a las preguntas. Las teorías de organización del conocimiento, la historia y la filosofía, las actuales divisiones de las ciencias y sus paradigmas, deben también considerarse.
El diseño de sistemas de información para la educación virtual requiere tomar en cuenta la estructura y las relaciones entre los lenguajes de indización y su recuperación, el diseño de los vocabularios controlados, la construcción de terminología y las herramientas de extracción para la recuperación (tesauros y metatesauros, tesauros multilingües), todo ello apoyado en la normalización que considera los problemas de compatibilidad.
Se requiere tener los modelos conceptuales necesarios que sirvan de base para el desarrollo de los flujos y contenidos electrónicos de la información; analizar y conocer el perfil de los usuarios a quienes va dirigido el curso de educación continua y, obviamente, el nivel del curso; también debe haber acceso a las tecnologías de la información y la comunicación adecuadas a las necesidades de los flujos de información, y éstos, a su vez, a las necesidades del curso.
Si entendemos como universidad virtual la posibilidad de continuar la misión universitaria de docencia, investigación y extensión de la cultura, con una interacción a través del soporte de las tecnologías de la información, diremos que en este contexto de convergencia digital la universidad continúa viva y se fortalece dentro y fuera de su propio campus, agregando a la interacción presencial la interacción virtual. Así entendida, la universidad virtual incluye y amplía la temática y las posibilidades de una universidad abierta, de la educación continua y de la educación formal, de la educación a distancia, y, lo más importante, vincula estas actividades de manera estrecha, casi indivisible, con la universidad presencial y con la vida intramuros de la universidad. En mi opinión, la universidad virtual incluye tanto a la comunidad presencial como a la comunidad extramuros (Almada, 1997).
Considero el concepto de universidad virtual como un complejo conjunto de sistemas tan amplio como los requerimientos de satisfacción de necesidades cognoscitivas de la propia humanidad, y con una coordinación de comunidad en red que va aprovechando los desarrollos propios y los mundiales, de acuerdo con los proyectos individuales que en su conjunto van dando las pautas de la política social.
La transformación de las universidades, incluyendo toda la perspectiva que ofrece el uso de las tecnologías de la información para incorporar a la sociedad extramuros, de ninguna manera debe contribuir a ser una «universidad masificada» por la virtualidad, sino, por el contrario, ser una «boutique universal» de adquisición de conocimientos, pudiendo inclusive revertir la corriente hacia algunos aspectos muy positivos de la comunidad académica integrada, y donde los viejos edificios, con sus grupos cerrados de poder, quedan obligadamente abiertos. Si este desarrollo se hace con la convicción de buscar reducir y no ampliar la brecha entre los ricos y los pobres en información, esta visión podría ser la realidad que impulsara una educación de calidad a lo largo de la vida de una sociedad del conocimiento.
La educación virtual debe ser una parte esencial de la transformación de la estructura universitaria en este principio de siglo. Para desarrollar la universidad virtual se requiere un extraordinario esfuerzo por parte de todos los actores del proceso universitario: los docentes y los investigadores, la administración académica, los cuerpos colegiados y los especialistas ya referidos en este texto, convergiendo todos en el objetivo primordial de participar en la transformación frente a los nuevos paradigmas del proceso educativo formal y el continuo, con nuevos mecanismos de apoyo e infraestructura para la investigación y la difusión de la cultura y para la administración académica, con una sólida infraestructura que facilite la comunicación de la información y la transferencia del conocimiento.
El cambio paradigmático no está en la tecnología sino en la relación entre estudiantes y profesores y entre éstos y sus instituciones. Las escuelas virtuales, con su propósito de establecer una relación estratégica de aprendizaje a través de la vida, acercan más, vinculan más a los usuarios de las instituciones de educación superior, tanto en la educación formal como en la continua, transformando radicalmente el «mercado de la educación» (Cronin, 1997). A este comentario de Cronin agregaría, y la relación entre alumnos.
Al diseñar programas de educación continua a distancia debe conocerse el mercado de trabajo para anticipar sus necesidades y buscar las tecnologías y procedimientos más adecuados, y así minimizar los problemas que pueden surgir al aplicar las nuevas tecnologías de la información. Es probablemente el tipo de educación que más debe regirse por la demanda, por las necesidades manifestadas por los diferentes sectores de la sociedad, y articulado para una educación «justo a tiempo y suficiente», más que «por si acaso».
8. El proyecto EVA, un ejemplo de participación tecnológica
Como ejemplo de participación tecnológica mencionaré un proyecto mexicano, desarrollado por el área de inteligencia artificial en el Centro de Investigación en Computación del Instituto Politécnico Nacional, denominado Proyecto EVA (espacios virtuales de aprendizaje). En este proyecto ya no se considera la tecnología de la información únicamente como soporte de la educación virtual, sino como copartícipe del proceso mismo. Su conceptualización se basa en una educación virtual asíncrona con cuatro espacios virtuales; los tres primeros son el de los receptores o alumnos, el tutorial y el de laboratorio o experimental, todos ellos alrededor de un espacio central, que es el del conocimiento y que se refiere a la transferencia del conocimiento registrado; y como esfera cubriendo a los cuatro espacios virtuales anteriores está la evaluación. Este proyecto contiene la posibilidad de una total interacción virtual entre los alumnos usando tecnologías avanzadas, como chats, usenets, telerreuniones, etc., y entre ellos y las otras esferas virtuales del conjunto virtual de aprendizaje.
Este interesante proyecto contempla el desarrollo ad hoc de biblioteca digital, y ya se han incorporado publicaciones electrónicas y administración/gestión de la información en la esfera central llamada «del conocimiento».
Encuestas hechas a personal académico sobre el uso de tecnologías de la información indican que, si bien ayudan a ese personal, le hacen ocupar un tiempo importante en la búsqueda y organización de su información, a veces con la percepción de no haber sido exhaustivo. También es cierto que las dos características cualitativas principales para el uso de tecnologías de la información por personal académico son: que satisfagan las necesidades de apoyo para la tarea por desempeñar, y los patrones de hábito de uso. Muchos de los agentes causales determinan tanto la utilización como los hábitos de uso (Lending, 1997).
En cuanto a las políticas de información necesarias para avanzar en el desarrollo nacional y regional de la educación a distancia y virtual multimodal, se requiere incorporar a los sectores de telecomunicaciones, de computación, de electrónica y de informática para apoyar la imprescindible necesidad de nuestros países de lograr un desarrollo educativo amplio y sostenido. Es obvio que los sectores educativo y académico juegan el papel fundamental, pero también es esencial la participación del gobierno, de la industria, del comercio y de organismos no gubernamentales, para que el uso de tecnologías de información y comunicación avanzadas tengan los resultados esperados.
A pesar de los múltiples programas de educación a distancia y de las instituciones de nivel nacional e internacional que advierten haber creado programas de educación virtual, instituciones virtuales, universidad virtual, son etapas ciertamente importantes, pero aún primitivas. Falta contar con suficientes y adecuadas fuentes de información digitalizada, más útiles, que realmente satisfagan nuestras necesidades cognoscitivas con diversos niveles de información.
Continuamente se presentan versiones mejores de los diversos programas informáticas que apoyan la organización electrónica de la información y de documentos, y la creación de instrumentos auxiliares (tesauros, índices, etc.) para el acceso y recuperación precisos de información, así como la integración de tecnologías de telefonía y periféricas que facilitan aún más la interconexión y la navegación, simultáneamente con varias tecnologías y fuentes de información.
Sin embargo, debido al volumen de información en sitios Web, que surge como si fueran «hongos cibernéticos» porque ahora el ciclo de publicación y actualización de sitios se reduce a horas en vez de meses, así como por la diversificación de fuentes de información, la organización de los sitios Web, que parecería sencilla por todas los avances en las tecnologías, se hace más compleja y hasta frustrante.
Para enfrentar estos problemas, recientemente han aparecido artículos sobre la «administración de contenidos» (content management), entendida como el proceso de crear y desplegar información en la Web. Se pretende que la administración de contenidos reduzca el costo de la creación y el mantenimiento de sitios Web; sin embargo, la recuperación de la inversión puede alargarse debido a los costos efectuados en el rediseño del proceso y en la capacitación. Ello ha dado lugar a descentralizar la responsabilidad de la administración de contenidos.
El proceso de administrar contenidos se facilita con una base de datos sobre la publicación de conocimientos (knowledge base publishing) que es, en realidad, un inventario de activos intelectuales tales como catálogos, tesauros y otros materiales que ayudan a la creación y adquisición, descripción y clasificación, integración de formatos, colaboración y despliegue en la Web, con objeto de transformar los activos en bienes terminados y reciclarlos para propósitos nuevos (Montague Institute Review, 2000).
La universidad virtual debe facilitar la interacción entre maestros y alumnos y su acceso a un conjunto de documentos electrónicos para el curso, así como posibilitar búsquedas sobre el tema o temas afines en bibliotecas digitalizadas y otras fuentes de información que sean útiles para enriquecer el conocimiento, para resolver problemas, para ser más competitivos. El estudiante necesita tener la autodisciplina suficiente como para cumplir con sus proyectos sin la constante supervisión presencial del maestro. Algunos cursos a distancia permiten que el alumno establezca el paso al que va avanzando en su acumulación de conocimientos, análisis e interpretación de información que inciden en su propia formación.
El maestro debe identificar los materiales necesarios para el curso y ser creativo para propiciar la interacción y la participación de los alumnos. Los cursos deben ofrecer la posibilidad de que los alumnos tengan interacción vía electrónica con otros maestros y con otros alumnos; es decir, que creen una verdadera comunidad virtual. Lo anterior precisa un análisis retrospectivo y prospectivo del proceso de enseñanza/aprendizaje, del papel del maestro y del tipo de materiales, métodos y contenidos que deben fluir electrónicamente.
9. La universidad del futuro
¿Qué elementos principales formarán parte de la universidad del futuro? Incluirá, seguramente, la universidad extramuros, es decir, las actividades presencial y virtual. También habrá instituciones educativas totalmente virtuales dirigidas por instituciones educativas o creadas como centros de capacitación de algunas empresas u otro tipo de organismos cuya misión no es la educativa, pero que buscan capacitar o actualizar al personal.
La universidad del siglo XXI requiere incluir una importante participación estratégica y protagónica de la biblioteca digitalizada como referente de estos materiales. Los acervos de las bibliotecas actuales y los documentos digitalizados en sistemas de información que se transfieren en el Internet y los Intranet, constituyen bibliotecas virtuales capaces de ofrecer documentos e información integrada en paquetes específicos para las necesidades de cada individuo.
Una universidad del futuro puede ser totalmente virtual o una combinación de educación presencial y virtual. Lo que no habrá será una institución educativa y académica sin programas en línea y virtuales. Las administraciones universitarias deberán tomar esto en cuenta al elaborar sus políticas y sus planes de desarrollo.
Mucho se ha hablado del modelo de biblioteca convencional como del gran almacén del conocimiento impreso y de los cambios que implica el almacenamiento y el acceso a los documentos electrónicos. La biblioteca, entendida por sus efectos de transmisión organizada de información, puede «construir o destruir» el edificio, pero nunca su función. La biblioteca tradicional empezó a transformarse hace algunas décadas, y en la actualidad lo hace con mayor rapidez; cambia su forma de trabajar y algunos paradigmas, mas no su esencia, que se fortalece en tanto el ser humano tenga la necesidad cognoscitiva de encontrar respuestas a sus preguntas.
El cambio estratégico de educación «por si acaso» a aprendizaje «justo a tiempo», o una combinación de ambas, se dirige hacia una asociación entre sociedad e institución educativa, empresa capacitadora o de actualización u otras que garanticen el desarrollo continuo de las personas, y a la que pueden acceder cuando lo requieran para su propio desempeño profesional, técnico o social. Este es el sentido de la formación y actualización a lo largo de la vida; es el camino hacia una sociedad del conocimiento que busca un desarrollo más justo y equitativo para todos sus integrantes.
La transformación del proceso educativo conduce hacia una educación «multimodal», donde la educación continua jugará un papel crucial y donde la forma de acceso virtual irá penetrando cada vez más en la sociedad. Los flujos electrónicos de información serán el recurso de transferencia cognoscitiva común para esa modalidad educativa.
La viabilidad de ampliar la oferta educativa de calidad usando las nuevas tecnologías de la información, basada en un desarrollo tecnológico adecuado a las demandas educativas, con los recursos humanos preparados para nuevas modalidades y procesos de enseñanza y recursos informativos de amplia opción y electrónicamente accesibles, dependerá del desarrollo social y económico en la región; de las políticas públicas y del sector privado, que den prioridad a las políticas educativas y a la inserción de políticas de información e informática adecuadas para su mejor desempeño.
También dependerá de la adecuada adopción y adaptación a las distintas modalidades que requieren las sociedades heterogéneas de cada nación latinoamericana y del desarrollo de la ciencia y la tecnología en el área.
La sociedad del conocimiento, o lo que anticipamos será una sociedad de información educada y capacitada para aplicar la información para el beneficio individual y colectivo, no podrá ser una sociedad cultural y socialmente homogénea. Dentro de la heterogeneidad del desarrollo mundial de las sociedades y de las naciones, considero que irá surgiendo una sociedad multicultural del conocimiento, con respeto a las diferencias, con mayor justicia e igualdad de oportunidades, para que nadie quede aislado de la posibilidad de acceder a la información, al conocimiento y a la educación para estructurar su proyecto personal y social.
Peter Drucker, en su libro sobre la sociedad postcapitalista1, se refirió en 1993 al mundo de los próximos años, sugiriendo que el «megaestado había llegado a un callejón sin salida». Ahora bien, el estado-nación encuentra cuatro tensiones: la transnacional, la regional la nacional y la subregional.
Ante el proceso globalizante, los seres humanos enfrentamos también diversas tensiones:
· La tensión entre lo global y lo local: las personas se van haciendo ciudadanas del mundo pero sin perder sus raíces, participando en la vida de su nación y de su comunidad local.
· La tensión entre lo universal y lo singular: la cultura se globaliza progresivamente, y no debemos ignorar ni las promesas ni los riesgos de la globalización, incluyendo la tendencia a olvidar el carácter único de cada persona, su vocación de elegir su propio destino y de desarrollar todo su potencial dentro de la riqueza de las tradiciones y de su propia cultura, que se ven amenazadas si no las cuidamos ante las evoluciones en curso.
· La tensión entre tradición y modernidad: ¿Cómo adaptarse a los cambios sin darle la espalda al pasado? ¿Cómo construir nuestra propia autonomía al lado del libre desarrollo de los demás? ¿Cómo dominar y aprovechar mejor el progreso científico? Debemos tomar muy en cuenta todos estos puntos al afrontar los retos de las nuevas tecnologías de la información y la comunicación (las telecomunicaciones, la informática y los flujos de información). Esta tensión se mantiene por la prevalencia de lo efímero e instantáneo en un mundo en el que la sobreabundancia de información y la emoción fugaz mantienen el foco de atención en los problemas inmediatos. La opinión pública exige respuestas rápidas y soluciones prefabricadas, cuando lo que realmente se necesita es una estrategia de reforma cuidadosa, paciente, concertada y negociada (UNESCO, 1995).
10. Las bibliotecas nacionales en la “sociedad del conocimiento”
Aquí también cabría una reflexión sobre las bibliotecas nacionales en el siglo XXI. ¿Cuál debe ser el papel de las bibliotecas nacionales frente a este desafío cultural, social, económico y tecnológico? ¿Está cerca el fin de su misión y existencia? Será importante hacer un análisis para determinar su futuro, e incluir los resultados en políticas de información de las políticas culturales y educativas de los países.
Maurice Line2 nos comenta que el futuro de las bibliotecas nacionales «no está determinado por ellas mismas, sino por los países y sus habitantes y por eventos, fuera del control de ambos».
Hasta ahora, entre las principales responsabilidades y acciones de las bibliotecas nacionales están: la compilación de las colecciones de materiales publicados en cualquier medio en el país, para su resguardo y difusión; el depósito legal; la organización y preparación de las bibliografías nacionales; los servicios de divulgación y difusión del patrimonio cultural, histórico y actual bajo su resguardo, incluyendo en este rubro las bibliografías especializadas, la conservación y restauración de materiales, los estudios historiográficos y bibliográficos; exposiciones; seminarios, etc. Sin duda, todo ello juega un papel fundamental dentro de las políticas culturales y educativas.
Una «sociedad del conocimiento» pretenderá reflejar la repercusión que la llamada «revolución de la información» tendrá sobre toda la sociedad de este nuevo siglo. Los temas de despliegue y facilidad de acceso a la información, administración de contenidos, seguridad y calidad de la información, comercio y empresas cibernéticas, legislación en materia de propiedad intelectual y transferencia de información, delincuencia cibernética y otros asuntos legales relacionados con los medios y contenidos de los flujos de información. Reiteramos que todos estos puntos son parte de las políticas de información e informática que deberán insertarse en las políticas nacionales correspondientes y vinculadas a las políticas educativas. Una verdadera y ampliamente distribuida educación de calidad para todos no puede diseñarse aislada de las políticas nacionales de información.
11. El profesional de la información para el desarrollo de los países
¿Quién es en realidad el nuevo profesional de la información y qué conocimientos, habilidades y características debe tener? Las funciones que desempeñan las diversas instituciones que publican, manejan, organizan y administran información, así como lo que requerirán esas sociedades multiculturales de información y de conocimiento según los escenarios que nos tracemos, requerirán profesionales con especializaciones diversas, provenientes de diferentes disciplinas y que converjan, desde sus particulares enfoques disciplinarios e interdisciplinarios, en el objeto de interés y de estudio que es la información producida tanto en el país como en cualquier lugar del mundo, y que utilicen las tecnologías integradas de la información y la comunicación para beneficio de una sociedad de la información.
En su reflexión sobre la ética del moderno profesional de la información, Hill (1998) destaca que los ideales del deber cumplido con el cliente, la oferta de servicios y productos de la más alta calidad, y el aprovechamiento de las oportunidades que se presentan para aumentar el conocimiento en el campo de la información y su difusión entre pares, puede apoyarse en las nuevas tecnologías de la información; pero los ideales mismos y sus consideraciones éticas son independientes de esos soportes tecnológicos.
Los problemas por resolver van cambiando; los requerimientos éticos no cambian. Es indispensable que los profesionales de la información, actuales y futuros, tomen muy en cuenta estas consideraciones, frente a la tentación de romper con restricciones legales y morales sobre el uso de la información, con el fin de buscar ventajas personales o institucionales, pero con falta de ética.
Las últimas décadas del siglo XX observaron increíbles cambios en las tecnologías de la información, que incidieron drásticamente en las actividades, funciones y formas de trabajo de los profesionales de la información y, por lo tanto, sobre las funciones de las diversas unidades de información presenciales y electrónicas. ¿Qué servicios de información debemos crear que sean adecuados para cada individuo y que estén disponibles para la sociedad? A diario surgen servicios de todo tipo en Internet; algunos permanecen, siempre y cuando se actualicen continuamente en contenido y en tecnología, y otros desaparecen, ya sea por la mercadotecnia globalizante o porque no supieron ponerse al día, o porque no supieron identificar adecuadamente a su conjunto de usuarios.
Un centro integrador de información proporciona apoyo técnico e informativo al personal académico y administrativo de un departamento o dependencia académica al facilitarle la identificación de recursos de información, el acceso y recuperación de la información y su integración, y el procesamiento, almacenamiento, manejo, administración y transmisión de la información. El entorno de un CII se caracteriza por ser un ambiente informativo intenso en tecnología, que captura, integra y distribuye la información a las dependencias académicas, independientemente del formato y de la procedencia. Lo anterior nos da una indicación sobre algunas de las actividades que desarrollan los modernos profesionales de la información en el medio académico. Cabe mencionar que un CII no es un centralizador o depositario de la información, sino que es un facilitador de información para la comunidad de una institución.
Vale la pena reflexionar sobre la mejor forma de aplicar las nuevas tecnologías de la información y la comunicación para desarrollar los objetivos y la misión de la institución. Ello llevará a planear y plantear los tipos de profesionales de la información que se requieren para las sociedades multiculturales de la información y cómo deben formarse.
Si bien la sociedad en sus diversos sectores tiene conciencia de la importancia estratégica de contar con información adecuada y pertinente, sólo algunos sectores tienen acceso al uso de las nuevas tecnologías y a la navegación en el llamado ciberespacio, porque la mayor parte de la población de nuestro planeta está marginada del uso de estas tecnologías de la información. Sin embargo, dichas tecnologías no sólo han llegado para quedarse, sino que ya están cambiando la forma de vida de la propia sociedad. En todo ello la información y la educación son elementos inseparables del desarrollo de la humanidad, y debemos buscar las políticas que amplíen las oportunidades para todos.
Mas, como indican Ramiro Lafuente y colaboradores (1998), «las tecnologías de la información y las telecomunicaciones crean nuevas libertades y nuevas dependencias; pero poco conocemos acerca de las consecuencias que arrastran consigo. La conciencia global que generan no necesariamente conlleva elementos positivos, sino que puede existir la amenaza del debilitamiento de las identidades culturales y la consecuente uniformidad de contenidos de los servicios de información en todo el mundo».
Las tecnologías de la información son la infraestructura primordial para el desarrollo actual de los servicios y productos de la información, y herramienta útil para acceder a la información y para difundirla. De ahí que los profesionales de la información tienen la responsabilidad de apoyar la organización y transferencia de información y conocimiento, tanto en la punta de la pirámide de los sectores a los que las tecnologías de la información ya les han cambiado su forma de vida, como en aquellos otros que no tienen acceso a las tecnologías de la información y a una educación de calidad, y que necesitan también conocer la producción intelectual nacional e internacional.
La educación y el adiestramiento son parte fundamental del desarrollo de la sociedad mundial del siglo XXI. Ahora más que nunca las instituciones de educación, tanto básica, media como superior, y los centros de investigación, buscan extender sus recursos más allá de los límites físicos de sus campus. Las tecnologías de la información son el soporte técnico para esta intercomunicación y esta interacción.
No podemos soslayar la educación, el adiestramiento y la actualización de los profesionales de la información, ni tampoco el papel de dichos profesionales en el proceso educativo presencial y a distancia de manera directa, ni aún desde el diseño de los sistemas y programas educativos que forzosamente deberán incluir la organización de los flujos de información y las bibliotecas digitales.
Las bibliotecas tradicionales también tendrán un importante papel que desempeñar en el espacio cibernético, y para ello deberán plantearse desde ahora los programas que incluyan estas nuevas acciones y a los profesionales con los conocimientos y habilidades que respondan a esa demanda adicional.
Es prioritario resaltar otra vez los valores y la importancia de las actitudes, además de la indispensable adquisición de competencias, habilidades y conocimientos que ayuden al individuo a desarrollar al máximo sus propios talentos para aplicarlos en la evolución positiva de las instituciones sociales. Se precisa un enorme esfuerzo individual y colectivo de todos los actores del proceso, que incluya los aspectos del flujo y los procesos de la información, la comunicación y el conocimiento. Ya no podemos clasificar el desarrollo profesional por disciplinas, sino por los efectos y productos, es decir, por el resultado del trabajo interdisciplinario.
Con la conjunción de las tecnologías de la computación y las telecomunicaciones y toda la evolución que conlleve; con el desarrollo de la información digitalizada interactiva y los Intranet en las organizaciones, que realmente permiten tener sistemas integrados de información, se afecta la forma de ofrecer servicios y de desarrollar productos. El propio papel de los diversos profesionales de la información y de su sitio de trabajo irá evolucionando, porque la transformación más importante es la del usuario, la del demandante de servicios y productos de información, que se vuelve actor participativo en el proceso.
Actualmente, cuando hay una mayor conciencia de la importancia de la información, estamos obligados a revisar la manera en que están trabajando las unidades de información y su relación costo/comportamiento/beneficio; no sólo el costo económico, sino muy especialmente el social.
Los modernos profesionales de la información deben actuar en un ámbito real o virtual, ya sea de manera visible o invisible al usuario final, ya que éste se está educando y actualizando en el uso de las tecnologías de la información y en el acceso y recuperación de la información. Al estarse comercializando cada vez más los componentes del ciclo de la información, aparecen vertiginosamente nuevos productos para la navegación en las redes y el acceso y recuperación de información, o bien, nuevos productos y servicios de información. Todo ello precisa la participación de equipos interdisciplinarios, de profesionales de la información diversos y diversificados. Ningún profesional actual puede tener todas las habilidades, conocimientos y competencias necesarios para ir resolviendo los complejos y multifacéticos problemas del mundo de hoy en cuanto a flujos de información y conocimiento. Para resolverlos hace falta incorporar grupos interdisciplinarios en todos los niveles de los procesos: estratégicos, gerenciales y operativos.
Los diferentes profesionales de la información tendrán que ser competentes en áreas como recursos de información, acceso y recuperación de información, aplicación de las adecuadas tecnologías de información para cumplir con sus funciones, administración de recursos de información, políticas de investigación y de información, y habilidad para usar y aplicar estos conocimientos en su trabajo.
¿Cómo accede y recupera información el usuario actual y qué nuevas formas de acceso y recuperación tendrá que utilizar? Entendemos como usuario a un actor participativo, no sólo receptor, sino un actor tanto en la transferencia de la información como en el proceso del conocimiento. Es causa y efecto, es juez y parte; necesita del profesional de la información, pero no siempre de manera visible. Para que exista una sociedad de información debe haber actores participativos en todo el ciclo de la información.
Es importante revisar los desarrollos de los últimos años para reconocer cuáles serán las etapas de una sociedad cognoscitiva y cuál el papel de los profesionales de la información.
Será necesario hacer una evaluación crítica de lo hecho hasta ahora y cuán congruente es para las necesidades reales de una sociedad en transformación, tanto nacional como global.
Los tiempos cambian, sabemos que siempre están cambiando. Las circunstancias y las condiciones varían, y los seres humanos van adoptando distintos hábitos hasta que modifican su forma de vida; sin embargo, la naturaleza humana permanece.
El profesional de la información se enfrenta a una elasticidad de funciones; por una parte, continúa sus papeles tradicionales aunque evolucionen las técnicas y tecnologías que se aplican y, por otra, también desempeña papeles distintos, dentro de otros grupos de trabajo en los que debe adquirir habilidades para colaborar en esos entornos. Sin embargo, siempre sabrá que aunque las tecnologías de la información cambien su forma de trabajo, la esencia misma del trabajo, su participación en la transferencia de la información, bajo muy diversas modalidades, será permanente. Aunque en ocasiones su presencia en el nuevo milenio será transparente para el usuario final, será mucho más visible en el desarrollo de las sociedades y de los países.
El mayor reto que afrontamos es mantener la ética profesional y trabajar desde el entorno de cada uno para ofrecer los mejores servicios y productos de nuestro trabajo a cada sector de la población con el que nos toque colaborar. Usar la infraestructura que tenemos y buscar todos los mecanismos necesarios para su evolución en beneficio del tipo de comunidad al que servimos. Estar siempre listos y abiertos a cambios que puedan beneficiar la calidad, la eficiencia y efectividad de nuestro trabajo, con el mayor respeto hacia los usuarios y los colegas, y con memoria histórica para no tropezar con las mismas piedras.
La opinión pública exige respuestas rápidas y soluciones prefabricadas cuando, como en el caso de las políticas educativas, se requeriría una estrategia de reforma cuidadosa, paciente, concertada y negociada.
También es objetivo de la educación habilitar a cada uno para desarrollar sus talentos y su potencial creativo, incluyendo la responsabilidad personal por sus propias vidas y la realización de su proyecto particular; lo anterior sería una contribución esencial a la búsqueda de un mundo mejor y más justo.
Eso va más allá de aprender un oficio o de ejercer una profesión; requiere desarrollar una capacidad para afrontar situaciones diversas e imprevisibles, analizarlas y tomar decisiones adecuadas que faciliten el trabajo en equipo e interdisciplinario. Para ello se necesita que los estudiantes participen, de forma simultánea al desarrollo de sus estudios, en actividades en el campo laboral, profesional y social; es decir, en esquemas de alternancia escuela/trabajo.
Si aceptamos que el proceso de enseñanza/aprendizaje debe diseñarse para que cada individuo aproveche al máximo sus capacidades, hay que ampliar el concepto de educación en tiempo y espacio para que sea realmente un proceso de vida, la educación a través de toda la vida.
12. Una nueva forma de enseñar y de aprender
Sin duda nos encaminamos hacia una sociedad cognoscitiva; es decir, dirigida por el conocimiento. Al mismo tiempo, debemos ser conscientes de los fracasos en la aplicación del conocimiento para un bienestar más amplia y justamente distribuido, precisamente por la naturaleza endógena de los mecanismos de acumulación y aplicación del conocimiento.
El proceso de educación permanente es la construcción continua de la persona, de su saber y de sus aptitudes, de su facultad crítica, de sus actitudes y su capacidad de actuar; debe habilitarnos para desarrollar una conciencia crítica sobre nosotros mismos y para fomentar nuestra plena participación en el trabajo y en la sociedad. De aquí la importancia de dirigir los planes educativos hacia una «sociedad educativa y educada» para el próximo siglo.
Más que nunca los especialistas en bibliotecología y en información deben colaborar de manera interdisciplinaria con todos los actores que participan y participarán en los procesos de educación a distancia. Hago énfasis en la palabra interdisciplinaria, porque cada uno de los participantes en un proyecto semejante tendrá que adentrarse algo en la perspectiva de los especialistas de otras disciplinas, con objeto de tener una visión integrada del problema y de las necesidades de investigadores, alumnos y administradores en el proceso educativo. La biblioteca debe ser, para la educación a distancia y la universidad virtual, el centro de administración del conocimiento de la institución. Probablemente las bibliotecas que participen en la educación virtual serán centros de conocimiento virtuales de su Intranet; es decir, que distribuyan para su comunidad virtual colecciones digitalizadas y una gran cantidad de recursos informativos aprobados por los maestros y por los bibliotecólogos que distribuyan flujos de información oportunos y relevantes para los cursos.
Al desarrollar sistemas de información para la universidad virtual, debemos pensar más que nunca en el autor/usuario; es decir, el investigador es, a la vez, oferente y receptor de información. Los sistemas deben ser organizados para el acceso coherente, amplio, oportuno y especialmente pertinente para participantes del proceso educativo.
La educación va cambiando sobre todo por factores aparentemente externos al claustro universitario, pero que dan como resultado una exigencia social que busca revertir los crecientes problemas mundiales de pobreza, desempleo y violencia.
El cambio se halla en esta relación entre universidad y sociedad, a la que dicha relación, mucho más larga y amplia, se denomina «vinculación de aprendizaje estratégico a lo largo de la vida».
Es claro que si no se hacen cambios en la forma de enseñar y aún en nuestra manera de aprender, la educación virtual sólo será una solución tecnológica fría y confusa y no tendrá éxito. Deberán resolverse los problemas de calidad, evaluación y certificación, transmisión de valores, etc. La educación a distancia se está transformando de una actividad aislada y solitaria en un aprendizaje interactivo, gracias a la integración y evolución de tecnologías diversas y a su planeación interdisciplinaria. Requiere aún de la transformación de los comportamientos cotidianos de maestros y de los demás actores del proceso educativo.
Al inicio del siglo XXI cabe recordar lo expresado en 1942 por Winston Churchill: «Este no es el fin... ni siquiera es el principio del fin... pero, a lo mejor, es el fin del principio...»
Bibliografía
Almada de Ascencio, M.: «El papel de la UNAM en el impulso y continuidad de la revista latinoamericana en medios electrónicos». Ponencia Magistral. En: VIII Reunión sobre las Revistas Académicas y de Investigación. Las Revistas Científicas Latinoamericanas: su difusión y acceso a través de bases de datos. CD ROM. México. Universidad Nacional Autónoma de México. Dirección General de Bibliotecas. 17 de noviembre, 2000.
— : «Políticas de Información y Políticas Educativas: Un vínculo importante para el desarrollo hemisférico». Boletín de Política Informática, año XXII, nº.6, INEGI, 1999.
— : «El acceso a la información y la universidad virtual: una perspectiva de políticas de información y educación». En: La información en el inicio de la era electrónica, v.2 Información, sociedad y tecnología. México, Universidad Nacional Autónoma de México, Centro Universitario de Investigaciones Bibliotecológicas, 1998.
— : «Information and Communication Technologies and Basic Education». En: FID 48th Conference and Congress. Globalisation of Information: The Networking Information Society. Session: Leading edge technologies. Distance Learning. Graz, International Federation of Information and Documentation, octubre, 1996.
— : «Información y Política Científica». First North - South ONLINE Information Meeting. México, D.F., Learned Information, Ltd., Universidad Nacional Autónoma de México, Centro de Información Científica y Humanística. 16-18 de marzo, 1993.
Ascencio, R. y Gil, C. A.: La transferencia electrónica de información a través de las fronteras y su impacto en las relaciones internacionales contemporáneas. Tesis de Licenciatura en Relaciones Internacionales. Facultad de Ciencias Políticas y Sociales, Universidad Nacional Autónoma de México. México, UNAM, 1989.
Browne, Mairead: «The field of information policy: I. Fundamental concepts». Journal of Information Science, 23 (4) 1997, pp. 261-275, 1997.
Chodorow, S. y Lyman, P.: «The responsibilities of Universities in the New Information Environment». En: The Mirage of Continuity: Reconfiguring Academic Information Resources for the 21st Century. Hawkins, B.L. y Battin, P, Editors. Council on Library and Information Resources and Association of American Universities: Washington, D.C. pp. 61-78, 1998.
Costa Thiesen Magalhães, Icléia: «Informação, trabalho e tempo livre: políticas de informação para o século XXI». En: Ciência da Informação, 28, (2) pp. 136-138, 1999.
Deutsch, K. W.: Los nervios del gobierno. Modelos de comunicación y control políticos. México. Ed. Paidós, 1985.
— : «The propensity to international transactions». Political Studies, pp. 147-155, 1960, junio.
— : «Shifts in the balance of Communication Flows: A problem of measurement in international relations». Public Opinion Quarterly 20 (143), pp. 143-160, 1956.
Dutton, W.H.: Society on the Line. Information Politics in the Digital Age. Oxford, U.K. Oxford University Press, 1999.
Hamelink, Cees: «New information and communication technologies: social development and cultural change». FID Bulletin 48 (3/4), pp. 71-76, 1998.
Johanson, G.: «Information knowledge and research». Journal of Information Science 23 (2), pp. 103-109, 1998.
Lafuente, R.: En el umbral del cambio: Las tecnologías de la información y la comunicación. México. Universidad Nacional Autónoma de México. Centro Universitario de Investigaciones Bibliotecológicas. Serie Monografías 22, 1998.
Levy, D. M.: «Digital Libraries and the problem of purpose». Bulletin of the American Society for Information Science 26 (6), pp. 22-25, Agosto/Septiembre, 2000.
Lyman, P.: «Digital Documents and the future of the Academic Community». En: Ekman, Richard y Quandt, Richard E. editors. Technology and Scholarly Communication. Berkeley and Los Angeles, University of California Press, pp. 366-379, 1999.
Reuters Research Report: Information World Report nº.143, p. 3, 1999.
Ríos Estavillo, J. J.: «Repercusiones jurídicas ante el avance de las tecnologías de información. El caso de la informática». Boletín de Política Informática, año XXIII, nº. 1. México, 2000.
Rowlands, I.: (ed.) Understanding Information Policy: A Workshop: Proceedings of a workshop held at Cumberland Lodge, Windsor Great Park, 22-24 julio 1996. U.K. Bowker Saur, West Sussex. British Library Research and Innovation Report 49, 1997.
Ruiz Durán, C.: El reto de la educación superior en la sociedad del conocimiento. México, ANUIES, 1998.
Sheremetov, L.: «Espacios Virtuales de Aprendizaje. Proyecto del Instituto Politécnico Nacional». Ponencia presentada en el Seminario de Tecnologías de Información y Educación Virtual, México, Universidad Nacional Autónoma de México, Centro Universitario de Investigaciones Bibliotecológicas, diciembre, 1999.
Sutton, S. A.: «Planning for the twenty first century: The California State University». Journal of the American Society for Information Science 47 (11), pp. 821-825, 1996.
Unesco: Informe de la Comisión Internacional de Educación para el siglo XXI. Síntesis preliminar. UNESCO. 28ª. Sesión de la Conferencia General. París, octubre, 1995.

Índice Revista 24 TIC en la educaciónTIC na educação
Revista Iberoamericana de Educación

Buscador Mapa del sitio Contactar
Página inicial OEI
Organizaciónde Estados IberoamericanosPara la Educación, la Ciencia y la Cultura

Evaluación de la práctica

UNIVERSIDAD ABIERTA INTERAMERICANA
CARRERA: Licenciatura y Profesorado en Cs. De la Educación.
ASIGNATURA: Prácticas de la Enseñanza en el Nivel Polimodal y Superior.
PROFESOR: Lic. Adrián F. Mazzuglia

Residente:...................................................................................................

Institución donde realizó sus prácticas y residencia:.......................................................................................................

Asignatura:...................................................................................................

ASPECTO EVALUADO CRITERIOS CONCEPTOSOB RESAL DISTINGUIDO BUENO-ACEPTABLE INSUFICIENTE FUNDAMENTACIÓN
Diagnóstico del grupo(*) Capacidad para observar y analizar aspectos didácticos relevantes para el diseño de la unidad didáctica y abordaje metodológico
Todas sus apreciaciones son fundadas y de naturaleza hipotética.
Planes de clase Presentados oportunamente y ajustados a los requerimientos de la cátedra.
Manejo independiente de la técnica de diseño.
Conocimiento científico y transposición metodológica(*) Demostró solidez y fluidez en el manejo de los contenidos específicos.
Los contenidos fueron significativos en su enfoque con relación al grupo y al perfil profesional.
Actualizados y articulados
Estrategias metodológicas(*) Las actividades fueron variadas, atractivas, adecuadas al contenido, al grupo y al tiempo disponible.
Coordinó el trabajo grupal con habilidad.
Apeló a la enseñanza por recepción en los momentos oportunos.
Demostró flexibilidad ante los emergentes y los imprevistos
Medios auxiliares(*) Seleccionados con clara funcionalidad didáctica
Manejo eficiente de los recursos utilizados.
Inserción institucionalActitud general(*) Manifestó respeto por las normas institucionales
Demostró habilidad para compatibilizar su proyecto en el marco de la programación
Asistió con regularidad y puntualidad a las clases.
Realizó evidentes esfuerzos por adecuar su propuesta al enfoque de la cátedra y a las características y necesidades de aprendizaje del grupo.
Evidenció buena disposición general, cordialidad, interés y compromiso con los docentes de la cátedra y con los alumnos.
Fue evidente su deseo por aprender de la experiencia.
Observaciones críticas Toma en cuenta distintos elementos y dimensiones de la clase
Los juicios son fundados, incluyen también sugerencias y/o recomendaciones.

Concepto general

Calificación:

Fecha: ......./........./200...

(*) Los aspectos señalados serán evaluados conjuntamente por el Profesor responsable de la asignatura donde se realizó la Residencia y por el Profesor de la Asignatura Prácticas de la Enseñanza.

UNIVERSIDAD ABIERTA INTERAMERICANA
CARRERA: Licenciatura y Profesorado en Cs. De la Educación.
ASIGNATURA: Prácticas de la Enseñanza en el Nivel Polimodal y Superior.
PROFESOR: Lic. Adrián F. Mazzuglia

Residente:...................................................................................................

Institución donde realizó sus prácticas y residencia:.......................................................................................................

Asignatura:...................................................................................................

ASPECTO EVALUADO CRITERIOS CONCEPTOSOB RESAL DISTINGUIDO BUENO-ACEPTABLE INSUFICIENTE FUNDAMENTACIÓN
Diagnóstico del grupo(*) Capacidad para observar y analizar aspectos didácticos relevantes para el diseño de la unidad didáctica y abordaje metodológico
Todas sus apreciaciones son fundadas y de naturaleza hipotética.
Planes de clase Presentados oportunamente y ajustados a los requerimientos de la cátedra.
Manejo independiente de la técnica de diseño.
Conocimiento científico y transposición metodológica(*) Demostró solidez y fluidez en el manejo de los contenidos específicos.
Los contenidos fueron significativos en su enfoque con relación al grupo y al perfil profesional.
Actualizados y articulados
Estrategias metodológicas(*) Las actividades fueron variadas, atractivas, adecuadas al contenido, al grupo y al tiempo disponible.
Coordinó el trabajo grupal con habilidad.
Apeló a la enseñanza por recepción en los momentos oportunos.
Demostró flexibilidad ante los emergentes y los imprevistos
Medios auxiliares(*) Seleccionados con clara funcionalidad didáctica
Manejo eficiente de los recursos utilizados.
Inserción institucionalActitud general(*) Manifestó respeto por las normas institucionales
Demostró habilidad para compatibilizar su proyecto en el marco de la programación
Asistió con regularidad y puntualidad a las clases.
Realizó evidentes esfuerzos por adecuar su propuesta al enfoque de la cátedra y a las características y necesidades de aprendizaje del grupo.
Evidenció buena disposición general, cordialidad, interés y compromiso con los docentes de la cátedra y con los alumnos.
Fue evidente su deseo por aprender de la experiencia.
Observaciones críticas Toma en cuenta distintos elementos y dimensiones de la clase
Los juicios son fundados, incluyen también sugerencias y/o recomendaciones.

Concepto general

Calificación:

Fecha: ......./........./200...

(*) Los aspectos señalados serán evaluados conjuntamente por el Profesor responsable de la asignatura donde se realizó la Residencia y por el Profesor de la Asignatura Prácticas de la Enseñanza.

Tendencias Pedagógicas Contemporáneas

Tendencias pedagógicas contemporáneas
1- Presentación
2- La Pedagogía como Ciencia
3- Algunas consideraciones sobre las Tendencias Pedagógicas Contemporáneas
4- Pedagogía Tradicional: algunas esencialidades
5- Escuela Nueva: algunas esencialidades
6- Tecnología Educativa: algunas esencialidades
7- Sistema de Instrucción Personalizada: algunas esencialidades
8- Pedagogía Autogestionaria: algunas esencialidades
9- Enfoque personalista en la Psicología y su Influencia en la Pedagogía no Directiva
10- La Pedagogía Liberadora: algunas esencialidades
11- La Perspectiva Cognoscitiva: algunas esencialidades
12- La Pedagogía Operatoria: algunas esencialidades
13- El Modelo de Investigación para la acción: algunas esencialidades
14- La Teoría Crítica de la enseñanza: algunas esencialidades
15- El Enfoque Histórico-Cultural: algunas esencialidades
16- Conclusiones
17- Bibliografía

1- Presentación
El quehacer científico es patrimonial del ser humano. Tiene como objetivo fundamental, y subyace en su esencia, el descubrimiento, conocimiento y aplicación consecuente y creadora de las leyes y regularidades que rigen el desarrollo de los fenómenos, o lo que es lo mismo, los cambios o transformaciones condicionadores del movimiento evolutivo de la Naturaleza, tanto en el componente no vivo o inanimado de la misma como en el vivo o biológico y social de ésta.
El conocimiento científico, a su vez, es el reflejo fenoménico en la conciencia del hombre del ordenamiento espacio temporal del mundo material y de la sociedad, en su devenir evolutivo e histórico, que conlleva implícitamente, de manera esencial, la renovación constante del mismo.
El HOMBRE llega a conocer su entorno material y social, del cual es parte o elemento inseparable, mediante un complejo proceso de aprendizaje el cual lo educa y capacita, que equivale a decir, lo faculta para interactuar con ellos de manera lógica y dialéctica, sustentadora de su necesario desarrollo sostenido y sostenible.
2- La Pedagogía como Ciencia
Considerada primero como el ARTE DE ENSEÑAR, la Pedagogía se la tiene en la actualidad como una ciencia particular, social o del hombre, que tiene por objeto el descubrimiento, apropiación cognoscitiva y aplicación adecuada y correcta de las leyes y regularidades que rigen y condicionan los procesos de aprendizaje, conocimiento, educación y capacitación. Se ocupa, en su esencia, del ordenamiento en el tiempo y en el espacio de las acciones, imprescindibles y necesarias que han de realizarse para que tales procesos resulten a la postre eficiente y eficaces, tanto para el educando como para el educador.
El sustrato metodológico de la Pedagogía como ciencia es materialista y dialéctico. Es una parte importante en el contexto de la concepción sistémica de la Ciencia, de aquí que en su avance y perfeccionamiento intervengan el de otros campos que abordan diferentes aspectos de la realidad material y social, de manera concatenada y unitaria.
En el desenvolvimiento de su praxis, la Pedagogía toma en consideración las direcciones que se
han de seguir para que, en el decursar del proceso de enseñanza, se logre el mayor grado posible de aprendizaje, con un esfuerzo mínimo y una eficiencia máxima, premisas si se quiere del conocimiento imprescindible que, en base de una relación costo-beneficio aceptable de todo tipo, garantice una educación y capacitación en correspondencia con las necesidades reales de su sujeto-objeto de trabajo.
3- Algunas consideraciones sobre las Tendencias Pedagógicas Contemporáneas
En su devenir evolutivo, histórico y concreto, la Pedagogía ha estado influida por condiciones económicas, políticas, culturales y sociales, las cuales han intervenido, con mayor o menor fuerza, en el desarrollo del nuevo conocimiento pedagógico, o lo que es igual, en el surgimiento y aplicación de los procedimientos dirigidos a favorecer el hecho de la apropiación, por parte del hombre, de la información requerida para el enfrentamiento exitoso de las situaciones cambiantes de su entorno material y social, en consecuencia con sus propios intereses y en correspondencia con el beneficio de los demás.
Las tendencias pedagógicas, desde el punto de vista de sus aplicaciones en la práctica, han de favorecer, en la misma medida en que éstas sean correctas, la apropiación, con la mayor aproximación posible, del conocimiento verdadero, objetivo, en definitiva, del conocimiento científico el cual se sustenta en las teorías-núcleos, teorías, leyes, tendencias y regularidades determinantes de los cambios y transformaciones, continuos e indetenibles, del mundo material, la sociedad y del propio ser humano, como personalidad, espiritualidad e individualidad.
Las tendencias pedagógicas, de ser lógicas, deben recorrer el camino conducente a la toma de una plena conciencia de la relación obligada entre la unidad didáctica y la interacción del contenido de la ciencia con las condiciones sociales, económicas, culturales, históricas y de los factores personales, sobre los cuales ejerce su influencia determinante la práctica histórico-social en el desarrollo de tal relación.
La Pedagogía como ciencia y sus tendencias están en relación dialéctica con otras ciencias particulares de la contemporaneidad entre las cuales se encuentra, de manera particularmente
importante, la Psicología, relacionada esta última directamente con la percepción, por el individuo, del reflejo del mundo material y social en su cerebro y del propio Yo subjetivo, decir, lo
pedagógico habrá de alcanzar sus objetivos en la misma medida en que lo subyacente psicológico lo posibiliten y viceversa, y sobre esta base se está obligado a trabajar en el camino hacia una educación y capacitación mejorada o de excelencia.
En las tendencias pedagógicas están contenidas y ellas en si mismas, expresan las concepciones e ideas que en, correspondencia con acciones adecuadas, por su sistematización, determinan, con sus múltiples variantes y alternativas de organización, que el proceso de enseñanza resulte más efectivo y, por ende facilitan el proceso de aprendizaje.
En las tendencias pedagógicas se plantean, y son objeto de análisis, sus bases filosóficas y psicológicas, se normalizan las formas del trabajo que se ha de desarrollar en el proceso de enseñanza facilitador de un aprendizaje eficiente, el papel que se le asigna tanto al educando como al educador y se plantean así mismo las repercusiones que éstas hayan podido tener en la práctica pedagógica desde el mismo momento en que fueron presentados hasta los momentos actuales. En ellas, consideradas como sistema, se encuentran las esencialidades prácticas necesarias para la superación de las deficiencias conocidas y catalogadas, de la pedagogía tradicional conformada desde el siglo XIX, y que ha transcendido hasta nuestros días. Así se resaltan el carácter activo del sujeto en la apropiación del conocimiento acerca de la realidad objetiva del entorno material y social en el cual se mueve, espacio temporalmente, de manera existencial; la importancia transcendental que tienen la práctica de la individualización y del grupo en la educación; el empleo consecuente, en cantidad y calidad de los medios de enseñanza en las diferentes posibilidades que brindan; el papel, también con alto grado de transcendencia, del complicado pero necesario, proceso de la autogestión en la consecución de una educación integral, plena y eficiente; la importancia categórica de la investigación y la concientización del papel transformador que tiene, de manera obligada, el propio sujeto en el proceso de aprendizaje.
4- Pedagogía Tradicional: algunas esencialidades
El pensamiento pedagógico puede decirse que comenzó su desarrollo desde los propios albores de
la humanidad. Él si mismo no es más que una consecuencia de su devenir histórico, en correspondencia con la necesidad del ser humano de transmitir con eficiencia y eficacia a sus congéneres las experiencias adquiridas y la información obtenida en su enfrentamiento cotidiano con su medio natural y social.
Así se encuentra el pensamiento pedagógico, expresándose de manera concreta a través de acciones
de una educación incipiente, ejerciendo su influencia en el proceso de transformación de la llamada comunidad primitiva en una sociedad dividida en clases; sirve aquí de instrumento y arma para luchar contra las tradiciones y las ideas movilizadoras para la acción de las entonces comunidades tribales. Las ideas pedagógicas abogan en ese momento crucial de la historia del ser humano como ente social por la separación en lo que respecta a la formación intelectual y el desarrollo de las habilidades y las capacidades que habrían de lograrse en aquellos hombres en que sus tareas principales no fueran las del pensar, sino las requeridas para el esfuerzo físico productivo tales ideas pedagógicas debían entonces insistir lo suficiente para lograr en la práctica que la mayoría o la totalidad de "la gran masa laboriosa" aceptara esa condición de desigualdad. Con estas concepciones es que surgen las denominadas escuelas para la enseñanza de los conocimientos que se poseían hasta ese momento para el usufructo exclusivo de las clases sociales selectas asignándoseles a las emergentes clases explotadas, como única salida de sobrevivencia, el papel protagónico de la realización del trabajo físico.
Tales concepciones e ideas pedagógicas, conjuntamente con las cualidades que deben poseer tanto el alumno como el maestro, aparecen en manuscritos muy antiguos de China, la India y el Egipto.
El desarrollo de un pensamiento pedagógico semejante tiene lugar en Grecia y Roma con figuras tan sobresalientes como Democrito, Quintiliano, Sócrates, Aristóteles y Platón. Este último aparece en la Historia como el pensador que llegó a poseer una verdadera filosofía de la educación, con una caracterización de los campos de la acción educativa, a qué exigencias debía responder la misma y en que condiciones tales acciones resultaban posibles.
No obstante ello, el pensamiento pedagógico emerge con un contenido y una estructura que le permite alcanzar un cuerpo teórico verdadero, de una disciplina cognoscitiva con personalidad propia, en el renacimiento, etapa en la cual ya la humanidad ha alcanzado determinado grado de
desarrollo científico capaz de sustentar y promocionar el desarrollo social, situación esta que obliga a la nueva clase social, progresista por entonces, la burguesía a valorar con toda fuerza y en su real dimensión e importancia lo relativo al progreso científico y técnico con vistas a su perpetuación en el poder garantizando al mismo tiempo su progreso económico sostenido. Aquí la Pedagogía adquiere por primera vez un carácter de disciplina independiente, emerge como la posibilidad tangible de solución a la necesidad que tiene la sociedad de contar con una base teórica fuerte sobre la cual sustentar, de manera fundamental, la enseñanza en la misma.
En este último período la figura más representativa de la ya Pedagogía como ciencia independiente
es Juan Amos Comenius quien, en esencia, estableció los fundamentos de la enseñanza general, al tiempo que elaboró todo un sistema educativo integral y unitario con una fundamentación lógica de la estructuración del proceso docente en sí que debía desarrollarse en la escuela con el objetivo principal de contribuir y lograr un aprendizaje satisfactorio, capaz de proyectarse en la práctica de
manera resolutiva respecto a la realidad enfrentada con vistas a su transformación en aras del beneficio propio y de los demás. Amos Comenius fue un gran revelador de los principios básicos sobre los cuales se sustenta la enseñanza, de aquí se le considere el padre de la Didáctica y el primero en plantear la importancia de la necesidad de vincular la teoría con la práctica como procedimiento facilitador, incluso, del ulterior aprendizaje.
Entre 1548 y 1762 surge y se desarrolla la Pedagogía Eclesiástica, principalmente la de los Jesuitas, fundada por Ignacio Loyola y que más tarde, en 1832, sus esencialidades son retomadas para llegar a convertirse en el antecedente de mayor influencia en la Pedagogía Tradicional.
Tal Pedagogía Eclesiástica tiene como centro la disciplina, de manera férrea e indiscutible, que persigue, en última instancia, afianzar, cada vez más, el poder del Papa, en un intento de fortalecer la Iglesia ya amenazada por la Reforma Protestante y a la cual le resultaba necesario el poder disponer de hombres que les respondieran sin vacilación alguna, en base de una conducta formada en la rigidez y el orden absoluto. Al margen de algunos de los antecedentes planteados, puede decirse que la Pedagogía Tradicional comienza a fraguarse en el siglo XVIII, que emerge en ese momento del desarrollo social de la humanidad, con la aparición de las llamadas Escuelas Públicas, tanto en Europa como en la América Latina, reflejos a la postre de los grandes cambios precipitados por las revoluciones republicanas de los siglos XVIII y XIX, animadas por la doctrina política y social del liberalismo.
Es en el siglo XIX, que la Pedagogía Tradicional, como práctica pedagógica ya ampliamente extendida alcanza su mayor grado de esplendor, convirtiéndose entonces en la primera institución social del estado nacionalista que le concede a la escuela el valor insustituible de ser la primera institución social, responsabilizada con la educación de todas las capas sociales.
Es precisamente a partir de este momento en que surge la concepción de la escuela como la institución básica, primaria e insustituible, que educa al hombre para la lucha consciente por alcanzar los objetivos que persigue el Estado, lo que determina que la Pedagogía Tradicional adquiera un verdadero e importante carácter de Tendencia Pedagógica, en cuyo modelo estructural los objetivos se presentan de manera tan solo descriptiva y declarativa más dirigidos a la tarea que el profesor debe realizar que a las acciones que el alumno debe ejecutar sin establecimiento o especificación de las habilidades que se deben desarrollar en los educandos, otorgándoles a éstos últimos el papel de entes pasivos en el proceso de enseñanza al cual se le exige la memorización de la información a él transmitida, llevándolo a reflejar la realidad objetiva como algo estático, detenida en el tiempo y en el espacio, como si no contara de manera alguna la experiencia existencial de quienes aprenden como si los contenidos que se ofrecen estuvieran desvinculados, en parte o en su totalidad de la mencionada realidad objetiva, constituyendo un conjunto de conocimientos y valores sociales acumulados por las generaciones precedentes y que se transmiten como si fueran verdades acabadas, disociados del entorno material y social del educando.
La Tendencia Pedagógica Tradicional no profundiza en el conocimiento de los mecanismos mediante los cuales se desarrolla el proceso de aprendizaje. Ella modela los conocimientos y habilidades que se habrán de alcanzar, de manera empírica en el estudiante, por lo que su pensamiento teórico nunca alcanza un adecuado desarrollo. La información la recibe el alumno en forma de discurso y la carga de trabajo práctico es mínima sin control del desarrollo de los procesos que subyacen en la adquisición del conocimiento, cualquiera que sea la naturaleza de éste, lo que determina que ese componente tan importante de la medición del aprendizaje que es la evaluación este dirigido a poner en evidencia el resultado alcanzado mediante ejercicios evaluativos meramente reproductivos, que no enfatizan, o lo hacen a escala menor, en el análisis y en el razonamiento.
En la relación alumno-profesor predomina plenamente la autoridad del segundo, con un aspecto cognoscitivo paternalista: lo que dice el profesor es respetado y cumplido por el alumno, con principios educativos poco flexibles, impositivos y cohercitivos.
La Tendencia Pedagógica Tradicional tiene, desde el punto de vista curricular un carácter racionalista académico en el cual se plantea que el objetivo esencial de la capacitación del hombre es que el mismo adquiera los instrumentos necesarios que le permitan tan solo intervenir en la tradición cultural de la sociedad; no obstante ello esta tendencia se mantiene bastante generalizada en la actualidad con la incorporación de algunos avances e influencias del modelo psicológico del conductismo que surge y se desarrolla en el siglo XX.
En resumen, la Tendencia Tradicional resulta insuficiente y deficiente en el plano teórico cognitivo y de la praxis del ser humano por cuanto ve en éste último a un simple receptor de información, sin
preocuparse de forma profunda y esencial de los procesos que intervienen en la asimilación del conocimiento como reflejo más o menos acabado de la realidad objetiva, sin prestarle la debida importancia al papel, ciertamente decisivo de los aspectos internos que mueven la determinación de la conducta social del individuo y las influencias, favorecedoras o no, que éstas puedan tener sobre el aprendizaje del mismo: la retención de la información se alcanza en base de una repetición mecánica de ejercicios sistemáticos y recapitulados, de manera esquemática y enciclopedista.
5- Escuela Nueva: algunas esencialidades
La Tendencia pedagógica conocida con el nombre de la Escuela Nueva, puede decirse que surgió con el filósofo y pedagogo norteamericano John Dewey (1859-1952), quien planteó desde un principio que el propósito principal de la educación, condicionador de las distintas tareas o aspectos del proceso de enseñanza-aprendizaje debía estar dado por los intereses de los propios alumnos, es decir, por las fuerzas interiores que llevan a estos a la búsqueda de la información educativa y al desarrollo de las habilidades capacitivas. En esta tendencia pedagógica alcanzan un mayor auge los intentos por dirigir a los educandos más hacia las acciones prácticas concretas, que hacia los ejercicios teóricos, situación esta que ya se había iniciado hacia finales del siglo XIX con una mayor propagación en las primeras décadas de este siglo y en cuya esencia todo se dirigía, a una crítica profunda de los procedimientos autoritarios e inflexibles condicionados por la Tendencia Pedagógica Tradicional, en contra del enciclopedismo pasivo asignado al alumno.
La Escuela Nueva, como Tendencia Pedagógica que es, enfatiza la importancia que tiene que el educando asuma un papel activo, consciente de lo que desea aprender, en consecuencia con sus posibilidades e intereses, lo que trae aparejado un cambio importante de las funciones que entonces debe realizar el profesor en el desarrollo del proceso enseñanza-aprendizaje que posibilite alcanzar realmente, de forma medible, los objetivos propuestos..
La Escuela Nueva persigue, en sus concepciones teóricas y proyecciones prácticas, garantizar el logro de una mayor participación con un grado más elevado de compromiso de todo ciudadano con el sistema económico-social imperante, en base de la consideración, no del todo correcta, de que la satisfacción de las aspiraciones del ser humano, como individuo y como ser social, contribuiría de manera sustancial a lograr cierto tipo de equilibrio en la sociedad, a punto de partida, sobre todo de la suavización o eliminación de las contradicciones entre las clases y dentro de las clases mismas.
En las ideas de Dewey aflora con meridiana claridad que la escuela es una real institución social en la cual se deben concentrar todos los medios disponibles que contribuyan y posibiliten que el individuo exprese, con la mayor fuerza y alcance, las potencialidades biológicas y cognitivas que posee, o lo que es lo mismo, que el individuo llegue a desarrollar al máximo sus capacidades para luego proyectarlas en la sociedad de manera tal que contribuya a su desarrollo ulterior y al suyo propio. "El hombre se forma para vivir dentro de su medio social" decía este filósofo y pedagogo norteamericano, "como si la escuela fuera en la práctica una comunidad en miniatura, con un fuerte sentido democrático favorecedor de la colaboración y ayuda mutua entre los ciudadanos; a ella resulta necesario llevar el avance industrial de todo tipo alcanzado hasta ese momento para poner así en contacto al individuo con lo ya logrado y promover en él la necesidad de alcanzar otros nuevos y superiores".
La divisa de la Escuela Nueva como tendencia pedagógica es aprenderlo todo, haciéndolo, en un intento de subordinar a la experiencia práctica concreta los aspectos teóricos contenidos en los libros.
En resumen, a la Tendencia Pedagógica desarrollada y que se sustenta esencialmente en las ideas de Dewey se le puede considerar como una pedagogía que además de tener una esencia genética resulta, al mismo tiempo, funcional y social. Lo genético está en correspondencia con el hecho de que la educación no es más que la apariencia fenoménica de la expresión de determinadas potencialidades biológicas determinantes a su vez de capacidades cognitivas en el individuo. Es también funcional porque en definitiva persigue desarrollar las referidas potencialidades biológicas cognitivas en el camino de la búsqueda y consecución de los procesos mentales que resulten útiles tanto para la acción presente como para la futura, es decir, considera a los procesos y actividades de naturaleza psíquica. Como los instrumentos capaces de proporcionarle al individuo el mantenimiento de su propia vida. El aspecto social se basa en la concepción de que siendo el ser humano una parte o elemento necesario de la sociedad es imprescindible educarlo de manera tal que en su práctica resulte útil para la misma y contribuya a su desarrollo progresivo.
6- Tecnología Educativa: algunas esencialidades
Otra de las Tendencias Pedagógicas contemporáneas es la denominada Tecnología Educativa, precisamente, ha logrado un desarrollo importante y una difusión notable en la actualidad como consecuencia de las ventajas inmediatas que brinda, debido, sobre todo, al lenguaje técnico y aseverativo que utiliza.
En las investigaciones teóricas de las ciencias cuyo objeto de estudio lo constituyen aquellos aspectos relacionados, de manera más o menos directa con el proceso de la transferencia de la información y, por ende, con la enseñanza-aprendizaje, la educación y la capacitación, pone en evidencia lo útil que resulta elaborar y ejecutar en la práctica las llamadas tecnologías de la instrucción, en correspondencia con el concepto de tecnología de la producción material de aquí, que cuando se procede en tal sentido la atención y los procedimientos a ejecutar se dirigen en lo fundamental, a los métodos y medios utilizados en la imprescindible transferencia informativa sin la cual lo educativo-capacitivo resultaría, en definitiva, una falacia o distaría mucho de lo que ciertamente se desea alcanzar.
La creación de la Tecnología Educativa se atribuye a Skinner, profesor de la Universidad de Harvard, en el año 1954.
En el contexto de esta tendencia pedagógica el aprendizaje deviene o resulta, en su esencia, una consecuencia de la fijación de secuencias de estímulos o señales portadoras de información provenientes del entorno donde el sujeto que aprende se encuentra, así como las respuestas asociadas o conectadas con tales repertorios. Es, simplemente, un esquema tipo estímulo-respuesta, donde se encuentra, aunque no se mencione de manera explícita, un elemento de naturaleza material biológica dado por lo neuronal del Subsistema Nervioso Central del ser humano. La huella dejada sobre tal sustrato material del citado repertorio de estímulos provenientes del entorno, inmediatamente después, y por asociación, condiciona una respuesta específica, característica, propia de los trenes de estimulación referidos.
Si bien la Ciencia Pedagógica establece y define las particularidades y peculiaridades de los métodos y medios que se habrán de utilizar en el proceso de enseñanza-aprendizaje con el propósito de lograr, en el menor tiempo con un mínimo de esfuerzos, una educación y capacitación adecuados, los mismos pueden resultar, a la postre más eficientes y eficaces siempre y cuando se utilice para ello el recurso que proporcionan medios tecnológicos apropiados. En este caso se favorecerá de manera significativamente importante el aprendizaje, con respuestas producidas por estímulos neutrales asociados a un estímulo efectivo. Tal presupuesto permitió también a Skinner
plantear lo que pudiera denominarse una segunda variante de su tecnología educativa, caracterizada por un condicionamiento operante o instrumental: la respuesta que se procura precisa o requiere de la presencia previa o anticipada de un estímulo, donde el operante no es más que una conexión respecto a la cual el estímulo aparece o se produce después de la respuesta.
En el contexto de esta tendencia pedagógica resulta evidente que el aprendizaje se realiza mediante un proceso de ensayo y error, caracterizado por el hecho de que el sujeto genera conductas más o menos diferentes hasta que alcanza la más adecuada, la cual sirve para fijar la conexión entre el estímulo proveniente del medio, y la respuesta en cuestión.
La Pedagogía como Ciencia de la Educación se preocupa por el carácter práctico que se materializa en la metodología y en los medios utilizados con tal propósito. Así mismo, en correspondencia consecuente con la existencia del llamado pronóstico pedagógico científico, en el cual tiene su más viva expresión las leyes que rigen el desarrollo y obtención del conocimiento verdadero de la realidad objetiva, la tecnología educativa, siempre y cuando se la utilice de manera racional y lógica puede favorecer, la apropiación del mismo.
En la Tecnología Educativa contemporánea intervienen de manera decisiva "la televisión, el cine, los retroproyectores, las computadoras y demás elementos de material y de programación, aunque realmente el sentido de tal tendencia se puede ampliar aún más, con el propósito de que en el mismo no solo queden comprendidos tales medios y materiales, sino que al mismo tiempo sea considerada, con un enfoque sistémico, los aspectos referentes a la concepción, aplicación y evaluación, en su conjunto, de todos aquellos factores que intervienen y deciden, en mayor o menor grado, la eficiencia del proceso educativo, en correspondencia siempre con objetivos previamente trazados de manera precisa y que se sustentan en resultados alcanzados en investigaciones relacionadas con los diferentes factores que intervienen en la instrucción y en el complejo fenómeno de la comunicación humana, para condicionar y determinar, en su conjunto, los medios humanos y materiales, una educación realmente eficaz.
En resumen, la Tecnología Educativa, como tendencia pedagógica, en un marco de contemporaneidad, no es más que la consecuencia de la búsqueda incesante por encontrarle al proceso de la enseñanza-aprendizaje una base de sustentación más científica que posibilite a punto de partida de la utilización de recursos técnico materiales idóneos el aprendizaje, en relación con el cual siempre se encuentra, de manera subyacente ese elemento de naturaleza biológica, caracterizado por el Subsistema Nervioso Central del ser humano, con el cual los referidos recursos
pueden interactuar y dejar una huella, favorecedora o caracterizadora del conocimiento nuevo adquirido de la forma más eficiente posible.

7- Sistema de Instrucción Personalizada: algunas esencialidades
El Sistema de Instrucción Personalizada, como tendencia pedagógica contemporánea, tuvo a sus gestores en los profesores Keller y Sherman, de la Universidad Georgetown, de "Washington, Estados Unidos de Norteamérica, hacia finales de 1968.
Esta tendencia emerge como un intento de dar una solución concreta a los problemas propios de la dirección y la retención, en los Centros de Enseñanza de los educandos, o lo que es lo mismo, su implementación y desarrollo práctico tiene como objetivo incrementar la eficiencia del proceso enseñanza-aprendizaje en base de la flexibilización de los contenidos curriculares siempre que ello fuere necesario, incluso contemplando la posibilidad de arreglos, en el momento preciso, para tornar la instrucción personalizada.
Así mismo, esta tendencia pedagógica se la puede considerar como una verdadera respuesta reactiva a la enseñanza tradicional, que no se ocupó de preocuparse por la forma en que la misma debía realizarse, para lo cual, sin lugar a dudas, hay que recurrir a las denominadas ciencias de la conducta haciendo al mismo tiempo uso correcto de aquellas tecnologías imprescindibles para ello.
En esta tendencia se considera a lo psicológico como un factor de particularísima importancia en la planificación y organización del proceso docente-educativo que toma en consideración los aspectos conductuales de la enseñanza, los procedimientos que resultan útiles para todo lo relacionado con la investigación referente a la misma, encontrándose sus más profundas raíces en la llamada teoría del reforzamiento, respecto a la cual se pone en evidencia la búsqueda de los métodos y procedimientos idóneos para individualizar, tanto como se pueda, el proceso de la transmisión de información, de que la huella dejada por esta última sea la mayor posible.
Como ya fue planteado, esta tendencia pedagógica recurre sustancialmente a lo psicológico para sustentar y explicar, en lo fundamental, todo lo relacionado con la enseñanza, el aprendizaje, la educación y la capacitación, de aquí sus similitudes o semejanzas con el ya descrito condicionamiento operante y la tecnología educativa.
La instrucción personalizada concibe al comportamiento determinado mediante un proceso de reforzamiento, en el cual lo que debe ser aprendido se distribuye en el tiempo en pequeñas unidades para su estudio, debidamente relacionadas y concatenadas entre sí para asegurar el éxito final de educando, siempre de lo más simple a lo más complejo, a través de pasos lógicos, atendiendo a las particularidades y peculiaridades de cada individuo en correspondencia con su potencial biológico cognitivo, con controles periódicos y un sistema de retroalimentación facilitadora frecuente, todo lo cual se estructura con un único fin: que se cumplan los objetivos trazados.
En resumen, con el Sistema de Instrucción Personalizada se introducen importantes cambios en lo concerniente a los papeles desempeñados por el profesor y el educando en el complejo proceso docente-educativo asignándole al segundo un papel activo mucho más allá de que resulte, en la práctica, un simple oyente o anotador pasivo de la información que hasta él se hace llegar mediante los métodos y procedimientos más idóneos, con el propósito de convertirlo en un sujeto individualizado, capaz de posibilitarse con su praxis el propio desarrollo futuro, con una atención particular a las responsabilidades que contrae por el hecho de estudiar algo concreto, propiciando, al mismo tiempo, el desarrollo evolutivo de su autocontrol. La tendencia al alto grado de individualización que se persigue alcanzar, no debe olvidarse que representa una insuficiencia de esta tendencia pedagógica, por su carácter absolutista en tal sentido, que conlleva, en su esencia, el desconocimiento de los principios rectores de la dialéctica, imprescindible y necesaria, entre el individuo y el grupo del cual forma parte y con el cual se mueve, en el tiempo y en el espacio de manera existencial.
8- Pedagogía Autogestionaria: algunas esencialidades
Para enseñar hay que hacerlo con el arte que se sustenta sobre bases científicas, atendiendo a las leyes propias de una pedagogía que, como ciencia que es, establece y aclara las concordancias que habrán de existir entre lo que se pretende enseñar y lo que se necesita y desea realmente aprender, de aquí que en la heterogénea corriente del pensamiento pedagógico autogestionario se busque, con afán, la creación de una escuela completamente diferente a la tradicional, novedosa y audaz, apoyada en la autogestión, promotora del desarrollo de la responsabilidad de los educandos en relación con el aprendizaje de los mismos, que procura al mismo tiempo la formación de aquellos valores sociales que se precisan para la integración de un alto grado de colectivismo y una participación social de todos y para todos, de manera consciente y consecuente.
La Pedagogía Autogestionaria constituye, de manera sustancial, todo un proyecto de cambio social, donde tienen cabida las iniciativas individuales y colectivas, en un movimiento económico, político, ideológico y social hacia el desarrollo más pleno de las múltiples facetas del individuo como ente en el seno de una sociedad en desarrollo sostenido.
La Pedagogía Autogestionaria le confiere al profesor un papel menos directivo, como de renuncia a la posesión exclusiva del poder para ser éste compartido con el grupo. El mismo se sitúa a disposición de los alumnos, a los cuales ofrece no sólo sus conocimientos sino también su ayuda para que logren sus objetivos. Se comporta, en definitiva, como un animador que plantea preguntas, crea situaciones problémicas, al tiempo que estimula y muestra situaciones probables y alternativas posibles, todo lo cual enriquece sus relaciones con el grupo permitiéndole lograr de él resultados cuantitativa y cualitativamente superiores, siempre en base de un principio de demanda de honda significación psicológica por tanto representa un cambio radical en cuanto a la relación de poder maestro-alumno se refiere.
En resumen, la Pedagogía Autogestionaria como tendencia pedagógica tiene como objetivo supremo la transformación del proceso educativo capacitivo a punto de partida de una integración participativa directa de todos los interesados, profesores, alumnos e incluso los padres, en la planificación, organización y desarrollo de todas las esferas de la vida práctica y espiritual-psicológica del educando, con estimulación de la autonomía y la creatividad, el análisis crítico y contrapuesto de los posibles distintos puntos de vista acerca de una misma situación, con lo que se rompe, de manera definitiva y productiva respecto al proceso de enseñanza-aprendizaje las aptitudes pasivas y rutinarias de estudiantes y profesores.
9- Enfoque personalista en la Psicología y su Influencia en la Pedagogía no Directiva
El motor impulsor de la acción del individuo, su fuerza motriz fundamental, es la motivación de éste que desencadena su interés por adentrarse en los caminos del saber teórico y práctico que tiene como propósito el enfrentar de manera resolutiva y exitosa, las nuevas situaciones problémicas que puedan surgir en su entorno natural y social, para lo cual, precisamente, el hombre se educa y capacita en un proceso de intensa e incesante transmisión, acopio o almacenamiento, retención, consolidación y enriquecimiento progresivo de información. Así mismo, el incesante flujo informacional alcanza su objetivo educativo- capacitivo sólo cuando el mismo se ajusta a las potencialidades biológicas genotípicas de desarrollo y a las perspectivas que respecto al mensaje transmitido tiene el propio educando, constituyendo el logro de un equilibrio apropiado entre ambos aspectos, el propósito principal de cualquier sistema educativo.
La tendencia Pedagógica-Psicológica-Personalista surge con el norteamericano Rogers en la década de los años cuarenta. Este profesor y psicoterapeuta plantea que lo principal para el aprendizaje, la educación y la capacitación del individuo es la existencia en el de un determinado grado de disposición, de una necesidad de desarrollo personal que lo faculta para ello. Considera que "todo organismo está animado por una tendencia inherente a desarrollar todas sus potencialidades de modo que favorezcan su conservación y enriquecimiento". Es como si la persona elaborará una imagen de si misma con una determinada forma de organización y reorganización dinámicas, en armonía, mientras ello que sea posible, con la experiencia posee y la realidad que enfrenta, es decir, se estructura una imagen del "yo" en la que concuerdan los elementos de vivencias precedentes, a disposición de la conciencia, mientras que aquellos que no se corresponden con ellos son interceptados. La idea del "yo" surge así como un mecanismo regulador del comportamiento, siempre y cuando la noción de éste (del "yo") sea realista, fundamentada en la experiencia práctica y libre del sujeto.
En resumen, el enfoque personalista como tendencia pedagógica contemporánea, promueve y posibilita, siempre y cuando sea utilizado con la mesura y dosificación adecuadas, un incremento del grado de rendimiento del proceso enseñanza-aprendizaje, con mejoramiento subsiguiente de la educación y capacitación del individuo al implicarlo más en todo lo personal relacionado con los mismos, en base del supuesto de que todo ser humano, en condiciones de normalidad biológica es capaz de llegar a comprenderse, de solucionar su problemática existencial del modo que le permita lograr el grado de satisfacción y la eficacia necesarios para sostener su funcionamiento autoregenerativo en relación con los cambios de todo tipo que puedan producirse en su entorno y que él necesariamente está obligado a enfrentar.
El Enfoque Personalista-Psicológico ha influido poderosamente en la llamada Orientación no Directiva en la Pedagogía. Esta orientación considera que el profesor no debe desempeñarse como reformador, como ente que cambia, diagnóstica y valora unilateralmente la conducta, el comportamiento, las necesidades y los objetivos del educando, sino que debe conducirse, en todo momento, como promotor y facilitador de todas aquellas condiciones que puedan a su vez influir en la expresión de las potencialidades y capacidades de autodeterminación de los educandos, tanto en lo individual como en el contexto social.
La Orientación no Directiva promueve el rompimiento definitivo con una actitud de desconfianza en las posibilidades con que cuenta el ser humano para su desarrollo, liberándolo de las restricciones que respecto a ello puedan imponerle determinados programas de enseñanza-aprendizaje que, de manera inflexible, puedan asignarle desde afuera y que lo único que sirven, a decir de Rogers, es para ser dependiente al sujeto alumno y pedirle el movimiento evolutivo de su autocontrol, creándole barreras e inhibiciones de múltiples tipos, que atentan todas ellas, contra el aprendizaje eficiente y la adquisición de conocimientos adecuados, en lo cuantitativo y lo cualitativo.
Pudiera resumirse diciendo que si bien el enfoque o estilo no directivo puede resultar un modelo indóneo, hasta cierto punto, en lo referente a la facilitación del aprendizaje y la educación capacitiva, no debe olvidarse, igualmente, que nunca van a existir grupos de sujetos educandos apoderándose de un conocimiento determinado por si solos y que tampoco habrán sujetos profesores o docentes enseñando a objetos-sujetos que no sean los primeros, aunque ello no significa que éstos últimos hayan de oponerse a sus intereses, deseos o necesidades.
Un rasgo distintivo de la práctica pedagógica científica contemporánea es el número elevado de corrientes y de teorías que, apoyándose en diferentes puntos de vistas económicos, filosóficos, sociales y psicológicos, intentan explicar el largo y complejo proceso de la educación del hombre, sobre todo en lo referente al desarrollo y consolidación de su personalidad, la que luego a su vez interviene, de manera controladora y reguladora cognitiva, a la expresión de una praxis que se integra, en correspondencia con sus intereses, más o menos mejor en el contexto social del cual no le es dado sustraerse y al cual contribuye, necesariamente, en su movimiento.
10- La Pedagogía Liberadora: algunas esencialidades
La Pedagogía Liberadora como tendencia pedagógica contemporánea se desarrolla a partir de los años 60 y puede decirse que es la pedagogía del brasileño P. Freyre en la cual son abordados de manera integradora, en un contexto político-ideológico, los elementos o factores que intervienen en el establecimiento de un contacto directo entre el educando y el medio ambiente, al tiempo que llama la atención acerca de la carga política imperante y el carácter, generalmente conflictivo de la relación pedagógica tradicional que como ya fue analizado, siempre reproduce a nivel de la escuela como institución las relaciones de dominación existentes en el seno de la sociedad.
En esta tendencia pedagógica se hace una convocatoria a la búsqueda, mediante la reflexión, del cambio en las relaciones que deben establecerse, de forma lógica, entre el individuo, la naturaleza y la sociedad; ella propugna, como objetivo esencial de la educación, lograr la más plena liberación de la persona, sin uniformarla y, mucho menos someterla, a través de los sistemas de instrucción oficiales. Concibe la concientización, no en el sentido de lo cotidiano o político, sino en el de la transformación de las estructuras o engramas mentales para que la conciencia se torne dinámica, ágil en un redimensionamiento dialéctico que haga posible su influencia en acciones transformadoras de las condiciones sociales existentes y del propio individuo, hacia su mejoramiento y perfeccionamiento sostenidos.
En resumen, en la esencia de la Pedagogía Liberadora está presente la expresión del desarrollo individual creador donde el educador interviene, de alguna manera, en su guía y conducción facilitadora de su máxima expresión aunque muestra una sensible e importante insuficiencia: si bien concibe las transformaciones evolutivas del individuo y del grupo no plantea, con una concepción sistémica, las vías para lograr, cuando esto sea necesario, la transformación social requerida para ello.
11- La Perspectiva Cognoscitiva: algunas esencialidades
La Perspectiva o Enfoque Cognoscitivo como tendencia pedagógica moderna se fundamenta en el análisis de los aspectos psicológicos existentes, de manera obligada, en los procesos que conducen al conocimiento de la realidad objetiva, natural y propia, del hombre. Sustentada en la teoría del conocimiento desde el punto de vista filosófico, considera al mismo como el resultado y la consecuencia de la búsqueda, consciente y consecuente, que unida a la acción real del sujeto sobre su entorno le permiten su reflejo en lo interno.
Esta tendencia pedagógica contemporánea se plantea la concepción y desarrollo de modelos de aprendizaje como formas de expresión de una relación concreta entre el sujeto cognitivo, activo y el objeto cuyas esencialidades habrán de ser aprendidas y niega que todo conocimiento humano consista o sea una mera construcción personal por parte del sujeto, a punto de partida de la imprescindible información sensorial.
En el desarrollo de la perspectiva cognoscitiva hay que distinguir dos importantes momentos en lo que a su desarrollo cronológico se refiere: aquel relacionado con el surgimiento de los modelos cognoscitivos precomputacionales y el otro en correspondencia con la llamada psicología cognoscitiva contemporánea, identificándose como criterio de separación entre ambos a la aparición de las ciencias de la computación, sobre todo de la cibernética y la inteligencia artificial, que permitieron, desde los primeros momentos, introducir cambios, con un impacto significativo, en la reformulación de los modelos de aprendizaje ya existentes, todo lo cual mantiene una plena vigencia en la actualidad.
En la tendencia pedagógica cognoscitiva se presenta al ser humano como un sistema dotado de medios que le permiten captar información acerca de los cambios producidos en su entorno, dispositivos funcionales capaces de actuar sobre la información de entrada, procesarla y transformarla con estados intermedios y sucesivos donde se representan y expresan los resultados de tales procesamientos, conjuntamente con mecanismos de salida a través del individuo interactúa con su ambiente, actuando sobre él y retroalimentándose para los ajustes adaptativos necesarios.
En el contexto de la perspectiva cognoscitiva el aprendizaje es la resultante de un conjunto de modificaciones sucesivas de estructuras cognitivas que, en interacción con otras del Subsistema Nervioso Central, determina la conducta del hombre. Se hace referencia, así mismo, a la importancia que tiene el desplazamiento del estudio de los llamados estados cognitivos como reflejos de momentos estables del conocimiento al estudio de los procesos que le dan lugar y que son la causa, en definitiva, de su futura modificación.
En resumen, la Perspectiva Cognoscitiva considera el proceso del conocimiento como una consecuencia de la participación activa del hombre, el cual es capaz de procesar y modificar la información captada en sus órganos sensoriales, posibilitándole su anticipación a la realidad objetiva con el propósito de transformarla y no sólo de adaptarse a ella. Aunque precisa de un abordaje más amplio en cuanto a la naturaleza y esencia del aprendizaje, más allá de las estructuras de conocimiento descrita que, en un sentido de generalización metodológica, necesitan ser complementadas con el aprendizaje de secuencias de eventos, que precisan de imágenes episódicas con relaciones temporales ordenadas. No obstante ello, esta tendencia representa un sólido paso de avance hacia el conocimiento de los procesos sobre los cuales se sustentan el aprendizaje, la educación y la capacitación.
12- La Pedagogía Operatoria: algunas esencialidades
La esencia de esta tendencia pedagógica contemporánea está en el hecho de subrayar el carácter activo que tiene el sujeto en la obtención apropiatoria del conocimiento de la realidad; en enfatizar que los procedimientos utilizados en la enseñanza deben estar dirigidos a propiciar las condiciones para que el individuo construya por si mismo su reflejo del mundo, evitando ofrecérselo como algo terminado.
Esta tendencia pedagógica concibe el conocimiento como una construcción que realiza el individuo mediante su actividad de enfrentamiento con el medio, resultando el mismo más o menos comprensible para el sujeto en función de los instrumentos intelectuales que ya este posea con anterioridad, o lo que es lo mismo de las estructuras operatorias preestablecidas de su pensamiento, de aquí que sea el propio hombre el que infiera el reflejo lógico de la realidad de los objetos y fenómenos, siempre en constante movimiento evolutivo, nunca acabado o terminado.
La concepción pedagógica operatoria le asigna un papel esencial al error que el individuo puede cometer en su interpretación de la realidad, no como una falta sino como pasos necesarios y obligatorios en el proceso constructivo del conocimiento de la misma, de aquí que tales errores formen parte de la interpretación del mundo por el individuo, lo que le permite organizarla de acuerdo con los instrumentos intelectuales que posee en consonancia con sus conocimientos anteriores.
En resumen, según esta tendencia pedagógica el individuo descubre los conocimientos, lo cual es favorecido por la enseñanza lo cual es favorecido por la enseñanza organizada de manera tal que favorezca el desarrollo intelectual, afectivo-emocional y social del educando. Su limitación fundamental es que no le presta la suficiente atención, y por lo tanto le resta importancia, al carácter desarrollador y no sólo facilitador del proceso de enseñanza en el movimiento evolutivo de los procesos intelectuales
13- El Modelo de Investigación para la acción: algunas esencialidades
Esta tendencia pedagógica aparece y se desarrolla en consecuencia con el hecho de que todo cambio social, y dentro de este contexto científico, propicia, al punto de determinarla, la aparición y desarrollo de la llamada investigación participativa y conjuntamente con ella su variante más significativa tratándose del estudio y transformación de la realidad educacional existente hasta ese momento, y que no es otra que la de investigación de la acción.
La investigación de la acción constituye, en su esencia, un proceso en el cual se encuentran, necesariamente involucrados, tanto el investigador como el investigado, los cuales hacen suyos los mismos objetivos ya en un plano de interacción sujeto-objeto, llegándose así a conocer, de la manera más amplia y profunda y, al mismo tiempo, de la problemática que enfrentan existencialmente, del potencial que poseen para la apropiación de su conocimiento, es decir, sujeto-objeto participan en su propia transformación como seres humanos y propician, simultáneamente, la transformación de su realidad concreta, en marcha hacia metas mayores y más deseables de desarrollo.
Esta tendencia pedagógica transcurre, en su desarrollo, por cuatro etapas: la problematizadora, de concientización, de dinamización y la de socialización, adecuadamente articuladas en correspondencia con la naturaleza del fenómeno estudiado y, necesariamente, con los pro presupuestos teóricos y metodológicos asumidos con el propósito de la apropiación del conocimiento que hará posible el proceso de transformación de la realidad.
En Resumen la investigación-acción como tendencia pedagógica contemporánea, en su praxis, no deja de ser un método de gran valor en el abordaje de los problemas que necesariamente surgen a punto de partida de la relación entre la escuela con la familia y, en sentido más general, con la comunidad; sin embargo, la singularidad de los resultados obtenidos mediante su aplicación, las dificultades que con gran frecuencia se confrontan en la generalización de los mismos y en la verificación de éstos, hechos todos, que conspiran con la construcción de una teoría realmente científica, ha determinado que esta tendencia pedagógica haya disminuido su credibilidad y empleo en la actualidad.
14- La Teoría Crítica de la enseñanza: algunas esencialidades
En esta tendencia pedagógica, como su nombre lo indica, se someten a crítica todas aquellas consideraciones que están relacionadas con el proceso de enseñanza, tomando como válidas
aquellas que favorecen el proceso de aprendizaje y educación, de habilidades y capacidades rechanzándose las que interfieren, de una u otra forma, con el desarrollo de los mismos. Es, en su esencia, una integración de todos los factores que influyen positivamente en la evolución de la actividad cognoscitiva del ser humano, en su práctica de búsqueda hacia el encuentro de los criterios de verdad y de aplicabilidad en el complejo proceso de transformación de la realidad en correspondencia con las prioridades determinadas por los intereses y motivaciones del sujeto cognoscente y del medio social en que se desenvuelve.
En Resumen en la teoría crítica de la enseñanza queda debidamente aclarado que conocer no es adivinar, que el conocimiento no es un producto autoengendrado al cual se accede de manera improvisada, sino recorriendo los caminos de la disciplina intelectual donde el sujeto cognoscente se apropia de un reflejo lógico de la realidad objetiva mediante una serie de procedimientos o actividades armónicamente concatenados que, en su integración unitaria, le posibilitan el mismo.
Hace oposición positiva tanto al autoritarismo arrogante como al espontaneísmo irresponsable. No obstante lo expresado, no resulta en la práctica una concepción del todo acabada por cuanto conlleva implícitamente la posibilidad de error en cuanto a la determinación de que es lo más apropiado en la facilitación del aprendizaje y que no lo es tanto.


15- El Enfoque Histórico-Cultural: algunas esencialidades
El enfoque histórico-cultural, como tendencia pedagógica contemporánea, resulta un enfoque epistemológico que posee amplias perspectivas de aplicación en todos aquellos tipos de sociedad
En las cuales se promueva, de forma consecuente, el desarrollo de todos sus miembros mediante una inserción social consciente de éstos como sujetos de la historia, centrándose, de manera fundamental, en el desarrollo integral de la personalidad, sustento de la más eficiente y eficaz teoría de la enseñanza que se desarrolla en un espacio y en un tiempo concretos en el cual los hombres que han desarrollado una formación histórica y cultural determinada en la propia actividad de producción y transformación de la realidad objetiva interactúan de manera armónica,
en una unidad de intereses, con el propósito de transformarla en aras de su propio beneficio y del bienestar de la colectividad. Así se puede decir, que en el enfoque histórico-cultural de la psicología, sobre la cual se apoyan la enseñanza, el aprendizaje, la educación y capacitación de los seres humanos, el eje que como espiral dialéctica organiza y genera todos los demás conceptos es el historisismo.
La figura más representativa de esta tendencia pedagógica fue y lo continúa siendo el soviético LS Vygotski para quien ninguno de los tipos de actividad y, mucho menos, las formas de relación entre los hombres están predeterminadas morfológicamente. Esta concepción representa, en la práctica, una gran ventaja ya que gracias a ella los diferentes nodos o tipos de actividad vital pueden funcionar, en definitiva, como órganos funcionales de la actividad humana, o lo que es lo mismo, plantea la posibilidad de realización de cualquier tipo de actividad en el curso de la vida, con lo cual se manifiesta la extraordinaria capacidad y, de recuperación mediante la compensación.
A punto de partida del enfoque histórico-cultural de la pedagogía, se le otorga un carácter rector a la enseñanza en relación con el desarrollo psíquico del individuo y la considera precisamente como fuente e hijo conductor de tal desarrollo psicológico y éste, a su vez, de la adquisición de los conocimientos necesarios e imprescindibles para un patrón educativo en correspondencia con los intereses de la sociedad y del propio individuo como personalidad en su movimiento evolutivo y desarrollador en el seno de la misma en condiciones históricas concretas.
En Resumen, la esencia de la tendencia pedagógica del enfoque histórico-cultural centrada en Vygotsky es una concepción dirigida en lo fundamental a la enseñanza, facilitadora de un aprendizaje desarrollador, en dinámica interacción entre el sujeto cognoscente y su entorno social, de manera tal que se establece y desarrolla una acción sinérgica entre ambos, promotora del cambio cuanti-cualitativo del sujeto que aprende a punto de partida de la situación histórico cultural concreta del ambiente social donde el se desenvuelve. No obstante ello, es un hecho casi consensual para los especializados en esta temática que se trata de una teoría inacabada que precisa de un mayor grado de profundización para la identificación e integración adecuada de posibles factores necesarios en la determinación de que la misma surja y se establezca como un cuerpo integral de ideas.
16- Conclusiones
Se pretende dar una visión muy general y sintética de las esencialidades acerca de las tendencias pedagógicas contemporáneas relacionadas con sus fundamentos filosóficos, psicológicos, maneras de abordar el trabajo en el desarrollo del proceso de enseñanza y, de manera particularmente importante en lo concerniente al papel que debe desempeñar tanto el sujeto cognoscente (alumno) como el promotor del conocimiento (profesor). Así mismo, son planteadas las repercusiones más sobresalientes que cada una de ellas ha tenido en la práctica pedagógica que ha trascendido hasta nuestros días.

17- Bibliografia consultada
.- Valera Alfonso O. Orientaciones pedagógicas contemporáneas. Santafé de Bogotá: Cooperativa Editorial Magiterio; 1999.
.- Mikúlinskiy SR. Ciencia, Historia de la Ciencia, Cienciología. Recopilación de artículos. La Habana: Editorial Academia; 1985. p. 70
.- López J. El carácter científico de la Pedagogía en Cuba. Ciudad de la Habana: Pueblo y Educación; 1996.
.- Gallego Badillo R. Saber pedagógico. Una visión alternativa. Colección Mesa Redonda. Santafé de Bogotá: Editorial Magisterio; 1996.
.- Cepes. Tendencias pedagógicas contemporáneas. Ciudad de la Habana: Universidad de la Habana; 1995.
.- Labarrere G, Valdivia G. Pedagogía. Ciudad de la Habana: Pueblo y Educación; 1988.
.- Savin NV. Pedagogía. La Habana: Pueblo y Educación; 1976.
.- Chateu J. Los Grandes pedagogos. México: Fondo de Cultura Económica; 1959.
.- Freyre P. Pedagogía del oprimido Siglo XXI. México: Ediciones SA; 1980.
.- Konstantinov NA. Historia de la pedagogía. Ciudad de la Habana: Pueblo y Educación; 1988.
.- Ponce A. Educación y lucha de clases. La Habana: Imprenta Nacional de Cuba; 1961.
.- Libaneo JC. Tendencias pedagógicas en la práctica escolar. Revista ANDE Brasil 1982;3(6)
.- Meier A. Sociología de la educación. La Habana: Editorial Ciencias Sociales; 1984.
.- Fernández O, Sarramona J. La educación constante y problemática actual. Barcelona: Ediciones CREC; 1975.
- García Gallo GJ. Raíces de la enseñanza memorística, esquemática y verbalista que conspiran contra la calidad de la enseñanza. Presentado en el X Seminario para dirigentes nacionales de la Educación Superior. Ciudad de la Habana; 1986.
.- Colom C. Hacia nuevos paradigmas educativos. La Pedagogía de la Post Modernidad. Revista Estudio Pedagógica 1984;(144):23-6.
.- Labarrere G, Valdivia G. Pedagogía. Ciudad de la Habana: Pueblo y Educación; 1988.
.- Dadidov V. Los Principios de la enseñanza. La psicología evolutiva y pedagógica en la URSS. Antología. Moscú: Progreso; 1987.
.- Kostantinov A, Savich AL, Smirnov MT. Problemas fundamentales de la pedagogía. La Habana: Imprenta Nacional de Cuba; 1962.
.- Petrosky AV. Psicología pedagógica y de las edades. Ciudad de la Habana: Pueblo y Educación; 1978.
.- Castro M de Estudio crítico de las ideas pedagógicas de John Dewey. La Habana: Imprenta Ninon; 1939.
.- Cousinet R. Un Nuevo método de trabajo libre por grupo. Buenos Aires: Losada; 1959.
.- Dewey J. Los Fines, las materias y los métodos de educación. Madrid: Ediciones de la Lectura; 1927.
.- Larrea J. La Educación nueva. Quito: Casa de la Cultura Ecuatoriana; 1960.
.- Luzuringa L. La Pedagogía contemporánea. Buenos Aires; 1960.
.- Mayer F. Historia del pensamiento pedagógico. Buenos Aires; 1967.
.- Dewey J. La Educación de hoy. Buenos Aires; 1957.
.- Cousinet R. La Escuela Nueva, Luis Mirace. Barcelona; 1972.
.- Alvarez G. La Tecnología educativa en la década del 80. México: Universidades UDUAL; 1985.
.- Chadwick CB. Los Actuales desafíos para la tecnología educativa. Medios Audiovisuales 1985;(141):14-9.
.- Chirister B. Auge y decadencia de la tecnología de la educación en Suecia. Perspectivas 1982;xii(3):411-5.
.- González H. Tecnología educativa: hacia una optimización del proceso de subdesarrollo. Reflexiones Pedagógicas 1982;(4):14-7.
.- Lallez R. La Tecnología educativa en las universidades de los países en desarrollo. Perspectivas 1986;26(2):181-99.
.- Hernández G. Tecnología de la enseñanza o didáctica. Revista Cubana de Educación Superior 1986;6(1):55-9.
.- UNESCO/SERBAL. La Economía de los nuevos medios de enseñanza. Barcelona; 1984.
.- Talizina NF. Tecnología de la enseñanza y sus lugar en la teoría pedagógica. La Educación Superior Contemporánea 1977;1(17):121-8.
.- Orantes A. Investigación en enseñanza tecnológica educativa. Investigación Educacional 1984;11(21):9-34.
.- Arredondo V. Implementación de nuevos sistemas instruccionales. México: Trillas; 1979. p. 85-98.
.- Filloux JC. Observaciones sobre la evolución de las tendencias pedagógicas. En: Herbert EL, Ferry G. Pedagogía y psicología de los grupos. Barcelona: Nova Terra; 1969.
.- Keller FS. Psicólogos y educadores. En: Arredondo V. Técnicas instruccionales aplicadas a la educación superior. México: Trillas; 1979. p. 11-8.
.- Vodakova A. Método de dirección del trabajo independiente de los estudiantes. Tesis de Conferencias. Praga; 1990.
.- Andrijasevic J. La Autogestión obrera en Yugoslavia. Belgrado: Mezdunarodna Politika; 1978.
.- Rodríguez G. La Autogestión pedagógiga, en nuevas experiencias pedagógicas en América Latina, seminarios y documentos. Costa Rica: CEDAL; 1975.
.- UNESCO.- La Autogestión en los sistemas educativos. Estudios y Documentos de Educación 1982;(39):1-20.
.- Rogers C, Kinget M. Psicoterapia y relaciones humanas. New York; 1961.
.- Pulpillo AF. Antecedentes inmediatos y orígenes del pensamiento pedagógico de C.R.Rogers. Revista de Orientación Pedagógica 1985;35.
.- Peretti de A. Carl Rogers y la orientación no directiva en la pedagogía. En: Herbert EL, Ferry G. Pedagogía y psicología de los grupos. Barcelona: Nova Terra; 1969. p. 30-45.
.- Le Bon D. Ensayos de pedagogía no directiva. En: Herbert EL, Ferry G. Pedagogía y psicología de los grupos. Barcelona: Nova Terra; 1969. p. 21-8.
.- Libaneo JC. Tendencias pedagógicas en la práctica escolar. ANDE 1982;3(6):10-8.
.- Freire P. La educación como práctica de la libertad. México: Siglo XXI; 1979.
.- Freire P. Pedagogía del oprimido. México: Siglo XXI; 1980.
.- Klik F. La Psicología de la cognición. Consecuencias metodológicas, metódicas-teóricas y prácticas para la psicología y las ciencias colindantes. Psicología en el Socialismo. La Habana: Ciencias Sociales; 1987. p. 35-56.
.- Morenza L. La Psicología cognoscitiva contemporánea y el desarrollo de las capacidades intelectuales. Memorias de Pedagogía ´90; 1990.
.- Neisser U. Psicología cognoscitiva. México (DF): Trillas; 1976.
.- Norman DA, Rumelhart DE. Explorations in cognition. San Francisco; 1975.
.- Flavelli J. La Psicología evolutiva de Jean Piaget. México; 1990.
.- Satre G, Moreno M. Descubrimiento y construcción de conocimientos. Barcelona: Gedisa; 1980.
.- Piaget J, Inhelder B. Génesis de las estructuras lógicas elementales. Neuchatel; 1977.
.- Valera Herrera JL. El método de investigación acción como vía para transformar la realidad social y la docencia. Ponencia presentada en el Congreso Pedagogía 93. La Habana, feb 1993. p. 8.
.- González O. Aplicación del enfoque de la actividad al perfeccionamiento de la educación superior. Ciudad de la Habana; 1989.
.- Shuare M. La psicología soviética tal como yo la veo. Moscú: Progreso; 1990.
.- Vygotski L. Pensamiento y lenguaje. La Habana: Pueblo y Educación; 1982.
.- Talizinia N. Los fundamentos de la enseñanza en la educación superior. La Habana: DEPES; 1985.
.- Guzmán JC, Hernández Rojas G. Implicaciones educativas de seis teorías psicológicas. CONALTE; 1993.
.- Alvarez A, Del Río P. Educación y desarrollo: la teoría de Vygotsky y la zona de desarrollo próximo. En: Coll C, Palacios J, Marchesi A. Desarrollo psicológico y educación. Madrid: Alianza; 1990.
.- Leontiev AN. Artículo de introducción sobre la labor creadora de LS Vygotsky. Vygotsky LS. Obras escogidas. Madrid: Visor; 1991. t.1
.- Miras M. Educación y desarrollo. Infancia y aprendizaje 1991; 54. p.3-17.

A partir de lo leído completar el siguiente cuadro

Período Representante/s Función de la Escuela Rol del alumno Rol del docente
Pedagogía Tradicional
Escuela Nueva
Tecnología Educativa
Instrucción Personalizada
Pedagogía Autogestionaria
Pedagogía No Directiva
Pedagogía Liberadora
Perspectiva Cognoscitiva
Pedagogía Operatoria
Investigación Acción
Teoría Crítica
Enfoque Histórico- Cultural

La Educación Multicultural yel Concepto de Cultura

La educación multicultural y el concepto de cultura1
F. Javier García Castaño
Rafael A. Pulido Moyano
Ángel Montes del Castillo (*)
(*) F. Javier García Castaño, Rafael A. Pulido Moyano y Ángel Montes del Castillo trabajan en los Laboratorios de Estudios Interculturales de las Universidades de Granada, Almería y Murcia (España), respectivamente.
Desde nuestro punto de vista, la discusión sobre educación multicultural surge en el momento en que ciertos aspectos de la variable cultura, en tanto variable representativa de la diversidad, se introducen en el aula y en la escuela. Cuando existe una presencia de grupos étnicos claramente diferenciados por razones del color de piel, lengua materna, valores y comportamientos religiosos, y, junto a todo ello y otros elementos más, diferencias socioeconómicas, se reconoce la necesidad de una educación «especial» para atender tales diferencias. Aparece una nueva forma de conceptualizar la discriminación que se practica a través de la escuela: la discriminación por la diferencia cultural. La vieja (?) escuela discriminatoria y reproductora de las diferencias de sexo y clase también discrimina ahora (siempre lo hizo) a quienes pertenecen a grupos culturales diferentes al dominante y hegemónico en ella, y ambas discriminaciones, lógicamente, caminan juntas.

1. Presentación
La educación multicultural nace de una reflexión sobre la presencia en las escuelas occidentales de minorías que, además de necesitar un trato adecuado por la «distancia» entre su cultura y la cultura presentada y representada por la escuela occidental, necesitan una atención especial ante el fracaso continuado cuando acceden a esta última. Se diseñan entonces programas que tratan de mejorar la situación de estos colectivos en las escuelas y que, en algunos casos, promuevan un respeto hacia su cultura de origen y una integración en la cultura de «acogida» (o al menos eso es lo que idealmente se pretende). Ésta es la idea genérica sobre la aparición de la educación multicultural, aunque hoy existen diferentes formas de entender qué es una educación multicultural.
En este trabajo presentaremos justamente las diferentes maneras de entender la educación multicultural desde la perspectiva de una disciplina como la antropología de la educación (subdisciplina del tronco general de la antropología social y cultural). El análisis de las diferentes maneras de entender la educación multicultural se realizará a partir del concepto de cultura: el concepto nuclear de la antropología social y cultural.
Sostenemos que detrás de cada modelo de educación multicultural se encuentra una concepción de la cultura. No puede ser de otra manera. El hecho de que en muchos casos tal concepto no sea explícito nos obliga a «denunciarlo» y a reflexionar sobre la necesidad de tal conceptualización. A partir de ellos construiremos, desde la antropología social y cultural, una versión del concepto de cultura y expondremos, desde tales premisas, lo que nosotros entendemos por educación multicultural.
2. Modelos de Educación Multicultural
Ya en otro lugar (García Castaño y Pulido`Moyano, 1992) hemos revisado y documentado las diversas concepciones sobre la educación multicultural. Lo que exponíamos en aquel trabajo era una revisión no exhaustiva, aunque sí orientativa, de la producción en el campo de la educación multicultural, y lo hacíamos clasificando los trabajos en diferentes apartados según el concepto de multiculturalidad que subyacía en ellos. Para organizar la revisión, nos servíamos del ya quizá clásico artículo de Gibson (1984) en el que se analizan diversos enfoques de la educación multicultural en los EE.UU., en un esfuerzo por incrementar la claridad conceptual y hacer explícitos una serie de supuestos que subyacen en cada conceptualización. Además de ello, nuestras fuentes bibliográficas se ampliaban en el tiempo y en las bases documentales consultadas2 : ERIC, FRANCIS, BIBE, así como la revista Anthropology and Education Quarterly y diferentes materiales monográficos o de recopilación a los que pudimos acceder3. Posteriormente (García Pulido y Montes, 1994) presentamos cada una de las posiciones (seis en total) de manera resumida, aludiendo a los principios que subyacen en cada una de las versiones de educación multicultural y sus fundamentaciones teóricas. Consideramos que en esta segunda versión de crítica a los modelos de educación cultural y de intento de construcción de una posición teórica sobre el significado de la educación multicultural no aparecía suficientemente clarificada nuestra posición sobre los conceptos de cultura que subyacen en tales modelos de educación multicultural. Este nuevo texto es por ello una ampliación de aquel en el que lógicamente algunos aspectos se repiten y otros son completamente nuevos.
Manteniendo la clasificación de los modelos de educación multicultural, aunque ahora los exponemos de manera más reducida. También, para una mayor orientación, hemos considerado oportuno continuar señalando las correspondencias entre los modelos identificados por Gibson y los que otros autores han descrito en diversas tipologías, concretamente Banks (1986) y Sleeter y Grant (1987). Lo nuevo se refiere en este apartado a las versiones críticas que desde nuestro punto de vista deben observarse en las concepciones de cultura que se «ocultan» tras la manera de entender lo que significa «multicultura». Tales versiones críticas las exponemos tras el resumen de los modelos. Lógicamente, no se trata de tomar posición en contra de todo lo que se ha expuesto sobre la educación multicultural; nuestra aceptación podrá observarse en la propuesta que en la segunda parte de este trabajo hacemos sobre lo que debe suponer una educación multicultural.
2.1. Educar para igualar: la asimilación cultural
Lo que se pretende desde este primer modelo es igualar las oportunidades educativas para alumnos culturalmente diferentes. Tal posición surgió ante el fracaso académico continuado de los alumnos pertenecientes a los grupos minoritarios, y también como rechazo de la hipótesis del déficit genético y cultural como causa de dicho fracaso. Los supuestos claves que subyacen en este primer enfoque son: 1) los niños culturalmente diferentes a la mayoría experimentarán desventajas de aprendizaje en escuelas sometidas por los valores dominantes; 2) para remediar esta situación, creada por los programas de educación multicultural, se debe aumentar la compatibilidad escuela/hogar; y 3) mediante los programas que promueve este enfoque se aumentará el éxito académico de los alumnos. La educación multicultural, que desde esta perspectiva evita los supuestos de esos programas de compensatoria que niegan las diferencias culturales, asume una patología del ambiente familiar e intenta cambiar a los niños, su lengua e, incluso, las pautas de sus padres sobre la crianza.
El diseño de programas para educar al excepcional o al culturalmente diferente, como los denominan Sleeter y Grant (1988), está basado en la teoría del capital humano, según la cual la educación es una forma de inversión en la que el individuo adquiere destrezas y conocimientos que pueden convertirse en ingresos -en el sentido económico- cuando son usados para obtener un empleo. En la medida en que los individuos desarrollen su capital humano a través de la educación, hallarán unas mejores condiciones de vida y mejor será la economía y la sociedad en general. Así pues, a nivel teórico, la pobreza y la discriminación provienen, en gran parte, del hecho de que los grupos marginados no poseen, por lo común, las mismas oportunidades para adquirir el conocimiento y las destrezas necesarios. Rechazadas las teorías que defendían la deficiencia fisiológica, mental o lingüística de estos colectivos, surgieron otras que sustituyeron el término «deficiencia» por el de «diferencia», basadas en la idea de una multiplicidad de modelos de desarrollo psicológico, de aprendizaje y/o de estilo comunicativo. Dado que estos modelos son inconmensurables y sólo se entienden a la luz del contexto cultural del que dependen, el objetivo de la educación será lograr la compatibilidad entre la dinámica del aula y la dinámica cultural de origen de los grupos de individuos «diferentes» al grupo cultural dominante/mayoritario que sirve como referencia en la escuela.
En definitiva, se trata de diseñar sistemas de compensación educativa mediante los cuales el «diferente» puede lograr acceder con cierta rapidez a la competencia en la cultural dominante, siendo la escuela la que facilita el «tránsito» de una cultura a la otra.
En este primer enfoque se encuadrarían, como hemos apuntado, parte del grupo de trabajo que Sleeter y Grant denominan «enseñando a los culturalmente diferentes», así como los paradigmas «asimilacionista» y «de privación cultural» identificados por Banks, todos ellos sustentados por la teoría del déficit cultural.
2.2. El entendimiento cultural: el conocimiento de la diferencia
En este segundo enfoque se apuesta por una necesaria educación acerca de las diferencias culturales y no de una educación de los llamados culturalmente diferentes. Se trata de enseñar a todos a valorar las diferencias entre las culturas. Partiendo de este criterio se piensa, entonces, que la escuela debería orientarse hacia el enriquecimiento cultural de todos los alumnos. La multiculturalidad sería un contenido curricular. Todos los alumnos -sean de minorías o de la corriente cultural dominante- necesitan aprender acerca de las diferencias culturales, hacia las cuales las escuelas deben mostrar una mayor sensibilidad, modificando sus currícula, si fuese necesario, para reflejar de manera más precisa sus intereses y peculiaridades. Hay que preparar a los estudiantes para que vivan armoniosamente en una sociedad multiétnica, y para ello habrá que abordar en el aula las diferencias y similitudes de los grupos, con objeto de que los alumnos comprendan esa pluralidad (García, 1978; Seifer, 1973; Wynn, 1974; Solomon, 1988).
Educación multicultural significa aprender acerca de los diversos grupos culturales, ahondando en las diferencias culturales y, con el mismo énfasis, en el reconocimiento e identificación de las similitudes culturales.
Siguiendo otras tipologías de educación multicultural, la literatura de «Relaciones Humanas» según Sleeter y Grant, y los paradigmas «aditivo étnico», «autoconcepto» y «racismo» según Banks, se corresponderían con la literatura de este segundo enfoque.
El fundamento teórico de este enfoque, según Sleeter y Grant (1988), se encuentra en buena medida en teorías de la psicología social como la teoría sobre el prejuicio, el autoconcepto o el grupo de referencia. Algunos teóricos se han centrado en el desarrollo del prejuicio y del estereotipo a nivel individual y otros a nivel grupal, mientras que otros han abordado los procesos de generación del autoconcepto. Respecto al prejuicio, se sostiene que los niños tienden a sobrecategorizar y estereotipar muchas cosas hacia el final del período de la infancia. Sus categorías habrían adquirido muchos atributos descriptivos que aplican a todo aquello -objeto o humano- que parezca ajustarse a la categoría, aunque estos sesgos categoriales y de estereotipo no llevan por sí mismos al rechazo de otros grupos. Sleeter y Grant explican que, para responder a este último punto, los teóricos han empleado la teoría psicodinámica, según la cual la mente posee impulsos y capacidades innatos como la agresión, la afiliación a otros, el miedo a los extraños o la necesidad de una autoimagen positiva, que se manifiestan en sentimientos y necesidades, siendo conscientes sólo algunas de ellas. El odio o rechazo a otros, por ejemplo, puede deberse a una incapacidad por parte del sujeto para controlar la frustración que le produce no lograr satisfacer algunas de esas necesidades básicas.
2.3. El pluralismo cultural: preservar y extender el pluralismo
Este tercer enfoque o manera de entender la educación multicultural surge de la no aceptación por parte de las minorías étnicas de las prácticas de aculturación y asimilación a las que se encuentran sometidas en el contacto con las culturas mayoritarias. Para estas minorías ni la asimilación cultural ni la fusión cultural son aceptables como objetivos sociales últimos. Habría que mantener la diversidad, y, por ello, la escuela debería preservar y extender el pluralismo cultural. Para que pueda crecer el pluralismo cultural han de reunirse cuatro condiciones: 1) existencia de diversidad cultural dentro de la sociedad; 2) interacción inter e intragrupos; 3) los grupos que coexisten deben compartir aproximadamente las mismas oportunidades políticas, económicas y educativas, y 4) la sociedad debe valorar la diversidad cultural (Stickel, 1987).
Se trata, según algunos, de un antídoto contra el racismo (Seda Bonilla 1973) que rechaza la asimilación y el separatismo y que expresa que el pluralismo cultural significa no juzgar el modo de vida de los otros usando los criterios de la cultura propia de uno.
Defiende que hay que afrontar la cuestión de la diversidad cultural en y desde la educación. Una primera acción ha de ser reflejar dicha diversidad en la composición del profesorado. El profesorado debe ser consciente de que no todos los grupos culturales conceden el mismo valor a los componentes curriculares, ni a las necesidades, deseos y aspiraciones de esos grupos.
Coinciden aquí en buena medida los trabajos de «educación multicultural» (Sleeter y Grant) y los paradigmas «pluralismo cultural» y «diferencia cultural» identificados por Banks. Para Sleeter y Grant el pluralismo cultural como enfoque de la educación multicultural se apoya en teorías sociológicas, antropológicas y del aprendizaje social. Las teorías antropológicas implicadas en este enfoque son aquellas que abordan los procesos de transmisión cultural, desarrolladas por la antropología de la educación.
2.4. La educación bicultural: la competencia en dos culturas
Para este cuarto enfoque la educación multicultural debería producir sujetos competentes en dos culturas diferentes. Tal posición es consecuencia del rechazo por parte de los grupos minoritarios de la idea de la asimilación. Para estos grupos la cultura nativa debería mantenerse y preservarse y la cultura dominante debería adquirirse como una alternativa o segunda cultura. La educación bicultural debe conducir, en último término, a la completa participación de los jóvenes del grupo mayoritario o de los minoritarios en las oportunidades socioeconómicas que ofrece el Estado, y todo ello sin que los miembros de un grupo minoritario tengan que perder su identidad cultural o su lengua (Morrill, 1987), dotándoles de un sentido de su identidad y preparándoles a la vez para que participen de lleno en la sociedad dominante (Burger, 1969).
De entre los aspectos importantes señalados en este enfoque, destacaríamos el de la lengua en el desarrollo de competencias culturales, pues se entiende como un elemento decisivo en la labor de «puente» entre dos culturas (Brennan y Donoghue, 1974).
Este cuarto enfoque sería similar al paradigma denominado por Banks «lenguaje» y, en buena medida, a mucha de la literatura que Sleeter y Grant llaman «estudios sobre grupos concretos».
2.5. La educación como transformación: educación multicultural y reconstrucción social
En este quinto enfoque englobaríamos: 1) algunas referencias que Gibson adjudicó al modelo pluralista, 2) la «educación multicultural que es reconstruccionista social», como la llaman Sleeter y Grant, y 3) el paradigma «radical» citado por Banks. Desde estas posiciones se concibe la educación multicultural como un proceso encaminado a lograr un desarrollo de los niveles de conciencia de los estudiantes de minorías, de sus padres y de la comunidad en general acerca de sus condiciones socioeconómicas, con objeto de capacitarles para la ejecución de acciones sociales basadas en una comprensión crítica de la realidad.
En este enfoque también podemos encuadrar la producción que Delgado-Gaitán (1992) categoriza como perteneciente al modelo de fortalecimiento (empowerment model).
Según Sleeter y Grant (1988), tres tipos de teorías convergen en la base de este enfoque. En primer lugar, teorías sociológicas, como la teoría del conflicto y la teoría de la resistencia. El comportamiento social está organizado a partir de una base grupal más que individual, y los grupos luchan por el control de los recursos de poder, riqueza y prestigio que existen en la sociedad. Cuanto más escasos son estos recursos, más intensa es esa lucha y más importante deviene la pertenencia al grupo. Para la solidificación, extensión y legitimación del control que ejercen, los grupos dominantes estructuran instituciones sociales que operan para mantener o incrementar dicho control, y es esta estructuración la que lleva al racismo, al sexismo y al clasismo institucionales. A primera vista parece imposible un cambio social, pero el desarrollo de la teoría de la resistencia pone de manifiesto que los grupos oprimidos no se acomodan pasivamente a la situación, sino que luchan y se oponen a ella, siendo muy variadas las formas de lucha y oposición.
En segundo lugar, teorías sobre el desarrollo cognitivo, en las que se defiende el carácter constructivista del aprendizaje (Piaget, Vygotsky), y la importancia de la experiencia propia del sujeto en esa construcción. No basta con decir a los niños que hay otros grupos y hablarles acerca de ellos, sino que los niños tendrán que interactuar con dichos grupos, pues será la experiencia directa la que contribuya a generar un conocimiento sobre estos grupos. El énfasis en el mundo del niño y en la acción social reflejados en estas teorías está en la base de la adopción de ellas por parte de los defensores de este enfoque de la educación multicultural.
En tercer lugar, teorías de la cultura, en las que ésta se contempla como una adaptación a circunstancias vitales determinadas en gran parte por la competición entre grupos por la posesión de recursos. Se rechaza el acento en los aspectos de ideación (conocimientos, valores, creencias) de la cultura y en la concepción estática presente en las teorías sobre su transmisión, enfatizándose, por el contrario, los aspectos materiales y los relativos a la estructura política de las sociedades, así como el carácter «improvisado» de la creación de la cultura a partir de la base del día a día, un proceso siempre en curso, similar al que sigue la construcción individual del conocimiento.
2.6. Educación antirracista
Aunque la educación multicultural y la educación antirracista están conectadas lógicamente y la combinación de ambas es más eficaz que su separación (Grinter, 1992), un repaso al desarrollo de ambas ofrece la imagen de un debate y cierta oposición entre ellas. Aunque en cierto sentido nos unimos a Leicester (1992) en la opinión de que esta dicotomía es falsa, comenzaremos señalando algunos de los puntos que este autor contempla en su descripción comparada de uno y otro «paradigma». Será éste el sexto enfoque de la educación multicultural.
Lo que se compara son los aspectos ideológicos y axiológicos de uno y otro, y no sus respectivas fundamentaciones teórico-científicas. Así, frente al liberalismo que enfatiza la libertad de pensamiento y acción que posee cada individuo, sustentador de una educación multicultural que persigue el entendimiento entre culturas y el cambio paulatino de la sociedad a través de la educación, encontraríamos, en el caso de la educación antirracista, una ideología radical apoyada en un análisis de clases de inspiración marxista, puesta al servicio de una transformación social basada en la liberación de los grupos oprimidos y la eliminación de las discriminaciones institucionales, concibiendo la escuela como una agencia para la promoción de la acción política.
Una de las diferencias más importantes entre una educación multicultural no racista y una educación abiertamente antirracista se encuentra en cómo explica cada opción la conversión de las diferencias en desigualdades, conversión que tiene lugar durante la construcción cognitiva de las categorías de seres humanos. Alegret (1992, 21-22) explica:
Para los no racistas las explicaciones de esta transformación se agotan en los prejuicios y la ignorancia. Por tanto, para ellos el racismo no es más que una cuestión de discriminación «fácilmente» superable a través de una intervención educativa adecuada, en el sentido de transmitir los valores y los contenidos necesarios para que no se «produzca» el racismo.Sin embargo, para los antirracistas las explicaciones acerca de la transformación de las diferencias en desigualdades no son de tipo psicopatológico, sino de tipo ideológico. Por tanto, para los antirracistas lo esencial es organizar una estrategia de intervención educativa adecuada para que no se «reproduzca» el racismo.
La educación antirracista representa un cambio por cuanto se pasa «de una preocupación por las diferencias culturales a un énfasis en la forma en que tales diferencias se utilizan para albergar la desigualdad» (Moodley, 1986, 64). Según Banks (1986), entre sus asunciones centrales se encuentra la idea de que el racismo es la causa principal de los problemas educativos de los grupos étnicos minoritarios (no blancos), y que la escuela puede y debe jugar un papel crucial en la eliminación del racismo personal e institucional.
2.7. Sobre los significados de cultura en la expresión de lo «multicultural»
La idea de cultura que subyace en varios modelos obstaculiza la defensa de la igualdad entre los individuos que en teoría se persigue en todos ellos. Dejando de lado ahora nuestra duda acerca de que la escuela pueda igualar o compensar por ella misma las diferencias culturales (en el amplio sentido del término) que los niños traen a las escuelas, queremos enfatizar que, con esa concepción de las culturas, implícitamente se apoya la idea de que, además de diferentes, son desiguales. En la necesidad de reconocer y atender a las culturas minoritarias en la escuela, se afirma de modo no explícito -y a menudo quizá no intencionado- que todas las culturas no son válidas para el desenvolvimiento social, por lo que deben ser «sustituidas» por las culturas mayoritarias. Un aparente relativismo inicial de reconocimiento de la diversidad intercultural encierra al final un fuerte etnocentrismo encubierto.
La hipótesis de que existen culturas deficitarias frente a culturas no deficitarias, no supone reconocer la diferencia de las culturas, sino la desigualdad. Basta pensar en quién establece cuáles son los déficits de una cultura frente a otra para caer en la cuenta de que no se trata de una práctica de igualdad. El hecho de que determinados grupos no hayan desarrollado una adaptación a los nuevos contextos en los que conviven, no nos legitima para hablar de déficit alguno de tal grupo o de tal cultura, sino simplemente de la no puesta en práctica, por el momento, de estrategias adaptativas en tales contextos. Las culturas se diferencian, entre otras razones, por su particular manera de adaptarse a contextos igualmente diferentes, y es precisamente en esa diferencia, que no desigualdad, sobre la que deben compararse y encontrarse unas y otras. Así, reconocer el déficit de una cultura minoritaria frente a otra presuntamente mayoritaria por dominante, equivale a no admitir la capacidad de cualquier cultura para generar nuevas estrategias adaptativas en nuevos contextos.
Mantener que existe una cultura dominante frente a otras minoritarias es establecer con relativa claridad las fronteras entre las que una y otras se mueven y se enfrentan. Por supuesto, no negamos la existencia de relaciones de dominación, sino que dudamos de que las fuerzas de esas relaciones puedan dibujarse tan fácilmente. No son ‘culturas’ en sí las que combaten por el espacio del poder en la sociedad, sino determinados ‘grupos’ que, la mayor’a de las veces, invocan en sus discursos una supuesta cultura que les respalda y concede legitimidad.
Reconocemos que es del todo posible imaginar esa idea de la cultura como algo perfectamente delimitado, sobre todo teniendo en cuenta qué conceptos de cultura han tenido mayor vigencia (incluyendo concepciones antropológicas), pero lo cierto es que las observaciones de las prácticas culturales cotidianas nos muestran las dificultades -la virtual imposibilidad- de delimitar con nitidez una cultura. Todo este argumento debe impulsar una «nueva» reflexión sobre qué significa hablar de las diferencias entre las culturas, y qué significa realmente admitir la diversidad intercultural.
No debemos perder de vista, como ya hemos indicado más arriba, que incluso el bienintencionado respeto por las diferencias del ‘otro’ puede encerrar cierta asunción de la desigualdad. Enfatizar la diferencia y matizar que no es lo mismo que desigualdad, no es tarea fácil, ni es algo que se desprenda de la lógica. En los contextos occidentales actuales, en los que las desigualdades justificadas culturalmente son habituales, enfatizar las diferencias es arriesgarse a convertirlas en desigualdades. Ello se debe, una vez más, a que los «bordes» de las culturas son entendidos como algo fácilmente identificable. Estas demarcaciones pudieron ser útiles, si es que realmente lo fueron en algún momento, cuando la antropología hizo correspondencias una a una entre zonas geográficas y culturas. Los ‘otros’, los diferentes, los primitivos, los marginados, estaban ubicados en «sus» lugares «originarios» y, dada esa relativa distancia, podría resultar útil diferenciar a los unos de los otros bajo discursos de aparente respeto hacia todos. En otras palabras, pareció útil diseñar el principio relativista en la comprensión de la cultura. Pero cuando el ‘otro’ se encuentra entre ‘nosotros’, cuando la identificación entre una cultura y una unidad geopolítica ya no sirve, el principio relativista no resuelve tantas cuestiones como tal principio teórico de la antropología (quizá sí como estrategia metodológica). Es decir, un reconocimiento de las diferencias culturales entre los grupos que «conviven» en un mismo espacio geográfico no debe olvidar que, en gran medida, las diferencias han sido construidas desde una idea muy estática de qué son las culturas y, por tanto, enseñar las diferencias es una nueva manera de cosificar las culturas y favorecer la asunción de la desigualdad desde tal inmovilismo.
Las culturas en contacto interactúan y generan nuevas culturas. Así las cosas, enseñar las diferencias entre las culturas se reduce a enseñar la historia de tales culturas. Si se conciben las culturas como vinculadas a y fruto exclusivamente del entorno geográfico, parece posible mostrar con facilidad las diferencias entre culturas desde estas posiciones. Teniendo en cuenta lo dicho hasta aquí, es difícil aceptar que las culturas se vinculan a los espacios geográficos más que a los grupos humanos (aceptar la influencia de los entornos ecológicos en la construcción de la cultura no es afirmar que la determinen por completo).
Estas matizaciones sobre el significado de la construcción de las diferencias añade una nueva complejidad. Se trata de aclarar aún más las razones que tenemos para pensar que la creación de las diferencias encierra una práctica de generación de desigualdad. Todos sabemos que no es exclusivo de las culturas occidentales que sus miembros se autoperciban como distintos a los que no pertenecen a ellas. En general, se acepta que toda cultura, por el hecho de serlo, establece una distancia con respecto a otras culturas, situando a las distantes en posiciones de inferioridad y/o connotación negativas (como queda reflejado en las diferentes lenguas). Tal hechura de la diferencia mediante la distancia abre la vía para un sistema de desigualdad. Y aunque todos los grupos practican, como forma de autoafirmación y autoidentificación, la definición de claras diferencias respecto al ‘otro’, es fácil observar que en un sistema de dominación del ‘nosotros’ sobre el ‘otro’ no todas las diferencias (las que señalamos ‘nosotros’ y las que señala el ‘otro’) tienen el mismo peso ni todas son reconocidas. Por lo general, los grupos dominantes son quienes logran que todos entiendan que ellos son diferentes a los demás, y quienes logran expresar con mayor claridad y eficacia cuáles son las diferencias que les separan de los otros. Este ejercicio de propaganda no hace sino persuadir a los grupos en desventaja (minoritarios, marginados) de que el buen camino es el que conduce a la reducción de tales diferencias.
De esta manera, marcar las diferencias es otra forma de establecer jerarquías, pues, de antemano, no todas las culturas parten de las mismas posiciones de reconocimiento de sus diferencias con respecto a los otros. Además, una concepción estática y cerrada de la cultura seguirá amparando una igualdad sólo aparente, a pesar de promover el reconocimiento de las diferencias.
Es necesario insistir en el concepto de cultura como algo difuso, inacabado y en constante movimiento. Desde los conceptos de cultura que sustentan a ciertos modelos de educación multicultural, no cabe la posibilidad de dudar siquiera de que se pueda delimitar la cultura. Ante esta dificultad, la operación que algunos realizan consiste en identificar cultura con grupo étnico. Esta primera identificación va seguida de una segunda aún más compleja: identificar pluralidad de grupos étnicos con pluralidad cultural.
De nuevo nos encontramos con la idea de que parece posible expresar con claridad dónde acaba y dónde empieza cada cultura, y con ello, cómo queda representado un mosaico de culturas. Éste es un nuevo reduccionismo que equipara claramente el concepto de cultura y la identidad de un grupo. No se puede negar que los miembros de un grupo cultural puedan tener y de hecho tengan una identidad, pero creemos que resulta empobrecedor, para el significado y la realidad de la cultura, que lo cultural de un grupo se reduzca a su identidad. La identidad representa muchas veces los puntos de encuentro entre los miembros del grupo, la versión y visión que mejor describe de manera homogeneizadora a tal grupo, pero los análisis de la práctica cultural nos muestran que tal identidad se forja, se mantiene y se transforma en un sinfín de enfrentamientos y tensiones, y que se construye principalmente frente a algún otro. Los análisis de lo cultural demuestran que una parte de la cultura está constituida por los mecanismos de identificación de los individuos del grupo, pero esto es sólo una parte de la cultura, salvo que queramos admitir que la cultura es exclusivamente un instrumento para la diferenciación en la alteridad.
3. La educación multicultural desde la antropología social y cultural
Hasta aquí hemos presentado las diferentes maneras de entender la educación multicultural que se tienen en la actualidad. Hemos tratado de mencionar de manera más o menos explícita la aproximación en cada enfoque a un cierto concepto de cultura, aunque en muchos casos parezca desconocerse o no entenderse por los autores encuadrados en cada enfoque qué entienden ellos por tal concepto. Pasaremos ahora a justificar las razones que nosotros tenemos para hacer girar el entendimiento de la educación multicultural en torno al significado de «cultura».
3.1. El concepto de cultura en la educación multicultural: su necesidad
Si tenemos en cuenta que casi la totalidad de la producción sobre educación multicultural ha sido realizada por educadores y para educadores, no es de extrañar que en la elaboración de tipologías o categorizaciones de la educación multicultural no se haya utilizado como criterio el concepto de «cultura» que había detrás de cada modelo, paradigma o enfoque en educación multicultural. Ello es así en la medida en que el propio concepto de cultura no ha tenido una posición central en la construcción de los discursos teóricos sobre la educación, ni ha representado una «variable» fundamental sobre la que basar el pensamiento de los educadores. Como veremos a continuación, ha existido y existe una gran variedad de conceptos implícitos de «cultura» detrás de los discursos sobre educación multicultural, pero no queremos aquí elaborar otra tipología más a partir de este criterio. Lo que deseamos enfatizar es, en primer lugar, que la no explicitación del concepto de cultura ha supuesto una barrera para el avance de la investigación sobre los fenómenos del multiculturalismo y la escuela, y, en segundo lugar, que no ha existido ningún modelo, paradigma o enfoque de educación multicultural que estuviese fundamentado principalmente en un aparato conceptual antropológico.
No vamos a enumerar aquí los puntos débiles de los modelos reseñados o las críticas vertidas sobre ellos. Sí queremos insistir en que estos modelos carecen de un concepto de cultura sólido. Moodley (1986, 69) indica lo siguiente al respecto:
En la mayoría de las visiones sobre educación multicultural se halla implícita una concepción algo estática de la «cultura». La cultura es vista como un conjunto más o menos implícito de características inmutables atribuibles a grupos diferentes de personas. Éstas son usadas para identificar a la gente y, a menudo, para producir estereotipos, en contra de la intención (Rosen, 1977). La noción de cultura expuesta por el Libro IV de la Royal Commission (1969, p. 11) como idea final, bajo el epígrafe «Las contribuciones culturales de otros grupos étnicos», revela una ficción lírica que se asemeja poco a la realidad de las minorías. «La Cultura», glosaba la Comisión, «es una forma de ser, pensar y sentir. Es una fuerza rectora que anima a un grupo significativo de individuos unidos por una lengua común que comparten las mismas costumbres, hábitos y experiencias».
Bullivant, quizá uno de los autores que ha insistido con más fuerza en la necesidad de partir del tratamiento antropológico del concepto de cultura como base para el diseño de la educación multicultural, incide en este tipo de utilizaciones equivocadas y/o alejadas del tratamiento científico que por parte de la antropología actual se hace de tal concepto (1986, 112):
El Comité adoptó también una visión del concepto de cultura similar a la del Galbally Committee, basada en la bien conocida, pero superada a nivel teórico, definición de Taylor (1871). No obstante, es inherentemente limitado, de cara a un diseño político de largo alcance, adoptar «el uso popular, más común en educación que iguala la cultura con la herencia de un grupo, esto es, tradiciones, historia, lengua, artes y otros logros estéticos, costumbres religiosas y valores» (Comittee on Multicultural Education, 1979, p. 68, énfasis de Bullivant).
Al comienzo de este trabajo defendíamos justamente que el surgir de la educación multicultural tiene especial relación con la presencia de grupos étnicos diferenciados en el aula escolar, con la aparición del concepto de cultura en el entendimiento de la diversidad en la escuela. Por ello, sin la clarificación conceptual sobre qué entendemos por «cultura», difícilmente podemos entender el significado total de lo que es la educación multicultural. En este sentido, creemos que Wilson (1992) exagera al intentar justificar el uso indiscriminado de los términos «raza», «cultura» y «étnico» diciendo, respecto al concepto que más nos interesa, que no ha visto «ninguna definición del término [cultura] que tuviese una pretensión seria de claridad».
Existen diversas definiciones de «cultura» en trabajos sobre educación multicultural. Así, Lynch, Modgil y Modgil (1992, 9) indican que, «por supuesto, cada estructura [política] posee su cultura propia distintiva, que incluye normas, valores, ideologías, asunciones, símbolos, significado, lenguaje y otro capital cultural compartido que hace posible que funcione como una unidad coherente, sin desintegrarse». Y García (1992, 105-6), partiendo de Kroeber y Kluckhohn, entiende que «'la cultura' es la totalidad de las creencias aprendidas, herramientas y tradiciones compartidas por un grupo de humanos para dar continuidad, orden y significado a sus vidas; consta de las experiencias y productos acumulados por un grupo». En palabras de Strivens (1992, 212), la cultura consiste en:
... aquellos fenómenos que crean un sentido de identidad común entre un grupo particular: un lenguaje o dialecto, fe religiosa, identidad étnica y localización geográfica. Se trata de factores subyacentes que dan lugar a comprensiones, reglas y prácticas compartidas que gobiernan el desarrollo de la vida diaria. El comportamiento cultural es comportamiento aprendido, pero tan profunda y completamente aprendido que pasa a ser en gran medida inconsciente.
Por otro lado, Taboada (1992, 155-6) entiende que, en la tradición antropológica anglosajona, la cultura aparece como «un todo estructurado de manera de actuar, pensar y creer que proporciona a los grupos respuestas a los problemas que presenta el entorno, y asegura la cohesión de aquéllos», explicando a continuación las dificultades creadas por esta concepción:
El trabajo de antropólogos y etnólogos en sociedades más pequeñas y aisladas ha contribuido a la imposición de una definición de cultura que insiste en el carácter de esta totalidad, en sus aspectos integradores y funcionales. (...) Así, la cultura del país de origen es conceptuada como un todo funcional homogeneizado, transmitido idénticamente de una generación a la siguiente. Es este concepto ideal-típico de la cultura extranjera que nos llega de trabajos literarios y artísticos, así como del folklore estereotípico, el que sirve como referente para el debate acerca de la educación de las culturas de los inmigrantes. Es necesario problematizar este concepto, en la medida en que sus aspectos de continuidad, unidad y funcionalidad sean lo que concierne. (...) Así, la cultura debería ser cualquier cosa menos un regalo definitivo que el individuo recibe en un grupo: un regalo de alguna forma emblemático. Aparece, antes bien, como una elaboración colectiva, en perpetua transformación, y en este sentido la cultura del inmigrante es sólo un aspecto específico de las modalidades de cambio de las sociedades y los individuos. (...) [En su sentido antropológico] la cultura es algo determinado en gran medida por el entorno y las condiciones materiales.
Y en esa línea, Donald y Rattansi (1992, 4) aluden a una redefinición de la noción de cultura a la luz de las críticas realizadas al concepto que subyacía al multiculturalismo, señalando lo siguiente:
Esto sugiere una definición de cultura más cercana a lo que muchos científicos sociales y teóricos de la cultura habrían tenido en la mente cuando hablan sobre la cultura que lo que están las versiones asociadas con el multiculturalismo o el antirracismo. Esto no se limita a las creencias religiosas, los rituales comunales o las tradiciones compartidas. Por el contrario, comienza con la forma en que tales fenómenos manifiestos son producidos a través de sistemas de significado, a través de estructuras de poder y a través de las instituciones en las que unos y otras se despliegan.
(...) Desde este punto de vista, la cultura deja de entenderse como aquello que expresa la identidad de una comunidad. Antes bien, se refiere a los procesos, categorías y conocimientos a través de los cuales las comunidades son definidas como tales: es decir, cómo se las representa específicas y diferenciadas.
Pensamos que desde coordenadas teóricas de la antropología social y cultural sí se ha generado un concepto de cultura lo suficientemente rico como para fundamentar toda una propuesta, un nuevo modelo sobre educación multicultural. Antes de expresar algunas de las características de este modelo, nos extenderemos en su base conceptual
3.2. Un concepto de cultura
En general, en las ciencias sociales se ha supuesto que la cultura es explicable mediante una generalización descriptiva como una vasta organización homogénea. De esta manera los antropólogos hemos pensado, y hemos hecho pensar a muchos, que muchas sociedades son monoculturales y tan sólo ahora, cuando hablamos de sociedades urbanizadas postindustriales, nos empezamos a referir a ellas como multiculturales. Y lo cierto es que las diferencias entre sociedades complejas y simples en lo referente al multiculturalismo es tan sólo una diferencia de grado y no de tipo (Goodenough, 1976).
Es obvio que a la hora de contarle a «otro» cómo somos «nosotros» utilizamos una serie de referencias que nos definen homogeneizándonos, pero no utilizaríamos estas mismas referencias para definirnos a nosotros mismos (quizá nunca pasamos por un proceso de autodefinición de este tipo). No sólo no serían muy útiles sino que, desde la primera a la última, toparíamos con objeciones de nuestros paisanos, que no se encontrarían a gusto reflejados en las referencias utilizadas para definirles frente a los «otros». Y eso es así porque cuando nos definimos como grupo frente a otro grupo no invocamos las diferencias que existen en el seno del «nosotros» y que generan la diversidad dentro de él, sino, por el contrario, invocamos las similitudes que nos aproximan, construyendo un discurso homogeneizador en el que no hacemos otra cosa que seleccionar aquellos temas que tienen una mayor relevancia para el mantenimiento del grupo social (García-García, 1988).
Somos conscientes de tales divergencias cada vez que proponemos a nuestros alumnos la tarea de dar una definición de la cultura española, o de la andaluza, o de la granadina. Algunos se atreven a emitir juicios cuando nos referimos a la cultura catalana, pero no van más allá de los tópicos; a partir de la generalización y el estereotipo, cuesta menos trabajo definir al «otro». No queremos decir con esto que no se pueda hablar de tal o cual cultura de un determinado grupo, nada más erróneo; lo que tratamos de exponer es que cuando pretendemos «proyectar» tal o cual cultura en cada uno de los individuos que la componen, nos encontramos con serios problemas para reconocer una réplica de dicha cultura en cada uno de los comportamientos, acciones o actividades que cada individuo realiza. Y es que cada individuo tiene una versión particular de todo aquello que le rodea, una versión particular de la cultura a la que decimos que pertenece (si es que se puede hablar de pertenecer a una única cultura), mostrándose en sus comportamientos o puntos de vista particulares divergencias con respecto a lo que aparece como norma establecida en el discurso homogeneizador.
Los términos quizá no son muy brillantes, pero sí orientativos y clarificadores: cada individuo posee su versión propia, personal y subjetiva de la cultura que los demás le atribuyen (entre ellos el científico social), y esa versión es diferente a la de los otros miembros componentes de su grupo. Cada miembro tiene una versión personal de cómo funcionan las cosas en un determinado grupo y, de este modo, de su cultura. Lo que se presenta ante nosotros como la cultura de ese grupo no es otra cosa que una organización de la diversidad, de la heterogeneidad intragrupal inherente a toda sociedad humana. La idea de una «diversidad organizada» remite a la existencia en un grupo de tantas versiones sobre el mundo y la vida como individuos la compongan, versiones diferentes pero equivalentes o «co-validables», de manera que las diferencias no inhiben la identificación y el reconocimiento entre los miembros como poseedores de esquemas mutuamente inteligibles.
Una confrontación realista entre lo que la gente hace y lo que esta misma gente dice que hace nos pondría sobre la pista de lo que queremos exponer: oímos un discurso homogeneizador y observamos una pluralidad de conductas heterogéneas. Gran parte de la tarea del antropólogo, si no toda, está en saber combinar ambas informaciones para, en esa confrontación, explicitar y explicar la cultura, y quizá llegar a interpretar qué significa lo que la gente dice que hace en relación con lo que hace. En esto radica la diferencia entre hacer una crónica de sucesos particulares y mirar debajo de ellos para comprender cómo la gente los afronta y cómo aumenta o decrece la probabilidad de su repetición (Wolcott, 1985). Así, deberíamos inferir la cultura, compuesta de conceptos, creencias y principios de acción e interacción, a partir de las palabras y comportamientos de los miembros del grupo que se estudia. De esta manera, nuestra primera propuesta teórica sostendría que lo que propiamente constituye la cultura no es una homogeneidad interna sino la organización de las diferencias internas (García-García, 1991), y que las culturas tienen una uniformidad hablada más que una unidad real (García-García, 1988), no quedando completa la tarea del antropólogo si concluyera su trabajo con la exposición de la «uniformidad hablada». La tarea del antropólogo se «completaría» cuando fuese capaz de exponer las explicaciones de la organización de la diversidad como la cultura del grupo humano estudiado.
3.3. La sociedad humana como realidad multicultural
Toda esta primera conceptualización desde la antropología social y cultural será especialmente determinante en el tratamiento de la multiculturalidad. Con ella como base, diremos ahora que todos los seres humanos, vivan donde vivan, habitan en un mundo multicultural.
Junto a esta idea debemos insistir en que todos los individuos de un grupo desarrollan competencias en varias culturas (algunos prefieren referirlas, considerándolas de igual manera, como microculturas, en una estrategia metodológica tendente a la clarificación de un concepto que se puede utilizar en diferentes niveles grupales). Cada individuo tiene acceso a más de una cultura, es decir, a más de un conjunto de conocimientos y patrones de percepción, pensamiento y acción. Cuando adquiere esas diversas culturas nunca lo hace completamente: cada individuo sólo adquiere una parte de cada una de las culturas a las que tiene acceso en su experiencia. Su versión personal de la cultura o, con el término que acuñó Goodenough, su propiospecto, es la totalidad de esas «parcialidades» que conforman una visión privada, subjetiva del mundo y sus contenidos, desarrollada a lo largo de su historia experiencial.
En este sentido seremos multiculturales, seremos competentes en varias culturas, de igual manera que el hijo de un inmigrante, después de una corta estancia en su nuevo entorno de acogida, desarrollará competencias:
1. En la cultura de su grupo doméstico, tanto en su versión nativa como en su versión adaptada a un nuevo entorno (aunque realmente no podemos separar tales versiones, pues funcionarán dinámicamente en un proceso de construcción y reconstrucción).
2. En la cultura del grupo étnico al que pertenece, tanto en su expresión de costumbres y tradiciones más ancestrales (ser competente no significa aquí respetar, aceptar y/o cumplir sino, cuando más, conocer o reconocer) como en su versión, ligada a la anterior, de diferenciación frente a los grupos étnicos que componen el nuevo entorno en que ha empezado a vivir.
3. En la cultura de los diferentes grupos de iguales en los que pueda participar, desde el de mayor homogeneidad étnica, quizá ligado al nuevo barrio en el que vive, al más universalista, formado en la institución escolar en la que se «pretenden integrar todas las diversidades».
4. En la cultura del aula y de la escuela en la que él y otros muchos niños, sin atender aparentemente ahora a su condición de sexo, etnia y religión, aprenderá a conocer y valorar una información (no sólo de contenidos formales en libros de textos) que para todos se presentará supuestamente igual y que será necesaria para acceder a las posiciones de privilegio y poder.
Tal niño se hará competente en muchas culturas, cargadas todas ellas de diferente información, con las que activamente, y de manera colectiva e individual a la vez, construirá su propia versión del mundo que le rodea, su propia versión de los diferentes aspectos de la cultura, su «teoría-cultural personal» (Keesing, 1974), su propriospecto (Goodenough, 1981); una versión de la cultura que será multicultural.
Con lo presentado hasta el momento en esta última sección, podemos proponer las bases de lo que sería un séptimo enfoque sobre educación multicultural, en el que resultará básico considerar la educación como un proceso de transmisión/adquisición de cultura4.
3.4. Antecedentes de un modelo de educación multicultural desde la antropología de la educación
Es vital entender el significado de la cultura en el estudio de las interacciones dentro de la comunidad escolar, y la mejor visión para llegar a ese entendimiento la aporta la antropología (St. Lawrence y Singleton, 1975). Tanto la antropología en general como sus subdisciplinas por separado, realizan contribuciones esenciales a la enseñanza y el aprendizaje multicultural (Johnson, 1977). Efectivamente, la antropología puede, como mínimo, proporcionar a la educación multicultural un abanico amplio y diversificado de estrategias y métodos de investigación cuya idoneidad para el tratamiento de las realidades complejas que aquélla afronta está demostrada. La contribución antropológica a la investigación educativa queda patente en trabajos como el de Trueba et al. (1981), en el que se despliegan estudios microetnográficos sobre niños de minorías en el aula, mostrándose la validez e importancia de la etnografía para la educación bilingüe. Foester y Little Soldier (1981) defienden igualmente la utilización de modelos etnográficos para analizar, comparar y localizar conflictos y/o discontinuidades entre las culturas del hogar y de la escuela (en el caso de los indios). En los EE. UU., y desde mediados de los años cincuenta, los antropólogos culturales se han involucrado en el desarrollo curricular de las escuelas públicas (Dynneson, 1975; Dwyer-Schink, 1976), y los etnógrafos han demostrado su capacidad para proponer maneras prácticas de reducir el «choque de culturas» en el aula multicultural (Clark, 1963). Además de la aportación metodológica, desde la antropología también es posible y necesaria la contribución a los programas de acción, como demuestra el trabajo de Jordan (1985), en el que el conocimiento antropológico guía el desarrollo de un programa de educación bicultural, o el de Koppelman (1979), que plantea la evaluación de estos programas desde la conceptualización antropológica.
Sin embargo, ¿qué hay acerca de esa concepción antropológica de la multiculturalidad como experiencia normal humana, tal como nos propone Goodenough (1976)? Los modelos que hemos visto hasta ahora no dejan de ser parciales en su planteamiento y alcance, mientras que desde la antropología podemos pensar la díada multiculturalidad/educación con una visión holística del amplísimo y heterogéneo conjunto de factores presentes. London (1981) entiende que la antropología cultural constituye el marco adecuado para la obtención de tal perspectiva, en combinación con otras disciplinas. Para este autor, sólo así podremos hacer frente a la problemática de la diversidad multicultural y multiétnica de la educación, superando la insuficiencia analítica de modelos como el asimilacionista y el pluralista.
3.5. Asunciones básicas de una educación multicultural fundamentada en una concepción antropológica de la cultura
Reconocemos, junto a Carlson (1976, 29) que, en gran medida, la educación multicultural constituye una forma de antropología social aplicada. Esto significa que podemos volcar el corpus teórico, conceptual y analítico de la antropología en el desarrollo de procesos (más o menos formales/institucionales, más o menos «calculados») de transmisión y adquisición de diversos repertorios culturales. En este apartado final vamos a señalar diferentes asunciones, principios de procedimiento si se prefiere, con los que debe construirse una educación multicultural de base antropológica. Y empezaremos recordando las ventajas, señaladas por Gibson (1984), que conlleva definir la educación multcultural como el proceso por el que una persona desarrolla competencias en múltiples sistemas de esquemas de percepción, pensamiento y acción, es decir, en múltiples culturas:
1. Ya no tenemos que seguir equiparando educación con escolaridad, ni educación multicultural con programas escolares formales. Desde la amplia concepción de la educación como transmisión cultural, el educador deja de ser el único responsable de la adquisición de competencias culturales por parte de los estudiantes, y se sugiere a quienes promuevan la educación multicultural que presten mucha atención a la relación de los programas escolares con el aprendizaje informal que se produce dentro y fuera de la escuela.
2. Ya no tenemos que seguir equiparando una cultura con una lengua o con un grupo étnico correspondiente. Los miembros de un grupo étnico, por ejemplo, comparten obviamente un conjunto de esquemas culturales específicos, pero también podemos clasificar a esos miembros en otros grupos que participan en actividades comunes, laborales, religiosas, de ocio, etc., y puede que estas otras agrupaciones atraviesen los límites del grupo étnico. En el desarrollo de la educación multicultural, ello se traduce en una contribución a la eliminación de la tendencia a estereotipar a los estudiantes de acuerdo con sus identidades étnicas, y en una contribución a la promoción de una exploración más profunda de las similitudes y diferencias entre estudiantes de diferentes grupos étnicos.
3. Dado que el desarrollo de competencias en una nueva cultura requiere una interacción intensa con las personas que ya la poseen, se aprecia con más claridad que el apoyo a escuelas étnicamente separadas es contrario a los propósitos de la educación multicultural.
4. La educación multicultural promueve competencias en múltiples culturas. Qué cultura desplegará un individuo en cada momento es algo que vendrá determinado por la situación en concreto. Aunque están claramente interrelacionadas, debemos distinguir conceptualmente entre las múltiples identidades que los individuos tienen disponibles y sus identidades sociales primarias en un grupo étnico particular. La identificación social y la competencia cultural son cosas diferentes.
5. Desde la educación se deberá favorecer que los estudiantes sean conscientes de la multiplicidad cultural que les rodea y a la que están accediendo. Ese elemento de conciencia puede alejarnos de dicotomías como la de cultura dominante/cultura nativa, cultura escolar/cultura del hogar, potenciando esa concepción del multiculturalismo como la experiencia humana normal.
Desde esta perspectiva surgen importantes matizaciones a la idea de una educación multicultural que complementan lo que planteábamos inicialmente. Unas, acerca de las causas por las que han aparecido los programas de educación multicultural, otras, acerca de las razones del posible mantenimiento de esos programas. Así, por ejemplo, la educación multicultural deja de entenderse como aquella que demandan los grupos de migrantes «pobres» que originaron ese tipo de programas. La verdad es que gran parte de la demanda de tales grupos se dirige hacia modelos de plena asimilación para acceder a los niveles de bienestar de los miembros «no marginales» de las culturas mayoritarias. Han «salido» de sus respectivas culturas de origen en condiciones socioeconómicas muy desfavorables, las mismas que persiguen mejorar y, en algunos casos, consideran que el éxito en las escuelas es un requisito indispensable para lograr esas mejoras en las generaciones siguientes. Para lograrlo, algunos están dispuestos a procesos de asimilación y asumen (conscientemente o no) el riesgo de pérdida de su identidad cultural de origen (cuestión diferente a ésta, aunque conectada, es el tratamiento de los problemas de las segundas generaciones de inmigrantes en los países de «acogida»).
Así pues, la educación multicultural de la que ahora hablamos no es un programa para grupos minoritarios, sino para todos los grupos, si bien desde la concepción que venimos defendiendo no tiene mucho sentido hablar en términos de mayorías y minorías. En consecuencia, no debe desaparecer un programa de educación multicultural porque cambien de signo los movimientos migratorios. No se trata de una educación para un determinado colectivo que podemos cuantificar y calificar de desfavorecido frente a otros. Se trata de una educación que cuestiona incluso la propia idea de la relación entre la escuela (como aparato de reproducción y legitimación social e ideológica) y el Estado. La primera transmite la cultura dominante entre las fronteras geográficas del segundo, pero ya no se puede seguir manteniendo la idea de que existe una homogeneidad en la cultura dominante (nunca existió tal homogeneidad). Ahora tendríamos que preguntarnos: ¿qué cultura entre qué fronteras?
Para nosotros, la educación multicultural deber ser aquella que se desarrolla en la sociedad como un proceso de producción y crítica cultural caracterizado por:
1. Contemplar una diversidad en los contenidos culturales transmitidos (a veces conducente a contradicciones entre ellos).
2. Asegurar una diversidad de los métodos de transmisión, siempre ajustados a los distintos tipos de alumnos para facilitar el acceso de éstos al conocimiento.
3. Fomentar los mayores niveles de conciencia posibles por parte de los alumnos acerca de la diversidad cultural, algo que «no es, con mucho, una cuestión de entrega de información acerca de sistemas específicos, sino de presentar éstos con objeto de lograr una definición de qué es la cultura partiendo de la antropología cultural actual... (mostrando) que el modelo del que emana una cultura no se puede juzgar con referencia a otro, pues son opciones de filosofía de la existencia que, contempladas en su totalidad, no pueden ser jerarquizadas sobre la base del argumento racional» (Camilleri, 1992, 144).
4. Preparar a los estudiantes con los recursos cognitivos necesarios para: a) conocer la diversidad y las diferencias culturales existentes en sus entornos; b) percibir y analizar las desigualdades sociales en las que a veces se traducen las diversidades anteriores, desigualdades en la distribución del poder y los recursos en la sociedad; c) criticar dicha traducción y construir propuestas de transformación; y, d) tomar posición crítica y activa en la acción social.
5. Desechar la idea de que siempre es irremediable una exclusión mutua entre, por un lado, la preservación de identidades y peculiaridades étnicas o culturales de grupos minoritarios desfavorecidos y, por otro, la movilidad social ascendente o el acceso a instancias de mayor poder socioeconómico por parte de éstos. Cuando el dilema sea real e inevitable, serán los propios miembros de los grupos que lo afronten quienes habrán de tomar la decisión, a ser posible desplegando habilidades como las señaladas en el punto anterior a la hora de elaborar la decisión.
6. Preparar los programas a partir de una combinación entre el análisis de las comunidades concretas en las que se pondrán en marcha y el compromiso con una concepción global, universal, del hecho cultural.
4. La Educación Multicultural como Desarrollo de la Crítica Cultural
La cultura se transmite a través de diferentes mecanismos y por medio de diversos agentes. Parte de la cultura se «autotransmite» en función de su propia dinámica, mientras que otra parte, en las sociedades occidentales u occidentalizadas, es transmitida en instituciones privilegiadas y especializadas que enfatizan los aspectos más formales o, si se prefiere, más «académicos» de ella, pues en gran medida sólo sirven para la academia, para la escuela. Por ejemplo, los niños del Valle de Polaciones (Cantabria) no aprenden la cultura de la ganadería de montaña en sus escuelas, sino en su propio entorno familiar, a través de la manipulación del ganado tudanco en la que sus propios padres les van implicando gradualmente a través de tareas diferenciadas en función de su edad y sexo.
Muchos movimientos renovadores de la educación y, sobre todo, de la escolarización, incluyen entre sus máximas acercar la escuela a la vida y de ahí al medio en el que los escolares conviven cotidianamente. Con ello se ha logrado, en contados casos, que se introduzca en la escuela ese conocimiento cotidiano sobre la manipulación del ganado tudanco (por seguir con el ejemplo), aunque luego no ha sido conocimiento escolar utilizado fuera de la escuela. No pocas veces esta introducción de la cotidianidad responde a visiones idealistas y nostálgicas que acercan el mundo rural al medio urbano en el que los escolares y la propia escuela se desenvuelven. Otras veces, tales propuestas no pasan de ser estrategias didácticas. No queremos decir con todo esto que la escuela no trasmita la cultura, pues sabemos que parte de la cultura se comunica a través de esa agencia, pero debemos ser conscientes de que esa parte que allí se transmite está destinada muy específicamente a la propia escuela, sirve para «moverse» en la escuela como cultura escolar, y pocas veces hace referencia a la cotidianidad extraescolar.
Es en el ámbito de las relaciones sociales donde se produce, se conserva y se modifica o cambia la cultura. Todas las culturas incluyen como procesos básicos la transmisión y la transformación de sus formas culturales, de modo que continuidad y cambio cultural son procesos básicos de las mismas. Cuando hablamos de la educación multicultural no nos referimos tanto a un proceso de transmisión de cultura -pues ésta se difunde a través de su propia dinámica interna-, sino a la promoción del conocimiento (crítico) generado sobre ella. Los diferentes grupos humanos, productores de cultura y transmisores privilegiados de la misma, poseen una racionalidad propia sobre sus formas culturales específicas, es decir, desarrollan un conocimiento implícito de su cultura (un «saber cómo») y un conocimiento explícito, verbalizable (un «saber qué») sobre ella. Con otras palabras, no sólo son usuarios de su cultura, sino que son capaces de explicarla e interpretarla.
Sin embargo, los estudios realizados desde la sociología y la antropología sobre las diferentes sociedades y culturas humanas, demuestran que el discurso nativo sobre su propia cultura no coincide necesariamente con el discurso elaborado desde las ciencias sociales. Las razones de esta discrepancia son muy diversas y tienen que ver con la dispar selección de los hechos relevantes para la interpretación, el manejo diferente de los datos empíricos y de estrategias metodológicas propias en las ciencias sociales, la existencia de teorías y campos teóricos específicos en estas ciencias, el uso de modelos interpretativos en ellas ajenos a la lógica de los actores sociales, la existencia de procesos cognitivos distintos que obedecen a racionalidades distintas y, por supuesto, la funcionalidad social divergente que poseen las formas culturales y el conocimiento de las mismas.
Todo esto nos induce a presentar una nueva propuesta sobre la educación multicultural. El objetivo específico de ésta es transmitir, promover, facilitar la comprensión crítica de la cultura, de las culturas. Aunque llegamos a esta reflexión al enfrentar el discurso nativo y su racionalidad con el discurso científico social y su racionalidad, no queremos presentar la cuestión como un triunfo de esta última. No tiene sentido hablar de tal «triunfo» por cuanto la racionalidad de la ciencia socio-antropológica se ha desarrollado en la atenta mirada a aquella otra racionalidad y en la observación minuciosa de los comportamientos que emanan de ella. Debemos aclarar todo esto para no caer en un etnocentrismo epistémico desde el que toda racionalidad, incluso aquella que tuviésemos que difundir para generar conocimientos críticos sobre la cultura, estaría sojuzgada a la científica.
El término «crítico» en este contexto es polisémico. Por un lado quiere decir conocimiento científico, en el sentido de que se trata de un conocimiento sistemático que va más allá del conocimiento vulgar o espontáneo que pueden poseer tanto los científicos sociales como los usuarios nativos o depositarios de la cultura que no se ajustan a la rigurosidad del método científico y de las técnicas de investigación de las ciencias sociales y, en concreto, de la antropología. Un conocimiento de este tipo no se produce exclusivamente en la academia, aunque debería ser siempre una aspiración de ésta. Por otro lado, como consecuencia del significado anterior, el adjetivo «crítico» quiere decir «relativizador» sobre la propia cultura. En las sociedades actuales se observa una tendencia a hacer absolutas las culturas locales, regionales y nacionales con objetivos políticos, nacionalistas e independentistas, o simplemente con finalidades de reforzamiento de la propia identidad, en un marco de luchas políticas y de redistribución del poder. Al mismo tiempo, se aprecia una tendencia contraria que se manifiesta en procesos de homogeneización y estandarización de la cultura bajo la influencia, las directrices y los intereses de las multinacionales de la información y de la comunicación y de sus industrias culturales transnacionales. Ambos fenómenos se presentan como dos características, no las únicas, de las sociedades actuales, quizá contradictorias y quizá complementarias. Ambas tendencias se han agudizado sin duda con la crisis de los países del Este, pero sus raíces vienen de más lejos y tienen que ver con la internacionalización del capital y la división internacional del trabajo, con la configuración de nuevos Estados, las luchas nacionalistas, la crisis de los poderes oligárquicos tradicionales y la emergencia de nuevos grupos sociales en el reparto del poder político y económico.
Un conocimiento crítico-relativista de estas características no es un conocimiento que exalta lo propio y desprecia lo ajeno, sino que defiende aquello de lo propio que puede y debe ser defendido y que respeta lo ajeno en igual forma. Inevitablemente nos viene a la memoria el lema de la manifestación celebrada en Barcelona contra el racismo en febrero de 1992: «Igualtat per viure, diversitat per conviure» («Igualdad para vivir, diversidad para convivir»), que refleja sintéticamente la intuición fundamental que subyace en lo que estamos diciendo. Este segundo significado del término «crítico», como relativizador sobre la propia cultura, parte de la evidencia de la diversidad cultural y de que cada grupo humano, en las diversas sociedades, decide y configura históricamente las características que va dando a su cultura en función de una gran variedad de condiciones ecológicas, demográficas, políticas, sociales e ideológicas.
Pero con estas dos acepciones del término «crítico» nada hemos dicho aún acerca de la función que cumple el conocimiento sobre la cultura, o, más en concreto, sobre el sentido, dirección o finalidad del conocimiento. Y es que el conocimiento no es sólo el producto de una operación mental, cognoscitiva, académica e interna a la ciencia, sino también se desarrolla en unas condiciones sociales y cumple finalidades sociales. Con otras palabras, el conocimiento en ciencias sociales es un discurso sobre las relaciones sociales envuelto en todos los celofanes sofisticados que se quiera de métodos y técnicas, pero es un discurso social y por tanto una práctica social.
Por todo ello, el término «crítico» requiere un tercer significado complementario, que es el de conocimiento alternativo. La educación multicultural debe ser la potenciación, desde la escuela y otras instancias educativas, de una reflexión social (de la que emergen varios discursos), de la autocomprensión de los grupos humanos y la autocrítica de las propias formas culturales, tanto tradicionales como modernas, con el objeto de mejorar sus propias condiciones de vida y afianzar su propia identidad cultural bajo el reconocimiento y la aceptación de la diversidad cultural.
En este punto creemos acertado servirnos de la experiencia del proceso de generación del conocimiento antropológico mediante la observación y el cuestionamiento constante de las realidades a estudiar. Construimos el conocimiento describiendo las observaciones realizadas, que son complementadas con lo que se nos dice sobre ellas. Lo dicho junto con lo hecho. Pero si añadimos la dimensión «crítica» en el sentido en que aquí venimos haciéndolo, debemos decir que generamos el conocimiento antropológico a partir de la contrastación de aquellos datos con otros de realidades distintas o distantes. Dicho de otra forma, generamos ese conocimiento crítico mediante el proceso de comprensión de lo propio en comparación con lo «ajeno». Así, si lo que deseamos es que se produzca un conocimiento crítico sobre la cultura propia, este conocimiento debe generarse en el contraste constante con otras formas culturales, con otras culturas. El propio principio epistemológico en antropología relativo a «la distancia» (que no es, como algunos se empeñan en considerar, una cuestión de longitud física), refleja con claridad esta necesidad de la comparación, siendo en la comparación donde mejor se puede construir el respeto y el reconocimiento de la realidad multicultural.
Quizá necesitemos esta «distancia» para darnos cuenta de que diferenciar no equivale a discriminar y de que diversidad no equivale a desigualdad. Educar desde y hacia la multiculturalidad consiste en promover la toma de conciencia con respecto a estas distinciones que estructuran la percepción de los seres humanos y su presencia en el mundo. Quizá necesitemos de nuevo de esta «distancia» para considerar si las escuelas, cualquier escuela en el sentido occidental que conocemos, puede realmente ser promotora de una educación cultural en el sentido del desarrollo de la crítica cultural. Al final, una distancia justa y realista puede colocar de nuevo cada cosa en su sitio y, de esta manera, seguir sabiendo qué se puede esperar de la institución escolar: un lugar para la producción cultural, que no es lo mismo que un lugar para la crítica cultural.

Notas
(1) Ésta es una versión ampliada parcialmente del trabajo con similar título publicado en la Revista de Educación 302, 83-110, 1993. Es el resultado parcial de un trabajo de investigación sobre la escolarización de hijos de inmigrantes en escuelas españolas. Versiones anteriores fueron discutidas en el International Symposium sobre «Europe in Education» (Bad Urach, Alemania, 1992), en la conferencia pronunciada en la School of Education de la Universidad de California, Davis (I-XII-92) y en el ERASMUS Intensive Course Intercultural Relations and Education: Theories, Policies and Practices, Lisboa, Marzo 19-26, 1994.
Agradecemos a Concha Delgado Gaitán y a María Dolores Villuendas los diversos comentarios a las anteriores versiones.
Agradecemos al Centro de Investigación, Documentación y Evaluación (Ministerio de Educación y Ciencia), a la Dirección General de Investigación Científica y Técnica (Ministerio de Educación y Ciencia), a la Dirección General de Migraciones (ahora en el Ministerio de Asuntos Sociales), a la Consejería de Cultura de la Junta de Andalucía y a las Comunidades Europeas (Programa meD-Campus) las diversas financiaciones obtenidas para el desarrollo de la investigación.
Este trabajo fue publicado previamente en la «Revista de Educación» del Ministerio de Educación y Cultura de España (núm. 302, septiembre-diciembre 1993). Se reimprime con la autorización del editor.
(2) Las revisiones bibliográficas han sido realizadas durante las breves estancias mantenidas en la Universidad de California, Santa Bárbara (1991) y en la Universidad de Stanford (1992). Agradecemos a la Dirección General de Investigación y Ciencia de la Junta de Andalucía y al Vicerrectorado de Investigación y Relaciones Internacionales de la Universidad de Granada las subvenciones concedidas para el desarrollo de estas estancias.
(3) Aunque reconocemos que existen ya varias tipologías sobre educación multicultural a las que se puede acudir, insistimos en nuestra propuesta de organizar el campo desde la antropología; esto es, si acaso, lo que de relativamente novedoso puede aportarse en esta primera parte.
(4) Para un mayor detalle sobre esta forma de conceptualizar la educación, véanse García-Castaño (1990) y García Castaño y Pulido (1993).

Bibliografía
Alegret Tejero, J.L.: Racismo y educación (93-110), en «Educación Intercultural: la Europa sin fronteras», P. Fermoso (ed.). Narcea. Madrid. 1992.
American Association of Colleges for Teacher Education: No One Model American. Washington, D.C.: Author, 1973.
Ashworth, M.: Immigrant Children and B.C. Schools. TEAL Occasional Papers, vol. 1, «British Columbia Association of Teachers of English as an Additional Language». Vancouver, 1977.
Banks, J.A.: Multicultural Education: In Search of Definitions and Goals. Trabajo presentado a la Association for Supervision and Curriculum Development Institute on Cultural Pluralism, Chicago, 1974.
- Multiethnic Education. Theory and Practice. Allyn and Bacon, INC. Boston, Massachusetts, 1981.
- Multicultural Education: Development, Paradigms and Goals (12-28). «Multicultural Education in Western Societies». Banks, J.A. and J. Lynch (eds.) Holt, Rinehart and Winston, London, 1986.
Baty, R. Re-educating Teachers for Cultural Awareness: Preparation for Educating Mexican-American Children in Northerm California. New York: Praeger, 1972.
Bennett, Ch.: «A Case for Pluralism in the Schools». Phi Delta Kappan, vol. 62, 8: pp. 589-591, 1981.
Bernard van Leer Foundation: Multi-cultural Societies: Early Childhood Education and Care. B. Vol. L.F., The Hague (Holland), 1984.
Bonnet, A.: Anti-racism as a Radical Educational Ideology in London and Tyneside, in «Review of Education», vol. 16, 2, pp. 255.267. Oxford, 1990.
Bottani, N.: Et moi qui croyais qu’au Portugal il n’y avait que du soleil. Quelques considérations critiques à propos de l’éducation multiculturelle en l’education et les défis interculturels. «Practiques de Formation (Saint-Denis)», 5 pp. 9-20, 1983
Brennan, P. and Donoghue, A.A.: Biculturalism Through Experiential Language Learning, «Council of Anthropology and Education Quarterly», vol. 5, 2, pp.15-19, 1974.
Bullivant, B.M. (2): Culture: Its Nature and Meaning for Educators (29-47). «Multicultural Education. Issues and Perspectives». J. A. Banks and Ch. A.M. Banks (eds.). Allyn and Bacon, Boston, 1993.
Burger, H.G.: Ethnics on Education: Reports on a Conference of Spanish-Speaking, Amerindian, and Negro Cultural Lrsfers on Southwestern Teaching and Learning. Bethesda, Md: ERIC, Publication, 1969.
Bushnell, W.: The Inmigrant (West Indian, Child in School), in «Stresses in Children». (Ed.). Ved. P. Varna, London: University of London Press, pp. 82-92, 1973.
Camilleri, C.,: From Multicultural to Intercultural: How to Move from One to the Other (141-152). «Cultural Diversity and The Schools. Education for Cultural Diversity: Convergence and Divergence». Lynch, J.; C. Modgil and S. Modgil (eds.). Vol. I. The Falmer Press. London, Washington, D.C., 1992.
Clark, K.B.: Clash of Cultures in the Classroom. «Integrated Education», vol. I, 4 pp. 7-14, 1963.
Clark, T.: Why we need Better Multiethnic Education? «Social Education», vol. 42, 2, pp. 163-164, 1978.
Cohen, Ch. B.: Teaching About Ethnic Diversity. ERIC «Clearinghouse for Social Studies/Social Science Education», Bloomington, 1986.
Cohen, P.: It’s Racism What Dunnit: Hidden Narratives in Theories of Racism (62-103). «Race, Culture Difference». J. Donald and A. Rattansi (eds.). Sage, London, 1992.
Cole, D.J.: Multicultural Education and Global Education: A Possible Merger. «Theory Into Practice», vol. XXIII, 2 , 1984.
Cordasco, F.; Hillson, M. and Bullock, H.A.: The School in the Social Order. Scranton, PA: International Text-books, 1970.
Cortada, R.L.: The New Inmigrants: Implications for Educators. Trabajo presentado a la «Annual Convention of the National Catholic Educational Association». Anaheim, CA, 1986.
Cheng, L.L.: Intervention Strategies: A Multicultural Approach. «Topics in Language Disorders», vol. 9, 3 pp. 84-91, 1989.
Chesler, M.A.: Teacher Training Designs for Improving Instruction in Interracial Classrooms. «Journal of Applied Behavioral Sciences», vol. 7, 5, pp. 612-641, 1971.
Cheyney, A.B. (ed.): The Ripe Harvest: Educating Migrant Children. Coral Gables, Fla.: University of Miami Press, 1972.
Delgado-Gaitán, C.: Destacando la cultura en la educación multicultural. «Hacia una educación multicultural». F.J. García Castaño (ed.). Universidad de Granada, Granada (en prensa), 1992.
Donald, J. and Rattansi, A. (eds.): Race, Culture, Difference, Sage, London, 1992.
Dwyer-Schick, S.:The Study and Teaching Anthropology: An Annotated Bibliography. University of Georgia, Athens, 1976.
Dynneson, T.: Pre-Collegiate Anthropology: Trends and Materials. University of Georgia. Athens., 1975.
Ehlers, H. and Crawford, D.: Multicultural Education and National Unity. «Educational Forum», vol. 47, 3, pp. 263-277, 1983.
Fitouri, C. et Rollerm, S.: Biculturalisme, bilinguisme et éducation. Delachaux et Niestlé, Paris, 1983.
Foerster, L.M. and Little Soldier, D.: Applying Anthropology to Educational Problems. «Journal of American Indian Education», vol. 20, 3, pp. 1-6, 1981.
Fong, K.: Cultural Pluralism. «Harvard Civil Rights-Civil Law Review», vol. 13, 1, pp. 133-173, 1978.
García Castaño, F.J.: En busca de modelos explicativos del funcionamiento de la transmisión/adquisición de la Cultura, en «Antropología de la Educación», A. Díaz de Rada (ed.), F.A.A.E.E., Granada, 1991 (en prensa).
García Castaño, F.J. y PULIDO MOYANO, R.A.: Educación Multicultural y Antropología de la Educación (35-69). «Educación Intercultural: la Europa sin fronteras». P. Fermoso (ed.). Narcea, Barcelona, 1992.
- From the Recognition of Intracultural Diversity to the Design of Multicultural Educations for Everybody. Comunicación presentada en el «International Symposium of Europe in Education». CIDRE, Bad Urach, Alemania, 1992a.
- Transmisión/Adquisición de cultura. Una introducción a la antropología de la Educación. Eudema, Madrid, 1994.
García García, J.L.: El tiempo cotidiano en Vilanova d’Oscos (13-30).»Enciclopedia temática de Asturias». Silverio Cañada, Gijón, 1988.
- ¿Qué tienen que ver los españoles con lo que los antropólogos saben de ellos? (109-126), en «Los españoles vistos por los antropólogos», M. Cátedra (ed.), Júcar, Gijón, 1991.
García, R.L.: Fostering a Pluralistic Society Through Multi-Ethnic Education. Fastback 107. Phi Delta Kappa Educational Foundation. Bloomington, Ind., 1978.
- Cultural Diversity and Minority Rights: A Consummation Devoutly to be Demurred (103-122). «Cultural Diversity and The Schools. Human Rights, Education and Global Responsabilities». J. Lynch; C. Modgil and S. Modgil (eds.) Vol. 4. The Falmer Press. London. Washington, D.C., 1992.
Gibson, M.A.: Approaches to Multicultural Education in the United States: Some Concepts and a Assumption. «Anthropology and Education Quarterly», vol. 15, 1, pp. 94-119, 1984.
Gold, M.; Grant, C.A. and Rivling, H. N. (eds.): In Praise of Diversity: A Resource Book for Multicultural Education.Washington, D.C.: Teacher Corps, Association of Teacher Educators, 1977.
Goldstein, B.L.: In Search of Survival: The Education and Integration of Among Refuges Girls. «Journal of Ethnic Studies», vol. 16, 2: pp. 1-27, 1988.
GonzAles, Ph.: Culture: A Route to Biculturalism. Trabajo presentado a la NCSS Conference. Portland, 1979.
Goodenough, W.: Multiculturalism as the Normal Human Experience. «Anthopology and Education Quarterly», vol. 7, 4, pp. 4-6, 1976.
- Culture, Language, and Society. Menlo Park, California, 1981.
Grant, C.A. (ed.): Multicultural Education: Commitments, Issues and Applications. Association for Supervision and Curriculum Development. Washington, D.C., 1977.
Grant, C. et al.: The Literature on Multicultural Education: Review and Analysis,
«Education Studies», I, pp. 47-71, 1986.
Grinter, R.: Multicultural or Antiracist Educations? The Need to Choose (95-124). «Cultural Diversity and The Schools. Education for Cultural Diversity: Convergence and Divergence». J. Lynch; C. Modgil and S. Modgil (eds.). vol. I. The Falmer Press. London. Washington, D.C., 1992.
Hilliard, A.G.: Restructuring Teacher Education for Multicultural Imperatives, in «Multicultural Education Through Competency-Based Teacher Education». William A. Hunter (ed.), Washington, D.C. AACTE, 1974.
Hoffman, D.M.: Language and Culture Acquisition among Iranians in the United States. «Anthropology and Education Quarterly», vol. XX.2, 1989.
Itzkoff, S.W.: Cultural Pluralism in Urban Education. «School and Society», 94, pp. 383-386, 1966.
Ivie, S.D.: Multicultural Education: The Mexican Experience. «Educational Forum», vol. 42, 4, pp. 441-449, 1978.
Jain, S.: The Education of the Inmigrant and Ethnic Child in Canada (Reseñado en el «RIE» de abril 1990), 1988.
James, R. (comp.): Directory of Multicultural Programs in Teacher Education. Washington, D.C.: «American Association of Colleges for Teacher Education», 1971.
Johnson, N.B.: On the Relationship of Anthropology to Multicultural Teaching and Learning. «Journal of Teacher Education» vol. 28, 3 pp. 10-15, 1977.
Jordan, C.: Translating Culture: From Ethnographic Information to Educational Program. «Anthropology and Education Quarterly», Vol. XVI. 2, pp. 105-123, 1985.
KabaKchy: Cultural Identity and Foreign-Language Teaching. «English Language Teaching Journal», vol. 32, 4, pp. 313-318, 1978.
KeEsing, R. M.: Theories of Culture. «Annual Review of Anthropology», vol. 3. pp. 73-97, 1974.
Kehoe, J.: Enhancing the Multicultural Climate of the School. «History and Social Science Teacher», vol. 19, 2, pp. 65-75, 1983.
Koppelman, K.L.: The Explication Model: An Anthropological Approach to Program Evaluation. «Educational Evaluation and Policy Analysis», vol. 1, 4, pp. 59-64, 1979.
LaferriÈRe: Éducation interculturelle et multiculturalisme: ambiguités et occultation in A la mémorie de Michel Laferrière (1946-1984). «Éducation Canadienne et Internationale», vol. 14, 1, pp. 16-28, 1985.
Laosa, L. M.: «Toward a Research Model of Multicultural Competency-Based Teacher Education. Multicultural Education Through Competency-Based Teacher Education». William A. Hunter (ed.). Washington: AACTE, 1974.
Leicester, M.: Antiracism versus the New Multiculturalism: Moving beyond the Interminable Debate (215-230). «Cultural Diversity and The Schools. Equity or Excellence? Education and Cultural Reproduction». J. Lynch; C. Modgil and S. Modgil (eds.). Vol. 3. The Falmer Press. London. Washington, D.C., 1992.
London, C.B.G.: Anthropology of the Classroom: Cultural Diversity. Its Meaning and Significance for Human Understanding. Communication and Student Interaction. (Reseñado en el «RIE» de julio 1983), 1981.
Lynch, J.: Multicultural Education. Principles and Practice. Routledge, London, 1986.
- Multicultural Education in Western Europe (125-152). «Multicultural Education in Western Societies». J.A. Banks and J. Lynch (eds.) Holt. Rinehart and Winston, London, 1986.
Lynch, J.; Modgil, C. and Modgil, S.: Introduction (1-20). «Cultural Diversity and The Schools. Prejudice, Polemic or Progress?» J. Lynch; C. Modgil and S. Modgil (eds.). Vol. 2. The Falmer Press. London, Washington, D.C., 1992.
Llanes, J.R.: Moving Toward Cultural Pluralism, Part II: Enculturation withing Group Culture-Clusters. (Reseñado en el «RIE» de marzo de 1981), 1980.
Moodley, K.A.: Canadian Multicultural Education: Promises and Practice. J.A. Banks and J. Lynch: «Multicultural Education in Western Societies». Holt, Rinehart and Winston, pp. 51-75, 1986.
Morrill, R.: The Education of Minority Children in Denmark. «Equity and Excellence», vol. 23, 1-2, pp. 123-125, 1987.
Myers, L.J.: The Nature of Pluralism and the African-American Case. «Theory Into Practice», vol. 20, 1, pp. 2-6, 1981.
Newman, W. M.: American Pluralism. New York: Harper and Row, 1973.
Ogletree, E.J.: Hispanic Inmigrants want to become Americans, but Retain their Ethnic Identity. (Reseñado en el «RIE» de mayo 1982), 1981.
Pai, Y.: When is a Difference not a Difference?. Trabajo presentado a la «Annual Meeting of the National Association of Asian and Pacific American Education», Chicago, 1983.
Paulston, Ch. B.: Biculturalism: Some Reflections and Speculations. «TESOL Quarterly», vol. 12, 4, pp. 369-380, 1978.
Perlmutter, Ph.: Ethnicity, Education, and Prejudice: The Teaching of Contemplt. «Ethnicity», vol 8, 1, pp. 50-56, 1981.
Seda Bonilla, E.: Ethnic and Bilingual Education for Cultural Pluralism, in «Cultural Pluralism in Eduction: A Mandate for Change». D.S. Madelon; W. P. Hazard and H.N. Rivling (eds.), New York: Appleton-Century-Crofts, 1973.
Seifer, N.: Education and the New Pluralism: A Preliminary Survey of Recent Progress in the 50 States. Trabajo presentado en el «Annual Meeting of the National Coordinating Assembly on Ethnic Studies», Detroit, 1973.
Sleeter, C.E.: Empowerment through Multicultural Education. Suny. New York, 1991.
Sleeter, C.E. and Grant, C.A.: An Analysis of Multicultural Education in the States, in Harvard Educational Review, vol. 57, 4, pp. 421-444. 1987.
- Making Choices for Multicultural Education. Five Approaches to Race, Class, and Gender. Macmillan P.C., New York, 1988.
Smolicz, J.J. Multiculturalism and an Overarching Framework of Values: Some Educational Responses for Ethnically Plural Societies. «European Journal of Education», vol. 19, l, pp. 11-23, 1984
Solomon, I.D.: Strategies for Implementing a Pluralistic Curriculum in the Social Studies. «Social Studies», vol. 79, 6, pp. 256-259, 1988.
St. Lawrence, T.J. and Singleton, J.: Multi-Culturalism in social Context: Conceptual Problems Raised by Educational Policy Issues. Trabajo presentado al Symposium: Toward a Definition of multiculturalism in Education, 7th Annual Meeting of the American Anthropological Association, San Francisco, California, 1975.
Stickel, G.W.: Cultural Pluralism and the Schools: Theoretical Implications for the Promotion of Cultural Pluralism. Trabajo presentado a la «Annual Conference of the American Association of Colleges for Teacher Education». Washington, D.C., 1987.
Strivens, J.: The Morally Educated Person in a Multicultural Society (211-232). «Cultural Diversity and The Schools. Education for Cultural Diversity: Convergence and Divergence». J. Lynch; C. Modgil and S. Modgil (eds.). Vol. 1 The Falmer Press, London, Washington, D.C., 1992.
Strouse, J.: Continuing Themes in Assimilation Through Education. «Equity and Excellence», vol. 23, 1-2. pp. 105-113, 1987.
Taboada Leonetti, I.: From Multicultural to Intercultural: Is it Necessary to Move from One to the Other? (153-166). «Cultural Diversity and The Schools. Education for Cultural Diversity: Convergence and Divergence». J. Lynch; C. Modgil and S. Modgil (eds.). Vol. 1 The Falmer Press. London, Washington, D.C., 1992.
Titley, B.: The Education of the Canadian Indian: The Struggle for Local Control. «Journal of American Indian Eduction», vol. 20, 3, pp. 18-24, 1981.
Trueba, H. T.: Bilingual-Bicultural Education for Chicanos in the Southwest. «Council on Anthropology and Education Quarterly», vol. 5, 3, pp. 8-15, 1974.
Trueba, H. T. (ed.), et al.: Culture and the Bilingual Classroom: Studies in Classroom Ethnography. Illinois University, Urbana. Midwest Organization for Materials Development, 1981.
Valentine, Ch. A.: Deficit, Difference, and Bicultural Models of Afro-American Behavior. «Harvard Educational Review», vol. 41, 2, pp. 137-158,1971.
Wilson, J.: Moral Education, Values Education and Prejudice Reduction (293-306). «Cultural Diversity and The Schools. Prejudice, Polemic or Progress?» J. Lynch; C. Modgil and S. Modgil (eds.) Vol. 2. The Falmer Press. London. Washington, D.C., 1992.
Wolcott, H.: On Ethnographic Intent. «Educational Administration Quarterly», vol. 21, 3, pp. 187-203, 1985.
Wynn, C.: Teacher Competencies for Cultural Diversity, in «Multicultural Education Through Competency-Based Teacher Education». William A. Hunter (ed.). Washington, D.C.: AACTE, 1974.
Youssef, A.; Simpkins, E.: Parent Attitudes on Americanization and Bilingual Education: The Dearborn, Detroit, and Farmington Study. «Bilingual Review», vol. 12. 3, pp. 190-97, 1985.
Zehraoui: Enfants de Maghrebiens au carrefour des cultures en vers une société interculturelle? «Pour Paris», 86, pp. 93-95, 1982.
Zintz, M.: Ulibarri, M.L., and GonzAles, D.: The Implication of Bilingual Education for Developing Multicultural Sensitivy Through Teacher Education. Washington, D.C.: ERIC Clearinghouse on Teacher Education.
Página Principal de la OEI Regresar a Índice Revista 13 Mas información:weboei@oei.es

La Educación Multicultural yel Concepto de Cultura

La educación multicultural y el concepto de cultura1
F. Javier García Castaño
Rafael A. Pulido Moyano
Ángel Montes del Castillo (*)
(*) F. Javier García Castaño, Rafael A. Pulido Moyano y Ángel Montes del Castillo trabajan en los Laboratorios de Estudios Interculturales de las Universidades de Granada, Almería y Murcia (España), respectivamente.
Desde nuestro punto de vista, la discusión sobre educación multicultural surge en el momento en que ciertos aspectos de la variable cultura, en tanto variable representativa de la diversidad, se introducen en el aula y en la escuela. Cuando existe una presencia de grupos étnicos claramente diferenciados por razones del color de piel, lengua materna, valores y comportamientos religiosos, y, junto a todo ello y otros elementos más, diferencias socioeconómicas, se reconoce la necesidad de una educación «especial» para atender tales diferencias. Aparece una nueva forma de conceptualizar la discriminación que se practica a través de la escuela: la discriminación por la diferencia cultural. La vieja (?) escuela discriminatoria y reproductora de las diferencias de sexo y clase también discrimina ahora (siempre lo hizo) a quienes pertenecen a grupos culturales diferentes al dominante y hegemónico en ella, y ambas discriminaciones, lógicamente, caminan juntas.

1. Presentación
La educación multicultural nace de una reflexión sobre la presencia en las escuelas occidentales de minorías que, además de necesitar un trato adecuado por la «distancia» entre su cultura y la cultura presentada y representada por la escuela occidental, necesitan una atención especial ante el fracaso continuado cuando acceden a esta última. Se diseñan entonces programas que tratan de mejorar la situación de estos colectivos en las escuelas y que, en algunos casos, promuevan un respeto hacia su cultura de origen y una integración en la cultura de «acogida» (o al menos eso es lo que idealmente se pretende). Ésta es la idea genérica sobre la aparición de la educación multicultural, aunque hoy existen diferentes formas de entender qué es una educación multicultural.
En este trabajo presentaremos justamente las diferentes maneras de entender la educación multicultural desde la perspectiva de una disciplina como la antropología de la educación (subdisciplina del tronco general de la antropología social y cultural). El análisis de las diferentes maneras de entender la educación multicultural se realizará a partir del concepto de cultura: el concepto nuclear de la antropología social y cultural.
Sostenemos que detrás de cada modelo de educación multicultural se encuentra una concepción de la cultura. No puede ser de otra manera. El hecho de que en muchos casos tal concepto no sea explícito nos obliga a «denunciarlo» y a reflexionar sobre la necesidad de tal conceptualización. A partir de ellos construiremos, desde la antropología social y cultural, una versión del concepto de cultura y expondremos, desde tales premisas, lo que nosotros entendemos por educación multicultural.
2. Modelos de Educación Multicultural
Ya en otro lugar (García Castaño y Pulido`Moyano, 1992) hemos revisado y documentado las diversas concepciones sobre la educación multicultural. Lo que exponíamos en aquel trabajo era una revisión no exhaustiva, aunque sí orientativa, de la producción en el campo de la educación multicultural, y lo hacíamos clasificando los trabajos en diferentes apartados según el concepto de multiculturalidad que subyacía en ellos. Para organizar la revisión, nos servíamos del ya quizá clásico artículo de Gibson (1984) en el que se analizan diversos enfoques de la educación multicultural en los EE.UU., en un esfuerzo por incrementar la claridad conceptual y hacer explícitos una serie de supuestos que subyacen en cada conceptualización. Además de ello, nuestras fuentes bibliográficas se ampliaban en el tiempo y en las bases documentales consultadas2 : ERIC, FRANCIS, BIBE, así como la revista Anthropology and Education Quarterly y diferentes materiales monográficos o de recopilación a los que pudimos acceder3. Posteriormente (García Pulido y Montes, 1994) presentamos cada una de las posiciones (seis en total) de manera resumida, aludiendo a los principios que subyacen en cada una de las versiones de educación multicultural y sus fundamentaciones teóricas. Consideramos que en esta segunda versión de crítica a los modelos de educación cultural y de intento de construcción de una posición teórica sobre el significado de la educación multicultural no aparecía suficientemente clarificada nuestra posición sobre los conceptos de cultura que subyacen en tales modelos de educación multicultural. Este nuevo texto es por ello una ampliación de aquel en el que lógicamente algunos aspectos se repiten y otros son completamente nuevos.
Manteniendo la clasificación de los modelos de educación multicultural, aunque ahora los exponemos de manera más reducida. También, para una mayor orientación, hemos considerado oportuno continuar señalando las correspondencias entre los modelos identificados por Gibson y los que otros autores han descrito en diversas tipologías, concretamente Banks (1986) y Sleeter y Grant (1987). Lo nuevo se refiere en este apartado a las versiones críticas que desde nuestro punto de vista deben observarse en las concepciones de cultura que se «ocultan» tras la manera de entender lo que significa «multicultura». Tales versiones críticas las exponemos tras el resumen de los modelos. Lógicamente, no se trata de tomar posición en contra de todo lo que se ha expuesto sobre la educación multicultural; nuestra aceptación podrá observarse en la propuesta que en la segunda parte de este trabajo hacemos sobre lo que debe suponer una educación multicultural.
2.1. Educar para igualar: la asimilación cultural
Lo que se pretende desde este primer modelo es igualar las oportunidades educativas para alumnos culturalmente diferentes. Tal posición surgió ante el fracaso académico continuado de los alumnos pertenecientes a los grupos minoritarios, y también como rechazo de la hipótesis del déficit genético y cultural como causa de dicho fracaso. Los supuestos claves que subyacen en este primer enfoque son: 1) los niños culturalmente diferentes a la mayoría experimentarán desventajas de aprendizaje en escuelas sometidas por los valores dominantes; 2) para remediar esta situación, creada por los programas de educación multicultural, se debe aumentar la compatibilidad escuela/hogar; y 3) mediante los programas que promueve este enfoque se aumentará el éxito académico de los alumnos. La educación multicultural, que desde esta perspectiva evita los supuestos de esos programas de compensatoria que niegan las diferencias culturales, asume una patología del ambiente familiar e intenta cambiar a los niños, su lengua e, incluso, las pautas de sus padres sobre la crianza.
El diseño de programas para educar al excepcional o al culturalmente diferente, como los denominan Sleeter y Grant (1988), está basado en la teoría del capital humano, según la cual la educación es una forma de inversión en la que el individuo adquiere destrezas y conocimientos que pueden convertirse en ingresos -en el sentido económico- cuando son usados para obtener un empleo. En la medida en que los individuos desarrollen su capital humano a través de la educación, hallarán unas mejores condiciones de vida y mejor será la economía y la sociedad en general. Así pues, a nivel teórico, la pobreza y la discriminación provienen, en gran parte, del hecho de que los grupos marginados no poseen, por lo común, las mismas oportunidades para adquirir el conocimiento y las destrezas necesarios. Rechazadas las teorías que defendían la deficiencia fisiológica, mental o lingüística de estos colectivos, surgieron otras que sustituyeron el término «deficiencia» por el de «diferencia», basadas en la idea de una multiplicidad de modelos de desarrollo psicológico, de aprendizaje y/o de estilo comunicativo. Dado que estos modelos son inconmensurables y sólo se entienden a la luz del contexto cultural del que dependen, el objetivo de la educación será lograr la compatibilidad entre la dinámica del aula y la dinámica cultural de origen de los grupos de individuos «diferentes» al grupo cultural dominante/mayoritario que sirve como referencia en la escuela.
En definitiva, se trata de diseñar sistemas de compensación educativa mediante los cuales el «diferente» puede lograr acceder con cierta rapidez a la competencia en la cultural dominante, siendo la escuela la que facilita el «tránsito» de una cultura a la otra.
En este primer enfoque se encuadrarían, como hemos apuntado, parte del grupo de trabajo que Sleeter y Grant denominan «enseñando a los culturalmente diferentes», así como los paradigmas «asimilacionista» y «de privación cultural» identificados por Banks, todos ellos sustentados por la teoría del déficit cultural.
2.2. El entendimiento cultural: el conocimiento de la diferencia
En este segundo enfoque se apuesta por una necesaria educación acerca de las diferencias culturales y no de una educación de los llamados culturalmente diferentes. Se trata de enseñar a todos a valorar las diferencias entre las culturas. Partiendo de este criterio se piensa, entonces, que la escuela debería orientarse hacia el enriquecimiento cultural de todos los alumnos. La multiculturalidad sería un contenido curricular. Todos los alumnos -sean de minorías o de la corriente cultural dominante- necesitan aprender acerca de las diferencias culturales, hacia las cuales las escuelas deben mostrar una mayor sensibilidad, modificando sus currícula, si fuese necesario, para reflejar de manera más precisa sus intereses y peculiaridades. Hay que preparar a los estudiantes para que vivan armoniosamente en una sociedad multiétnica, y para ello habrá que abordar en el aula las diferencias y similitudes de los grupos, con objeto de que los alumnos comprendan esa pluralidad (García, 1978; Seifer, 1973; Wynn, 1974; Solomon, 1988).
Educación multicultural significa aprender acerca de los diversos grupos culturales, ahondando en las diferencias culturales y, con el mismo énfasis, en el reconocimiento e identificación de las similitudes culturales.
Siguiendo otras tipologías de educación multicultural, la literatura de «Relaciones Humanas» según Sleeter y Grant, y los paradigmas «aditivo étnico», «autoconcepto» y «racismo» según Banks, se corresponderían con la literatura de este segundo enfoque.
El fundamento teórico de este enfoque, según Sleeter y Grant (1988), se encuentra en buena medida en teorías de la psicología social como la teoría sobre el prejuicio, el autoconcepto o el grupo de referencia. Algunos teóricos se han centrado en el desarrollo del prejuicio y del estereotipo a nivel individual y otros a nivel grupal, mientras que otros han abordado los procesos de generación del autoconcepto. Respecto al prejuicio, se sostiene que los niños tienden a sobrecategorizar y estereotipar muchas cosas hacia el final del período de la infancia. Sus categorías habrían adquirido muchos atributos descriptivos que aplican a todo aquello -objeto o humano- que parezca ajustarse a la categoría, aunque estos sesgos categoriales y de estereotipo no llevan por sí mismos al rechazo de otros grupos. Sleeter y Grant explican que, para responder a este último punto, los teóricos han empleado la teoría psicodinámica, según la cual la mente posee impulsos y capacidades innatos como la agresión, la afiliación a otros, el miedo a los extraños o la necesidad de una autoimagen positiva, que se manifiestan en sentimientos y necesidades, siendo conscientes sólo algunas de ellas. El odio o rechazo a otros, por ejemplo, puede deberse a una incapacidad por parte del sujeto para controlar la frustración que le produce no lograr satisfacer algunas de esas necesidades básicas.
2.3. El pluralismo cultural: preservar y extender el pluralismo
Este tercer enfoque o manera de entender la educación multicultural surge de la no aceptación por parte de las minorías étnicas de las prácticas de aculturación y asimilación a las que se encuentran sometidas en el contacto con las culturas mayoritarias. Para estas minorías ni la asimilación cultural ni la fusión cultural son aceptables como objetivos sociales últimos. Habría que mantener la diversidad, y, por ello, la escuela debería preservar y extender el pluralismo cultural. Para que pueda crecer el pluralismo cultural han de reunirse cuatro condiciones: 1) existencia de diversidad cultural dentro de la sociedad; 2) interacción inter e intragrupos; 3) los grupos que coexisten deben compartir aproximadamente las mismas oportunidades políticas, económicas y educativas, y 4) la sociedad debe valorar la diversidad cultural (Stickel, 1987).
Se trata, según algunos, de un antídoto contra el racismo (Seda Bonilla 1973) que rechaza la asimilación y el separatismo y que expresa que el pluralismo cultural significa no juzgar el modo de vida de los otros usando los criterios de la cultura propia de uno.
Defiende que hay que afrontar la cuestión de la diversidad cultural en y desde la educación. Una primera acción ha de ser reflejar dicha diversidad en la composición del profesorado. El profesorado debe ser consciente de que no todos los grupos culturales conceden el mismo valor a los componentes curriculares, ni a las necesidades, deseos y aspiraciones de esos grupos.
Coinciden aquí en buena medida los trabajos de «educación multicultural» (Sleeter y Grant) y los paradigmas «pluralismo cultural» y «diferencia cultural» identificados por Banks. Para Sleeter y Grant el pluralismo cultural como enfoque de la educación multicultural se apoya en teorías sociológicas, antropológicas y del aprendizaje social. Las teorías antropológicas implicadas en este enfoque son aquellas que abordan los procesos de transmisión cultural, desarrolladas por la antropología de la educación.
2.4. La educación bicultural: la competencia en dos culturas
Para este cuarto enfoque la educación multicultural debería producir sujetos competentes en dos culturas diferentes. Tal posición es consecuencia del rechazo por parte de los grupos minoritarios de la idea de la asimilación. Para estos grupos la cultura nativa debería mantenerse y preservarse y la cultura dominante debería adquirirse como una alternativa o segunda cultura. La educación bicultural debe conducir, en último término, a la completa participación de los jóvenes del grupo mayoritario o de los minoritarios en las oportunidades socioeconómicas que ofrece el Estado, y todo ello sin que los miembros de un grupo minoritario tengan que perder su identidad cultural o su lengua (Morrill, 1987), dotándoles de un sentido de su identidad y preparándoles a la vez para que participen de lleno en la sociedad dominante (Burger, 1969).
De entre los aspectos importantes señalados en este enfoque, destacaríamos el de la lengua en el desarrollo de competencias culturales, pues se entiende como un elemento decisivo en la labor de «puente» entre dos culturas (Brennan y Donoghue, 1974).
Este cuarto enfoque sería similar al paradigma denominado por Banks «lenguaje» y, en buena medida, a mucha de la literatura que Sleeter y Grant llaman «estudios sobre grupos concretos».
2.5. La educación como transformación: educación multicultural y reconstrucción social
En este quinto enfoque englobaríamos: 1) algunas referencias que Gibson adjudicó al modelo pluralista, 2) la «educación multicultural que es reconstruccionista social», como la llaman Sleeter y Grant, y 3) el paradigma «radical» citado por Banks. Desde estas posiciones se concibe la educación multicultural como un proceso encaminado a lograr un desarrollo de los niveles de conciencia de los estudiantes de minorías, de sus padres y de la comunidad en general acerca de sus condiciones socioeconómicas, con objeto de capacitarles para la ejecución de acciones sociales basadas en una comprensión crítica de la realidad.
En este enfoque también podemos encuadrar la producción que Delgado-Gaitán (1992) categoriza como perteneciente al modelo de fortalecimiento (empowerment model).
Según Sleeter y Grant (1988), tres tipos de teorías convergen en la base de este enfoque. En primer lugar, teorías sociológicas, como la teoría del conflicto y la teoría de la resistencia. El comportamiento social está organizado a partir de una base grupal más que individual, y los grupos luchan por el control de los recursos de poder, riqueza y prestigio que existen en la sociedad. Cuanto más escasos son estos recursos, más intensa es esa lucha y más importante deviene la pertenencia al grupo. Para la solidificación, extensión y legitimación del control que ejercen, los grupos dominantes estructuran instituciones sociales que operan para mantener o incrementar dicho control, y es esta estructuración la que lleva al racismo, al sexismo y al clasismo institucionales. A primera vista parece imposible un cambio social, pero el desarrollo de la teoría de la resistencia pone de manifiesto que los grupos oprimidos no se acomodan pasivamente a la situación, sino que luchan y se oponen a ella, siendo muy variadas las formas de lucha y oposición.
En segundo lugar, teorías sobre el desarrollo cognitivo, en las que se defiende el carácter constructivista del aprendizaje (Piaget, Vygotsky), y la importancia de la experiencia propia del sujeto en esa construcción. No basta con decir a los niños que hay otros grupos y hablarles acerca de ellos, sino que los niños tendrán que interactuar con dichos grupos, pues será la experiencia directa la que contribuya a generar un conocimiento sobre estos grupos. El énfasis en el mundo del niño y en la acción social reflejados en estas teorías está en la base de la adopción de ellas por parte de los defensores de este enfoque de la educación multicultural.
En tercer lugar, teorías de la cultura, en las que ésta se contempla como una adaptación a circunstancias vitales determinadas en gran parte por la competición entre grupos por la posesión de recursos. Se rechaza el acento en los aspectos de ideación (conocimientos, valores, creencias) de la cultura y en la concepción estática presente en las teorías sobre su transmisión, enfatizándose, por el contrario, los aspectos materiales y los relativos a la estructura política de las sociedades, así como el carácter «improvisado» de la creación de la cultura a partir de la base del día a día, un proceso siempre en curso, similar al que sigue la construcción individual del conocimiento.
2.6. Educación antirracista
Aunque la educación multicultural y la educación antirracista están conectadas lógicamente y la combinación de ambas es más eficaz que su separación (Grinter, 1992), un repaso al desarrollo de ambas ofrece la imagen de un debate y cierta oposición entre ellas. Aunque en cierto sentido nos unimos a Leicester (1992) en la opinión de que esta dicotomía es falsa, comenzaremos señalando algunos de los puntos que este autor contempla en su descripción comparada de uno y otro «paradigma». Será éste el sexto enfoque de la educación multicultural.
Lo que se compara son los aspectos ideológicos y axiológicos de uno y otro, y no sus respectivas fundamentaciones teórico-científicas. Así, frente al liberalismo que enfatiza la libertad de pensamiento y acción que posee cada individuo, sustentador de una educación multicultural que persigue el entendimiento entre culturas y el cambio paulatino de la sociedad a través de la educación, encontraríamos, en el caso de la educación antirracista, una ideología radical apoyada en un análisis de clases de inspiración marxista, puesta al servicio de una transformación social basada en la liberación de los grupos oprimidos y la eliminación de las discriminaciones institucionales, concibiendo la escuela como una agencia para la promoción de la acción política.
Una de las diferencias más importantes entre una educación multicultural no racista y una educación abiertamente antirracista se encuentra en cómo explica cada opción la conversión de las diferencias en desigualdades, conversión que tiene lugar durante la construcción cognitiva de las categorías de seres humanos. Alegret (1992, 21-22) explica:
Para los no racistas las explicaciones de esta transformación se agotan en los prejuicios y la ignorancia. Por tanto, para ellos el racismo no es más que una cuestión de discriminación «fácilmente» superable a través de una intervención educativa adecuada, en el sentido de transmitir los valores y los contenidos necesarios para que no se «produzca» el racismo.Sin embargo, para los antirracistas las explicaciones acerca de la transformación de las diferencias en desigualdades no son de tipo psicopatológico, sino de tipo ideológico. Por tanto, para los antirracistas lo esencial es organizar una estrategia de intervención educativa adecuada para que no se «reproduzca» el racismo.
La educación antirracista representa un cambio por cuanto se pasa «de una preocupación por las diferencias culturales a un énfasis en la forma en que tales diferencias se utilizan para albergar la desigualdad» (Moodley, 1986, 64). Según Banks (1986), entre sus asunciones centrales se encuentra la idea de que el racismo es la causa principal de los problemas educativos de los grupos étnicos minoritarios (no blancos), y que la escuela puede y debe jugar un papel crucial en la eliminación del racismo personal e institucional.
2.7. Sobre los significados de cultura en la expresión de lo «multicultural»
La idea de cultura que subyace en varios modelos obstaculiza la defensa de la igualdad entre los individuos que en teoría se persigue en todos ellos. Dejando de lado ahora nuestra duda acerca de que la escuela pueda igualar o compensar por ella misma las diferencias culturales (en el amplio sentido del término) que los niños traen a las escuelas, queremos enfatizar que, con esa concepción de las culturas, implícitamente se apoya la idea de que, además de diferentes, son desiguales. En la necesidad de reconocer y atender a las culturas minoritarias en la escuela, se afirma de modo no explícito -y a menudo quizá no intencionado- que todas las culturas no son válidas para el desenvolvimiento social, por lo que deben ser «sustituidas» por las culturas mayoritarias. Un aparente relativismo inicial de reconocimiento de la diversidad intercultural encierra al final un fuerte etnocentrismo encubierto.
La hipótesis de que existen culturas deficitarias frente a culturas no deficitarias, no supone reconocer la diferencia de las culturas, sino la desigualdad. Basta pensar en quién establece cuáles son los déficits de una cultura frente a otra para caer en la cuenta de que no se trata de una práctica de igualdad. El hecho de que determinados grupos no hayan desarrollado una adaptación a los nuevos contextos en los que conviven, no nos legitima para hablar de déficit alguno de tal grupo o de tal cultura, sino simplemente de la no puesta en práctica, por el momento, de estrategias adaptativas en tales contextos. Las culturas se diferencian, entre otras razones, por su particular manera de adaptarse a contextos igualmente diferentes, y es precisamente en esa diferencia, que no desigualdad, sobre la que deben compararse y encontrarse unas y otras. Así, reconocer el déficit de una cultura minoritaria frente a otra presuntamente mayoritaria por dominante, equivale a no admitir la capacidad de cualquier cultura para generar nuevas estrategias adaptativas en nuevos contextos.
Mantener que existe una cultura dominante frente a otras minoritarias es establecer con relativa claridad las fronteras entre las que una y otras se mueven y se enfrentan. Por supuesto, no negamos la existencia de relaciones de dominación, sino que dudamos de que las fuerzas de esas relaciones puedan dibujarse tan fácilmente. No son ‘culturas’ en sí las que combaten por el espacio del poder en la sociedad, sino determinados ‘grupos’ que, la mayor’a de las veces, invocan en sus discursos una supuesta cultura que les respalda y concede legitimidad.
Reconocemos que es del todo posible imaginar esa idea de la cultura como algo perfectamente delimitado, sobre todo teniendo en cuenta qué conceptos de cultura han tenido mayor vigencia (incluyendo concepciones antropológicas), pero lo cierto es que las observaciones de las prácticas culturales cotidianas nos muestran las dificultades -la virtual imposibilidad- de delimitar con nitidez una cultura. Todo este argumento debe impulsar una «nueva» reflexión sobre qué significa hablar de las diferencias entre las culturas, y qué significa realmente admitir la diversidad intercultural.
No debemos perder de vista, como ya hemos indicado más arriba, que incluso el bienintencionado respeto por las diferencias del ‘otro’ puede encerrar cierta asunción de la desigualdad. Enfatizar la diferencia y matizar que no es lo mismo que desigualdad, no es tarea fácil, ni es algo que se desprenda de la lógica. En los contextos occidentales actuales, en los que las desigualdades justificadas culturalmente son habituales, enfatizar las diferencias es arriesgarse a convertirlas en desigualdades. Ello se debe, una vez más, a que los «bordes» de las culturas son entendidos como algo fácilmente identificable. Estas demarcaciones pudieron ser útiles, si es que realmente lo fueron en algún momento, cuando la antropología hizo correspondencias una a una entre zonas geográficas y culturas. Los ‘otros’, los diferentes, los primitivos, los marginados, estaban ubicados en «sus» lugares «originarios» y, dada esa relativa distancia, podría resultar útil diferenciar a los unos de los otros bajo discursos de aparente respeto hacia todos. En otras palabras, pareció útil diseñar el principio relativista en la comprensión de la cultura. Pero cuando el ‘otro’ se encuentra entre ‘nosotros’, cuando la identificación entre una cultura y una unidad geopolítica ya no sirve, el principio relativista no resuelve tantas cuestiones como tal principio teórico de la antropología (quizá sí como estrategia metodológica). Es decir, un reconocimiento de las diferencias culturales entre los grupos que «conviven» en un mismo espacio geográfico no debe olvidar que, en gran medida, las diferencias han sido construidas desde una idea muy estática de qué son las culturas y, por tanto, enseñar las diferencias es una nueva manera de cosificar las culturas y favorecer la asunción de la desigualdad desde tal inmovilismo.
Las culturas en contacto interactúan y generan nuevas culturas. Así las cosas, enseñar las diferencias entre las culturas se reduce a enseñar la historia de tales culturas. Si se conciben las culturas como vinculadas a y fruto exclusivamente del entorno geográfico, parece posible mostrar con facilidad las diferencias entre culturas desde estas posiciones. Teniendo en cuenta lo dicho hasta aquí, es difícil aceptar que las culturas se vinculan a los espacios geográficos más que a los grupos humanos (aceptar la influencia de los entornos ecológicos en la construcción de la cultura no es afirmar que la determinen por completo).
Estas matizaciones sobre el significado de la construcción de las diferencias añade una nueva complejidad. Se trata de aclarar aún más las razones que tenemos para pensar que la creación de las diferencias encierra una práctica de generación de desigualdad. Todos sabemos que no es exclusivo de las culturas occidentales que sus miembros se autoperciban como distintos a los que no pertenecen a ellas. En general, se acepta que toda cultura, por el hecho de serlo, establece una distancia con respecto a otras culturas, situando a las distantes en posiciones de inferioridad y/o connotación negativas (como queda reflejado en las diferentes lenguas). Tal hechura de la diferencia mediante la distancia abre la vía para un sistema de desigualdad. Y aunque todos los grupos practican, como forma de autoafirmación y autoidentificación, la definición de claras diferencias respecto al ‘otro’, es fácil observar que en un sistema de dominación del ‘nosotros’ sobre el ‘otro’ no todas las diferencias (las que señalamos ‘nosotros’ y las que señala el ‘otro’) tienen el mismo peso ni todas son reconocidas. Por lo general, los grupos dominantes son quienes logran que todos entiendan que ellos son diferentes a los demás, y quienes logran expresar con mayor claridad y eficacia cuáles son las diferencias que les separan de los otros. Este ejercicio de propaganda no hace sino persuadir a los grupos en desventaja (minoritarios, marginados) de que el buen camino es el que conduce a la reducción de tales diferencias.
De esta manera, marcar las diferencias es otra forma de establecer jerarquías, pues, de antemano, no todas las culturas parten de las mismas posiciones de reconocimiento de sus diferencias con respecto a los otros. Además, una concepción estática y cerrada de la cultura seguirá amparando una igualdad sólo aparente, a pesar de promover el reconocimiento de las diferencias.
Es necesario insistir en el concepto de cultura como algo difuso, inacabado y en constante movimiento. Desde los conceptos de cultura que sustentan a ciertos modelos de educación multicultural, no cabe la posibilidad de dudar siquiera de que se pueda delimitar la cultura. Ante esta dificultad, la operación que algunos realizan consiste en identificar cultura con grupo étnico. Esta primera identificación va seguida de una segunda aún más compleja: identificar pluralidad de grupos étnicos con pluralidad cultural.
De nuevo nos encontramos con la idea de que parece posible expresar con claridad dónde acaba y dónde empieza cada cultura, y con ello, cómo queda representado un mosaico de culturas. Éste es un nuevo reduccionismo que equipara claramente el concepto de cultura y la identidad de un grupo. No se puede negar que los miembros de un grupo cultural puedan tener y de hecho tengan una identidad, pero creemos que resulta empobrecedor, para el significado y la realidad de la cultura, que lo cultural de un grupo se reduzca a su identidad. La identidad representa muchas veces los puntos de encuentro entre los miembros del grupo, la versión y visión que mejor describe de manera homogeneizadora a tal grupo, pero los análisis de la práctica cultural nos muestran que tal identidad se forja, se mantiene y se transforma en un sinfín de enfrentamientos y tensiones, y que se construye principalmente frente a algún otro. Los análisis de lo cultural demuestran que una parte de la cultura está constituida por los mecanismos de identificación de los individuos del grupo, pero esto es sólo una parte de la cultura, salvo que queramos admitir que la cultura es exclusivamente un instrumento para la diferenciación en la alteridad.
3. La educación multicultural desde la antropología social y cultural
Hasta aquí hemos presentado las diferentes maneras de entender la educación multicultural que se tienen en la actualidad. Hemos tratado de mencionar de manera más o menos explícita la aproximación en cada enfoque a un cierto concepto de cultura, aunque en muchos casos parezca desconocerse o no entenderse por los autores encuadrados en cada enfoque qué entienden ellos por tal concepto. Pasaremos ahora a justificar las razones que nosotros tenemos para hacer girar el entendimiento de la educación multicultural en torno al significado de «cultura».
3.1. El concepto de cultura en la educación multicultural: su necesidad
Si tenemos en cuenta que casi la totalidad de la producción sobre educación multicultural ha sido realizada por educadores y para educadores, no es de extrañar que en la elaboración de tipologías o categorizaciones de la educación multicultural no se haya utilizado como criterio el concepto de «cultura» que había detrás de cada modelo, paradigma o enfoque en educación multicultural. Ello es así en la medida en que el propio concepto de cultura no ha tenido una posición central en la construcción de los discursos teóricos sobre la educación, ni ha representado una «variable» fundamental sobre la que basar el pensamiento de los educadores. Como veremos a continuación, ha existido y existe una gran variedad de conceptos implícitos de «cultura» detrás de los discursos sobre educación multicultural, pero no queremos aquí elaborar otra tipología más a partir de este criterio. Lo que deseamos enfatizar es, en primer lugar, que la no explicitación del concepto de cultura ha supuesto una barrera para el avance de la investigación sobre los fenómenos del multiculturalismo y la escuela, y, en segundo lugar, que no ha existido ningún modelo, paradigma o enfoque de educación multicultural que estuviese fundamentado principalmente en un aparato conceptual antropológico.
No vamos a enumerar aquí los puntos débiles de los modelos reseñados o las críticas vertidas sobre ellos. Sí queremos insistir en que estos modelos carecen de un concepto de cultura sólido. Moodley (1986, 69) indica lo siguiente al respecto:
En la mayoría de las visiones sobre educación multicultural se halla implícita una concepción algo estática de la «cultura». La cultura es vista como un conjunto más o menos implícito de características inmutables atribuibles a grupos diferentes de personas. Éstas son usadas para identificar a la gente y, a menudo, para producir estereotipos, en contra de la intención (Rosen, 1977). La noción de cultura expuesta por el Libro IV de la Royal Commission (1969, p. 11) como idea final, bajo el epígrafe «Las contribuciones culturales de otros grupos étnicos», revela una ficción lírica que se asemeja poco a la realidad de las minorías. «La Cultura», glosaba la Comisión, «es una forma de ser, pensar y sentir. Es una fuerza rectora que anima a un grupo significativo de individuos unidos por una lengua común que comparten las mismas costumbres, hábitos y experiencias».
Bullivant, quizá uno de los autores que ha insistido con más fuerza en la necesidad de partir del tratamiento antropológico del concepto de cultura como base para el diseño de la educación multicultural, incide en este tipo de utilizaciones equivocadas y/o alejadas del tratamiento científico que por parte de la antropología actual se hace de tal concepto (1986, 112):
El Comité adoptó también una visión del concepto de cultura similar a la del Galbally Committee, basada en la bien conocida, pero superada a nivel teórico, definición de Taylor (1871). No obstante, es inherentemente limitado, de cara a un diseño político de largo alcance, adoptar «el uso popular, más común en educación que iguala la cultura con la herencia de un grupo, esto es, tradiciones, historia, lengua, artes y otros logros estéticos, costumbres religiosas y valores» (Comittee on Multicultural Education, 1979, p. 68, énfasis de Bullivant).
Al comienzo de este trabajo defendíamos justamente que el surgir de la educación multicultural tiene especial relación con la presencia de grupos étnicos diferenciados en el aula escolar, con la aparición del concepto de cultura en el entendimiento de la diversidad en la escuela. Por ello, sin la clarificación conceptual sobre qué entendemos por «cultura», difícilmente podemos entender el significado total de lo que es la educación multicultural. En este sentido, creemos que Wilson (1992) exagera al intentar justificar el uso indiscriminado de los términos «raza», «cultura» y «étnico» diciendo, respecto al concepto que más nos interesa, que no ha visto «ninguna definición del término [cultura] que tuviese una pretensión seria de claridad».
Existen diversas definiciones de «cultura» en trabajos sobre educación multicultural. Así, Lynch, Modgil y Modgil (1992, 9) indican que, «por supuesto, cada estructura [política] posee su cultura propia distintiva, que incluye normas, valores, ideologías, asunciones, símbolos, significado, lenguaje y otro capital cultural compartido que hace posible que funcione como una unidad coherente, sin desintegrarse». Y García (1992, 105-6), partiendo de Kroeber y Kluckhohn, entiende que «'la cultura' es la totalidad de las creencias aprendidas, herramientas y tradiciones compartidas por un grupo de humanos para dar continuidad, orden y significado a sus vidas; consta de las experiencias y productos acumulados por un grupo». En palabras de Strivens (1992, 212), la cultura consiste en:
... aquellos fenómenos que crean un sentido de identidad común entre un grupo particular: un lenguaje o dialecto, fe religiosa, identidad étnica y localización geográfica. Se trata de factores subyacentes que dan lugar a comprensiones, reglas y prácticas compartidas que gobiernan el desarrollo de la vida diaria. El comportamiento cultural es comportamiento aprendido, pero tan profunda y completamente aprendido que pasa a ser en gran medida inconsciente.
Por otro lado, Taboada (1992, 155-6) entiende que, en la tradición antropológica anglosajona, la cultura aparece como «un todo estructurado de manera de actuar, pensar y creer que proporciona a los grupos respuestas a los problemas que presenta el entorno, y asegura la cohesión de aquéllos», explicando a continuación las dificultades creadas por esta concepción:
El trabajo de antropólogos y etnólogos en sociedades más pequeñas y aisladas ha contribuido a la imposición de una definición de cultura que insiste en el carácter de esta totalidad, en sus aspectos integradores y funcionales. (...) Así, la cultura del país de origen es conceptuada como un todo funcional homogeneizado, transmitido idénticamente de una generación a la siguiente. Es este concepto ideal-típico de la cultura extranjera que nos llega de trabajos literarios y artísticos, así como del folklore estereotípico, el que sirve como referente para el debate acerca de la educación de las culturas de los inmigrantes. Es necesario problematizar este concepto, en la medida en que sus aspectos de continuidad, unidad y funcionalidad sean lo que concierne. (...) Así, la cultura debería ser cualquier cosa menos un regalo definitivo que el individuo recibe en un grupo: un regalo de alguna forma emblemático. Aparece, antes bien, como una elaboración colectiva, en perpetua transformación, y en este sentido la cultura del inmigrante es sólo un aspecto específico de las modalidades de cambio de las sociedades y los individuos. (...) [En su sentido antropológico] la cultura es algo determinado en gran medida por el entorno y las condiciones materiales.
Y en esa línea, Donald y Rattansi (1992, 4) aluden a una redefinición de la noción de cultura a la luz de las críticas realizadas al concepto que subyacía al multiculturalismo, señalando lo siguiente:
Esto sugiere una definición de cultura más cercana a lo que muchos científicos sociales y teóricos de la cultura habrían tenido en la mente cuando hablan sobre la cultura que lo que están las versiones asociadas con el multiculturalismo o el antirracismo. Esto no se limita a las creencias religiosas, los rituales comunales o las tradiciones compartidas. Por el contrario, comienza con la forma en que tales fenómenos manifiestos son producidos a través de sistemas de significado, a través de estructuras de poder y a través de las instituciones en las que unos y otras se despliegan.
(...) Desde este punto de vista, la cultura deja de entenderse como aquello que expresa la identidad de una comunidad. Antes bien, se refiere a los procesos, categorías y conocimientos a través de los cuales las comunidades son definidas como tales: es decir, cómo se las representa específicas y diferenciadas.
Pensamos que desde coordenadas teóricas de la antropología social y cultural sí se ha generado un concepto de cultura lo suficientemente rico como para fundamentar toda una propuesta, un nuevo modelo sobre educación multicultural. Antes de expresar algunas de las características de este modelo, nos extenderemos en su base conceptual
3.2. Un concepto de cultura
En general, en las ciencias sociales se ha supuesto que la cultura es explicable mediante una generalización descriptiva como una vasta organización homogénea. De esta manera los antropólogos hemos pensado, y hemos hecho pensar a muchos, que muchas sociedades son monoculturales y tan sólo ahora, cuando hablamos de sociedades urbanizadas postindustriales, nos empezamos a referir a ellas como multiculturales. Y lo cierto es que las diferencias entre sociedades complejas y simples en lo referente al multiculturalismo es tan sólo una diferencia de grado y no de tipo (Goodenough, 1976).
Es obvio que a la hora de contarle a «otro» cómo somos «nosotros» utilizamos una serie de referencias que nos definen homogeneizándonos, pero no utilizaríamos estas mismas referencias para definirnos a nosotros mismos (quizá nunca pasamos por un proceso de autodefinición de este tipo). No sólo no serían muy útiles sino que, desde la primera a la última, toparíamos con objeciones de nuestros paisanos, que no se encontrarían a gusto reflejados en las referencias utilizadas para definirles frente a los «otros». Y eso es así porque cuando nos definimos como grupo frente a otro grupo no invocamos las diferencias que existen en el seno del «nosotros» y que generan la diversidad dentro de él, sino, por el contrario, invocamos las similitudes que nos aproximan, construyendo un discurso homogeneizador en el que no hacemos otra cosa que seleccionar aquellos temas que tienen una mayor relevancia para el mantenimiento del grupo social (García-García, 1988).
Somos conscientes de tales divergencias cada vez que proponemos a nuestros alumnos la tarea de dar una definición de la cultura española, o de la andaluza, o de la granadina. Algunos se atreven a emitir juicios cuando nos referimos a la cultura catalana, pero no van más allá de los tópicos; a partir de la generalización y el estereotipo, cuesta menos trabajo definir al «otro». No queremos decir con esto que no se pueda hablar de tal o cual cultura de un determinado grupo, nada más erróneo; lo que tratamos de exponer es que cuando pretendemos «proyectar» tal o cual cultura en cada uno de los individuos que la componen, nos encontramos con serios problemas para reconocer una réplica de dicha cultura en cada uno de los comportamientos, acciones o actividades que cada individuo realiza. Y es que cada individuo tiene una versión particular de todo aquello que le rodea, una versión particular de la cultura a la que decimos que pertenece (si es que se puede hablar de pertenecer a una única cultura), mostrándose en sus comportamientos o puntos de vista particulares divergencias con respecto a lo que aparece como norma establecida en el discurso homogeneizador.
Los términos quizá no son muy brillantes, pero sí orientativos y clarificadores: cada individuo posee su versión propia, personal y subjetiva de la cultura que los demás le atribuyen (entre ellos el científico social), y esa versión es diferente a la de los otros miembros componentes de su grupo. Cada miembro tiene una versión personal de cómo funcionan las cosas en un determinado grupo y, de este modo, de su cultura. Lo que se presenta ante nosotros como la cultura de ese grupo no es otra cosa que una organización de la diversidad, de la heterogeneidad intragrupal inherente a toda sociedad humana. La idea de una «diversidad organizada» remite a la existencia en un grupo de tantas versiones sobre el mundo y la vida como individuos la compongan, versiones diferentes pero equivalentes o «co-validables», de manera que las diferencias no inhiben la identificación y el reconocimiento entre los miembros como poseedores de esquemas mutuamente inteligibles.
Una confrontación realista entre lo que la gente hace y lo que esta misma gente dice que hace nos pondría sobre la pista de lo que queremos exponer: oímos un discurso homogeneizador y observamos una pluralidad de conductas heterogéneas. Gran parte de la tarea del antropólogo, si no toda, está en saber combinar ambas informaciones para, en esa confrontación, explicitar y explicar la cultura, y quizá llegar a interpretar qué significa lo que la gente dice que hace en relación con lo que hace. En esto radica la diferencia entre hacer una crónica de sucesos particulares y mirar debajo de ellos para comprender cómo la gente los afronta y cómo aumenta o decrece la probabilidad de su repetición (Wolcott, 1985). Así, deberíamos inferir la cultura, compuesta de conceptos, creencias y principios de acción e interacción, a partir de las palabras y comportamientos de los miembros del grupo que se estudia. De esta manera, nuestra primera propuesta teórica sostendría que lo que propiamente constituye la cultura no es una homogeneidad interna sino la organización de las diferencias internas (García-García, 1991), y que las culturas tienen una uniformidad hablada más que una unidad real (García-García, 1988), no quedando completa la tarea del antropólogo si concluyera su trabajo con la exposición de la «uniformidad hablada». La tarea del antropólogo se «completaría» cuando fuese capaz de exponer las explicaciones de la organización de la diversidad como la cultura del grupo humano estudiado.
3.3. La sociedad humana como realidad multicultural
Toda esta primera conceptualización desde la antropología social y cultural será especialmente determinante en el tratamiento de la multiculturalidad. Con ella como base, diremos ahora que todos los seres humanos, vivan donde vivan, habitan en un mundo multicultural.
Junto a esta idea debemos insistir en que todos los individuos de un grupo desarrollan competencias en varias culturas (algunos prefieren referirlas, considerándolas de igual manera, como microculturas, en una estrategia metodológica tendente a la clarificación de un concepto que se puede utilizar en diferentes niveles grupales). Cada individuo tiene acceso a más de una cultura, es decir, a más de un conjunto de conocimientos y patrones de percepción, pensamiento y acción. Cuando adquiere esas diversas culturas nunca lo hace completamente: cada individuo sólo adquiere una parte de cada una de las culturas a las que tiene acceso en su experiencia. Su versión personal de la cultura o, con el término que acuñó Goodenough, su propiospecto, es la totalidad de esas «parcialidades» que conforman una visión privada, subjetiva del mundo y sus contenidos, desarrollada a lo largo de su historia experiencial.
En este sentido seremos multiculturales, seremos competentes en varias culturas, de igual manera que el hijo de un inmigrante, después de una corta estancia en su nuevo entorno de acogida, desarrollará competencias:
1. En la cultura de su grupo doméstico, tanto en su versión nativa como en su versión adaptada a un nuevo entorno (aunque realmente no podemos separar tales versiones, pues funcionarán dinámicamente en un proceso de construcción y reconstrucción).
2. En la cultura del grupo étnico al que pertenece, tanto en su expresión de costumbres y tradiciones más ancestrales (ser competente no significa aquí respetar, aceptar y/o cumplir sino, cuando más, conocer o reconocer) como en su versión, ligada a la anterior, de diferenciación frente a los grupos étnicos que componen el nuevo entorno en que ha empezado a vivir.
3. En la cultura de los diferentes grupos de iguales en los que pueda participar, desde el de mayor homogeneidad étnica, quizá ligado al nuevo barrio en el que vive, al más universalista, formado en la institución escolar en la que se «pretenden integrar todas las diversidades».
4. En la cultura del aula y de la escuela en la que él y otros muchos niños, sin atender aparentemente ahora a su condición de sexo, etnia y religión, aprenderá a conocer y valorar una información (no sólo de contenidos formales en libros de textos) que para todos se presentará supuestamente igual y que será necesaria para acceder a las posiciones de privilegio y poder.
Tal niño se hará competente en muchas culturas, cargadas todas ellas de diferente información, con las que activamente, y de manera colectiva e individual a la vez, construirá su propia versión del mundo que le rodea, su propia versión de los diferentes aspectos de la cultura, su «teoría-cultural personal» (Keesing, 1974), su propriospecto (Goodenough, 1981); una versión de la cultura que será multicultural.
Con lo presentado hasta el momento en esta última sección, podemos proponer las bases de lo que sería un séptimo enfoque sobre educación multicultural, en el que resultará básico considerar la educación como un proceso de transmisión/adquisición de cultura4.
3.4. Antecedentes de un modelo de educación multicultural desde la antropología de la educación
Es vital entender el significado de la cultura en el estudio de las interacciones dentro de la comunidad escolar, y la mejor visión para llegar a ese entendimiento la aporta la antropología (St. Lawrence y Singleton, 1975). Tanto la antropología en general como sus subdisciplinas por separado, realizan contribuciones esenciales a la enseñanza y el aprendizaje multicultural (Johnson, 1977). Efectivamente, la antropología puede, como mínimo, proporcionar a la educación multicultural un abanico amplio y diversificado de estrategias y métodos de investigación cuya idoneidad para el tratamiento de las realidades complejas que aquélla afronta está demostrada. La contribución antropológica a la investigación educativa queda patente en trabajos como el de Trueba et al. (1981), en el que se despliegan estudios microetnográficos sobre niños de minorías en el aula, mostrándose la validez e importancia de la etnografía para la educación bilingüe. Foester y Little Soldier (1981) defienden igualmente la utilización de modelos etnográficos para analizar, comparar y localizar conflictos y/o discontinuidades entre las culturas del hogar y de la escuela (en el caso de los indios). En los EE. UU., y desde mediados de los años cincuenta, los antropólogos culturales se han involucrado en el desarrollo curricular de las escuelas públicas (Dynneson, 1975; Dwyer-Schink, 1976), y los etnógrafos han demostrado su capacidad para proponer maneras prácticas de reducir el «choque de culturas» en el aula multicultural (Clark, 1963). Además de la aportación metodológica, desde la antropología también es posible y necesaria la contribución a los programas de acción, como demuestra el trabajo de Jordan (1985), en el que el conocimiento antropológico guía el desarrollo de un programa de educación bicultural, o el de Koppelman (1979), que plantea la evaluación de estos programas desde la conceptualización antropológica.
Sin embargo, ¿qué hay acerca de esa concepción antropológica de la multiculturalidad como experiencia normal humana, tal como nos propone Goodenough (1976)? Los modelos que hemos visto hasta ahora no dejan de ser parciales en su planteamiento y alcance, mientras que desde la antropología podemos pensar la díada multiculturalidad/educación con una visión holística del amplísimo y heterogéneo conjunto de factores presentes. London (1981) entiende que la antropología cultural constituye el marco adecuado para la obtención de tal perspectiva, en combinación con otras disciplinas. Para este autor, sólo así podremos hacer frente a la problemática de la diversidad multicultural y multiétnica de la educación, superando la insuficiencia analítica de modelos como el asimilacionista y el pluralista.
3.5. Asunciones básicas de una educación multicultural fundamentada en una concepción antropológica de la cultura
Reconocemos, junto a Carlson (1976, 29) que, en gran medida, la educación multicultural constituye una forma de antropología social aplicada. Esto significa que podemos volcar el corpus teórico, conceptual y analítico de la antropología en el desarrollo de procesos (más o menos formales/institucionales, más o menos «calculados») de transmisión y adquisición de diversos repertorios culturales. En este apartado final vamos a señalar diferentes asunciones, principios de procedimiento si se prefiere, con los que debe construirse una educación multicultural de base antropológica. Y empezaremos recordando las ventajas, señaladas por Gibson (1984), que conlleva definir la educación multcultural como el proceso por el que una persona desarrolla competencias en múltiples sistemas de esquemas de percepción, pensamiento y acción, es decir, en múltiples culturas:
1. Ya no tenemos que seguir equiparando educación con escolaridad, ni educación multicultural con programas escolares formales. Desde la amplia concepción de la educación como transmisión cultural, el educador deja de ser el único responsable de la adquisición de competencias culturales por parte de los estudiantes, y se sugiere a quienes promuevan la educación multicultural que presten mucha atención a la relación de los programas escolares con el aprendizaje informal que se produce dentro y fuera de la escuela.
2. Ya no tenemos que seguir equiparando una cultura con una lengua o con un grupo étnico correspondiente. Los miembros de un grupo étnico, por ejemplo, comparten obviamente un conjunto de esquemas culturales específicos, pero también podemos clasificar a esos miembros en otros grupos que participan en actividades comunes, laborales, religiosas, de ocio, etc., y puede que estas otras agrupaciones atraviesen los límites del grupo étnico. En el desarrollo de la educación multicultural, ello se traduce en una contribución a la eliminación de la tendencia a estereotipar a los estudiantes de acuerdo con sus identidades étnicas, y en una contribución a la promoción de una exploración más profunda de las similitudes y diferencias entre estudiantes de diferentes grupos étnicos.
3. Dado que el desarrollo de competencias en una nueva cultura requiere una interacción intensa con las personas que ya la poseen, se aprecia con más claridad que el apoyo a escuelas étnicamente separadas es contrario a los propósitos de la educación multicultural.
4. La educación multicultural promueve competencias en múltiples culturas. Qué cultura desplegará un individuo en cada momento es algo que vendrá determinado por la situación en concreto. Aunque están claramente interrelacionadas, debemos distinguir conceptualmente entre las múltiples identidades que los individuos tienen disponibles y sus identidades sociales primarias en un grupo étnico particular. La identificación social y la competencia cultural son cosas diferentes.
5. Desde la educación se deberá favorecer que los estudiantes sean conscientes de la multiplicidad cultural que les rodea y a la que están accediendo. Ese elemento de conciencia puede alejarnos de dicotomías como la de cultura dominante/cultura nativa, cultura escolar/cultura del hogar, potenciando esa concepción del multiculturalismo como la experiencia humana normal.
Desde esta perspectiva surgen importantes matizaciones a la idea de una educación multicultural que complementan lo que planteábamos inicialmente. Unas, acerca de las causas por las que han aparecido los programas de educación multicultural, otras, acerca de las razones del posible mantenimiento de esos programas. Así, por ejemplo, la educación multicultural deja de entenderse como aquella que demandan los grupos de migrantes «pobres» que originaron ese tipo de programas. La verdad es que gran parte de la demanda de tales grupos se dirige hacia modelos de plena asimilación para acceder a los niveles de bienestar de los miembros «no marginales» de las culturas mayoritarias. Han «salido» de sus respectivas culturas de origen en condiciones socioeconómicas muy desfavorables, las mismas que persiguen mejorar y, en algunos casos, consideran que el éxito en las escuelas es un requisito indispensable para lograr esas mejoras en las generaciones siguientes. Para lograrlo, algunos están dispuestos a procesos de asimilación y asumen (conscientemente o no) el riesgo de pérdida de su identidad cultural de origen (cuestión diferente a ésta, aunque conectada, es el tratamiento de los problemas de las segundas generaciones de inmigrantes en los países de «acogida»).
Así pues, la educación multicultural de la que ahora hablamos no es un programa para grupos minoritarios, sino para todos los grupos, si bien desde la concepción que venimos defendiendo no tiene mucho sentido hablar en términos de mayorías y minorías. En consecuencia, no debe desaparecer un programa de educación multicultural porque cambien de signo los movimientos migratorios. No se trata de una educación para un determinado colectivo que podemos cuantificar y calificar de desfavorecido frente a otros. Se trata de una educación que cuestiona incluso la propia idea de la relación entre la escuela (como aparato de reproducción y legitimación social e ideológica) y el Estado. La primera transmite la cultura dominante entre las fronteras geográficas del segundo, pero ya no se puede seguir manteniendo la idea de que existe una homogeneidad en la cultura dominante (nunca existió tal homogeneidad). Ahora tendríamos que preguntarnos: ¿qué cultura entre qué fronteras?
Para nosotros, la educación multicultural deber ser aquella que se desarrolla en la sociedad como un proceso de producción y crítica cultural caracterizado por:
1. Contemplar una diversidad en los contenidos culturales transmitidos (a veces conducente a contradicciones entre ellos).
2. Asegurar una diversidad de los métodos de transmisión, siempre ajustados a los distintos tipos de alumnos para facilitar el acceso de éstos al conocimiento.
3. Fomentar los mayores niveles de conciencia posibles por parte de los alumnos acerca de la diversidad cultural, algo que «no es, con mucho, una cuestión de entrega de información acerca de sistemas específicos, sino de presentar éstos con objeto de lograr una definición de qué es la cultura partiendo de la antropología cultural actual... (mostrando) que el modelo del que emana una cultura no se puede juzgar con referencia a otro, pues son opciones de filosofía de la existencia que, contempladas en su totalidad, no pueden ser jerarquizadas sobre la base del argumento racional» (Camilleri, 1992, 144).
4. Preparar a los estudiantes con los recursos cognitivos necesarios para: a) conocer la diversidad y las diferencias culturales existentes en sus entornos; b) percibir y analizar las desigualdades sociales en las que a veces se traducen las diversidades anteriores, desigualdades en la distribución del poder y los recursos en la sociedad; c) criticar dicha traducción y construir propuestas de transformación; y, d) tomar posición crítica y activa en la acción social.
5. Desechar la idea de que siempre es irremediable una exclusión mutua entre, por un lado, la preservación de identidades y peculiaridades étnicas o culturales de grupos minoritarios desfavorecidos y, por otro, la movilidad social ascendente o el acceso a instancias de mayor poder socioeconómico por parte de éstos. Cuando el dilema sea real e inevitable, serán los propios miembros de los grupos que lo afronten quienes habrán de tomar la decisión, a ser posible desplegando habilidades como las señaladas en el punto anterior a la hora de elaborar la decisión.
6. Preparar los programas a partir de una combinación entre el análisis de las comunidades concretas en las que se pondrán en marcha y el compromiso con una concepción global, universal, del hecho cultural.
4. La Educación Multicultural como Desarrollo de la Crítica Cultural
La cultura se transmite a través de diferentes mecanismos y por medio de diversos agentes. Parte de la cultura se «autotransmite» en función de su propia dinámica, mientras que otra parte, en las sociedades occidentales u occidentalizadas, es transmitida en instituciones privilegiadas y especializadas que enfatizan los aspectos más formales o, si se prefiere, más «académicos» de ella, pues en gran medida sólo sirven para la academia, para la escuela. Por ejemplo, los niños del Valle de Polaciones (Cantabria) no aprenden la cultura de la ganadería de montaña en sus escuelas, sino en su propio entorno familiar, a través de la manipulación del ganado tudanco en la que sus propios padres les van implicando gradualmente a través de tareas diferenciadas en función de su edad y sexo.
Muchos movimientos renovadores de la educación y, sobre todo, de la escolarización, incluyen entre sus máximas acercar la escuela a la vida y de ahí al medio en el que los escolares conviven cotidianamente. Con ello se ha logrado, en contados casos, que se introduzca en la escuela ese conocimiento cotidiano sobre la manipulación del ganado tudanco (por seguir con el ejemplo), aunque luego no ha sido conocimiento escolar utilizado fuera de la escuela. No pocas veces esta introducción de la cotidianidad responde a visiones idealistas y nostálgicas que acercan el mundo rural al medio urbano en el que los escolares y la propia escuela se desenvuelven. Otras veces, tales propuestas no pasan de ser estrategias didácticas. No queremos decir con todo esto que la escuela no trasmita la cultura, pues sabemos que parte de la cultura se comunica a través de esa agencia, pero debemos ser conscientes de que esa parte que allí se transmite está destinada muy específicamente a la propia escuela, sirve para «moverse» en la escuela como cultura escolar, y pocas veces hace referencia a la cotidianidad extraescolar.
Es en el ámbito de las relaciones sociales donde se produce, se conserva y se modifica o cambia la cultura. Todas las culturas incluyen como procesos básicos la transmisión y la transformación de sus formas culturales, de modo que continuidad y cambio cultural son procesos básicos de las mismas. Cuando hablamos de la educación multicultural no nos referimos tanto a un proceso de transmisión de cultura -pues ésta se difunde a través de su propia dinámica interna-, sino a la promoción del conocimiento (crítico) generado sobre ella. Los diferentes grupos humanos, productores de cultura y transmisores privilegiados de la misma, poseen una racionalidad propia sobre sus formas culturales específicas, es decir, desarrollan un conocimiento implícito de su cultura (un «saber cómo») y un conocimiento explícito, verbalizable (un «saber qué») sobre ella. Con otras palabras, no sólo son usuarios de su cultura, sino que son capaces de explicarla e interpretarla.
Sin embargo, los estudios realizados desde la sociología y la antropología sobre las diferentes sociedades y culturas humanas, demuestran que el discurso nativo sobre su propia cultura no coincide necesariamente con el discurso elaborado desde las ciencias sociales. Las razones de esta discrepancia son muy diversas y tienen que ver con la dispar selección de los hechos relevantes para la interpretación, el manejo diferente de los datos empíricos y de estrategias metodológicas propias en las ciencias sociales, la existencia de teorías y campos teóricos específicos en estas ciencias, el uso de modelos interpretativos en ellas ajenos a la lógica de los actores sociales, la existencia de procesos cognitivos distintos que obedecen a racionalidades distintas y, por supuesto, la funcionalidad social divergente que poseen las formas culturales y el conocimiento de las mismas.
Todo esto nos induce a presentar una nueva propuesta sobre la educación multicultural. El objetivo específico de ésta es transmitir, promover, facilitar la comprensión crítica de la cultura, de las culturas. Aunque llegamos a esta reflexión al enfrentar el discurso nativo y su racionalidad con el discurso científico social y su racionalidad, no queremos presentar la cuestión como un triunfo de esta última. No tiene sentido hablar de tal «triunfo» por cuanto la racionalidad de la ciencia socio-antropológica se ha desarrollado en la atenta mirada a aquella otra racionalidad y en la observación minuciosa de los comportamientos que emanan de ella. Debemos aclarar todo esto para no caer en un etnocentrismo epistémico desde el que toda racionalidad, incluso aquella que tuviésemos que difundir para generar conocimientos críticos sobre la cultura, estaría sojuzgada a la científica.
El término «crítico» en este contexto es polisémico. Por un lado quiere decir conocimiento científico, en el sentido de que se trata de un conocimiento sistemático que va más allá del conocimiento vulgar o espontáneo que pueden poseer tanto los científicos sociales como los usuarios nativos o depositarios de la cultura que no se ajustan a la rigurosidad del método científico y de las técnicas de investigación de las ciencias sociales y, en concreto, de la antropología. Un conocimiento de este tipo no se produce exclusivamente en la academia, aunque debería ser siempre una aspiración de ésta. Por otro lado, como consecuencia del significado anterior, el adjetivo «crítico» quiere decir «relativizador» sobre la propia cultura. En las sociedades actuales se observa una tendencia a hacer absolutas las culturas locales, regionales y nacionales con objetivos políticos, nacionalistas e independentistas, o simplemente con finalidades de reforzamiento de la propia identidad, en un marco de luchas políticas y de redistribución del poder. Al mismo tiempo, se aprecia una tendencia contraria que se manifiesta en procesos de homogeneización y estandarización de la cultura bajo la influencia, las directrices y los intereses de las multinacionales de la información y de la comunicación y de sus industrias culturales transnacionales. Ambos fenómenos se presentan como dos características, no las únicas, de las sociedades actuales, quizá contradictorias y quizá complementarias. Ambas tendencias se han agudizado sin duda con la crisis de los países del Este, pero sus raíces vienen de más lejos y tienen que ver con la internacionalización del capital y la división internacional del trabajo, con la configuración de nuevos Estados, las luchas nacionalistas, la crisis de los poderes oligárquicos tradicionales y la emergencia de nuevos grupos sociales en el reparto del poder político y económico.
Un conocimiento crítico-relativista de estas características no es un conocimiento que exalta lo propio y desprecia lo ajeno, sino que defiende aquello de lo propio que puede y debe ser defendido y que respeta lo ajeno en igual forma. Inevitablemente nos viene a la memoria el lema de la manifestación celebrada en Barcelona contra el racismo en febrero de 1992: «Igualtat per viure, diversitat per conviure» («Igualdad para vivir, diversidad para convivir»), que refleja sintéticamente la intuición fundamental que subyace en lo que estamos diciendo. Este segundo significado del término «crítico», como relativizador sobre la propia cultura, parte de la evidencia de la diversidad cultural y de que cada grupo humano, en las diversas sociedades, decide y configura históricamente las características que va dando a su cultura en función de una gran variedad de condiciones ecológicas, demográficas, políticas, sociales e ideológicas.
Pero con estas dos acepciones del término «crítico» nada hemos dicho aún acerca de la función que cumple el conocimiento sobre la cultura, o, más en concreto, sobre el sentido, dirección o finalidad del conocimiento. Y es que el conocimiento no es sólo el producto de una operación mental, cognoscitiva, académica e interna a la ciencia, sino también se desarrolla en unas condiciones sociales y cumple finalidades sociales. Con otras palabras, el conocimiento en ciencias sociales es un discurso sobre las relaciones sociales envuelto en todos los celofanes sofisticados que se quiera de métodos y técnicas, pero es un discurso social y por tanto una práctica social.
Por todo ello, el término «crítico» requiere un tercer significado complementario, que es el de conocimiento alternativo. La educación multicultural debe ser la potenciación, desde la escuela y otras instancias educativas, de una reflexión social (de la que emergen varios discursos), de la autocomprensión de los grupos humanos y la autocrítica de las propias formas culturales, tanto tradicionales como modernas, con el objeto de mejorar sus propias condiciones de vida y afianzar su propia identidad cultural bajo el reconocimiento y la aceptación de la diversidad cultural.
En este punto creemos acertado servirnos de la experiencia del proceso de generación del conocimiento antropológico mediante la observación y el cuestionamiento constante de las realidades a estudiar. Construimos el conocimiento describiendo las observaciones realizadas, que son complementadas con lo que se nos dice sobre ellas. Lo dicho junto con lo hecho. Pero si añadimos la dimensión «crítica» en el sentido en que aquí venimos haciéndolo, debemos decir que generamos el conocimiento antropológico a partir de la contrastación de aquellos datos con otros de realidades distintas o distantes. Dicho de otra forma, generamos ese conocimiento crítico mediante el proceso de comprensión de lo propio en comparación con lo «ajeno». Así, si lo que deseamos es que se produzca un conocimiento crítico sobre la cultura propia, este conocimiento debe generarse en el contraste constante con otras formas culturales, con otras culturas. El propio principio epistemológico en antropología relativo a «la distancia» (que no es, como algunos se empeñan en considerar, una cuestión de longitud física), refleja con claridad esta necesidad de la comparación, siendo en la comparación donde mejor se puede construir el respeto y el reconocimiento de la realidad multicultural.
Quizá necesitemos esta «distancia» para darnos cuenta de que diferenciar no equivale a discriminar y de que diversidad no equivale a desigualdad. Educar desde y hacia la multiculturalidad consiste en promover la toma de conciencia con respecto a estas distinciones que estructuran la percepción de los seres humanos y su presencia en el mundo. Quizá necesitemos de nuevo de esta «distancia» para considerar si las escuelas, cualquier escuela en el sentido occidental que conocemos, puede realmente ser promotora de una educación cultural en el sentido del desarrollo de la crítica cultural. Al final, una distancia justa y realista puede colocar de nuevo cada cosa en su sitio y, de esta manera, seguir sabiendo qué se puede esperar de la institución escolar: un lugar para la producción cultural, que no es lo mismo que un lugar para la crítica cultural.

Notas
(1) Ésta es una versión ampliada parcialmente del trabajo con similar título publicado en la Revista de Educación 302, 83-110, 1993. Es el resultado parcial de un trabajo de investigación sobre la escolarización de hijos de inmigrantes en escuelas españolas. Versiones anteriores fueron discutidas en el International Symposium sobre «Europe in Education» (Bad Urach, Alemania, 1992), en la conferencia pronunciada en la School of Education de la Universidad de California, Davis (I-XII-92) y en el ERASMUS Intensive Course Intercultural Relations and Education: Theories, Policies and Practices, Lisboa, Marzo 19-26, 1994.
Agradecemos a Concha Delgado Gaitán y a María Dolores Villuendas los diversos comentarios a las anteriores versiones.
Agradecemos al Centro de Investigación, Documentación y Evaluación (Ministerio de Educación y Ciencia), a la Dirección General de Investigación Científica y Técnica (Ministerio de Educación y Ciencia), a la Dirección General de Migraciones (ahora en el Ministerio de Asuntos Sociales), a la Consejería de Cultura de la Junta de Andalucía y a las Comunidades Europeas (Programa meD-Campus) las diversas financiaciones obtenidas para el desarrollo de la investigación.
Este trabajo fue publicado previamente en la «Revista de Educación» del Ministerio de Educación y Cultura de España (núm. 302, septiembre-diciembre 1993). Se reimprime con la autorización del editor.
(2) Las revisiones bibliográficas han sido realizadas durante las breves estancias mantenidas en la Universidad de California, Santa Bárbara (1991) y en la Universidad de Stanford (1992). Agradecemos a la Dirección General de Investigación y Ciencia de la Junta de Andalucía y al Vicerrectorado de Investigación y Relaciones Internacionales de la Universidad de Granada las subvenciones concedidas para el desarrollo de estas estancias.
(3) Aunque reconocemos que existen ya varias tipologías sobre educación multicultural a las que se puede acudir, insistimos en nuestra propuesta de organizar el campo desde la antropología; esto es, si acaso, lo que de relativamente novedoso puede aportarse en esta primera parte.
(4) Para un mayor detalle sobre esta forma de conceptualizar la educación, véanse García-Castaño (1990) y García Castaño y Pulido (1993).

Bibliografía
Alegret Tejero, J.L.: Racismo y educación (93-110), en «Educación Intercultural: la Europa sin fronteras», P. Fermoso (ed.). Narcea. Madrid. 1992.
American Association of Colleges for Teacher Education: No One Model American. Washington, D.C.: Author, 1973.
Ashworth, M.: Immigrant Children and B.C. Schools. TEAL Occasional Papers, vol. 1, «British Columbia Association of Teachers of English as an Additional Language». Vancouver, 1977.
Banks, J.A.: Multicultural Education: In Search of Definitions and Goals. Trabajo presentado a la Association for Supervision and Curriculum Development Institute on Cultural Pluralism, Chicago, 1974.
- Multiethnic Education. Theory and Practice. Allyn and Bacon, INC. Boston, Massachusetts, 1981.
- Multicultural Education: Development, Paradigms and Goals (12-28). «Multicultural Education in Western Societies». Banks, J.A. and J. Lynch (eds.) Holt, Rinehart and Winston, London, 1986.
Baty, R. Re-educating Teachers for Cultural Awareness: Preparation for Educating Mexican-American Children in Northerm California. New York: Praeger, 1972.
Bennett, Ch.: «A Case for Pluralism in the Schools». Phi Delta Kappan, vol. 62, 8: pp. 589-591, 1981.
Bernard van Leer Foundation: Multi-cultural Societies: Early Childhood Education and Care. B. Vol. L.F., The Hague (Holland), 1984.
Bonnet, A.: Anti-racism as a Radical Educational Ideology in London and Tyneside, in «Review of Education», vol. 16, 2, pp. 255.267. Oxford, 1990.
Bottani, N.: Et moi qui croyais qu’au Portugal il n’y avait que du soleil. Quelques considérations critiques à propos de l’éducation multiculturelle en l’education et les défis interculturels. «Practiques de Formation (Saint-Denis)», 5 pp. 9-20, 1983
Brennan, P. and Donoghue, A.A.: Biculturalism Through Experiential Language Learning, «Council of Anthropology and Education Quarterly», vol. 5, 2, pp.15-19, 1974.
Bullivant, B.M. (2): Culture: Its Nature and Meaning for Educators (29-47). «Multicultural Education. Issues and Perspectives». J. A. Banks and Ch. A.M. Banks (eds.). Allyn and Bacon, Boston, 1993.
Burger, H.G.: Ethnics on Education: Reports on a Conference of Spanish-Speaking, Amerindian, and Negro Cultural Lrsfers on Southwestern Teaching and Learning. Bethesda, Md: ERIC, Publication, 1969.
Bushnell, W.: The Inmigrant (West Indian, Child in School), in «Stresses in Children». (Ed.). Ved. P. Varna, London: University of London Press, pp. 82-92, 1973.
Camilleri, C.,: From Multicultural to Intercultural: How to Move from One to the Other (141-152). «Cultural Diversity and The Schools. Education for Cultural Diversity: Convergence and Divergence». Lynch, J.; C. Modgil and S. Modgil (eds.). Vol. I. The Falmer Press. London, Washington, D.C., 1992.
Clark, K.B.: Clash of Cultures in the Classroom. «Integrated Education», vol. I, 4 pp. 7-14, 1963.
Clark, T.: Why we need Better Multiethnic Education? «Social Education», vol. 42, 2, pp. 163-164, 1978.
Cohen, Ch. B.: Teaching About Ethnic Diversity. ERIC «Clearinghouse for Social Studies/Social Science Education», Bloomington, 1986.
Cohen, P.: It’s Racism What Dunnit: Hidden Narratives in Theories of Racism (62-103). «Race, Culture Difference». J. Donald and A. Rattansi (eds.). Sage, London, 1992.
Cole, D.J.: Multicultural Education and Global Education: A Possible Merger. «Theory Into Practice», vol. XXIII, 2 , 1984.
Cordasco, F.; Hillson, M. and Bullock, H.A.: The School in the Social Order. Scranton, PA: International Text-books, 1970.
Cortada, R.L.: The New Inmigrants: Implications for Educators. Trabajo presentado a la «Annual Convention of the National Catholic Educational Association». Anaheim, CA, 1986.
Cheng, L.L.: Intervention Strategies: A Multicultural Approach. «Topics in Language Disorders», vol. 9, 3 pp. 84-91, 1989.
Chesler, M.A.: Teacher Training Designs for Improving Instruction in Interracial Classrooms. «Journal of Applied Behavioral Sciences», vol. 7, 5, pp. 612-641, 1971.
Cheyney, A.B. (ed.): The Ripe Harvest: Educating Migrant Children. Coral Gables, Fla.: University of Miami Press, 1972.
Delgado-Gaitán, C.: Destacando la cultura en la educación multicultural. «Hacia una educación multicultural». F.J. García Castaño (ed.). Universidad de Granada, Granada (en prensa), 1992.
Donald, J. and Rattansi, A. (eds.): Race, Culture, Difference, Sage, London, 1992.
Dwyer-Schick, S.:The Study and Teaching Anthropology: An Annotated Bibliography. University of Georgia, Athens, 1976.
Dynneson, T.: Pre-Collegiate Anthropology: Trends and Materials. University of Georgia. Athens., 1975.
Ehlers, H. and Crawford, D.: Multicultural Education and National Unity. «Educational Forum», vol. 47, 3, pp. 263-277, 1983.
Fitouri, C. et Rollerm, S.: Biculturalisme, bilinguisme et éducation. Delachaux et Niestlé, Paris, 1983.
Foerster, L.M. and Little Soldier, D.: Applying Anthropology to Educational Problems. «Journal of American Indian Education», vol. 20, 3, pp. 1-6, 1981.
Fong, K.: Cultural Pluralism. «Harvard Civil Rights-Civil Law Review», vol. 13, 1, pp. 133-173, 1978.
García Castaño, F.J.: En busca de modelos explicativos del funcionamiento de la transmisión/adquisición de la Cultura, en «Antropología de la Educación», A. Díaz de Rada (ed.), F.A.A.E.E., Granada, 1991 (en prensa).
García Castaño, F.J. y PULIDO MOYANO, R.A.: Educación Multicultural y Antropología de la Educación (35-69). «Educación Intercultural: la Europa sin fronteras». P. Fermoso (ed.). Narcea, Barcelona, 1992.
- From the Recognition of Intracultural Diversity to the Design of Multicultural Educations for Everybody. Comunicación presentada en el «International Symposium of Europe in Education». CIDRE, Bad Urach, Alemania, 1992a.
- Transmisión/Adquisición de cultura. Una introducción a la antropología de la Educación. Eudema, Madrid, 1994.
García García, J.L.: El tiempo cotidiano en Vilanova d’Oscos (13-30).»Enciclopedia temática de Asturias». Silverio Cañada, Gijón, 1988.
- ¿Qué tienen que ver los españoles con lo que los antropólogos saben de ellos? (109-126), en «Los españoles vistos por los antropólogos», M. Cátedra (ed.), Júcar, Gijón, 1991.
García, R.L.: Fostering a Pluralistic Society Through Multi-Ethnic Education. Fastback 107. Phi Delta Kappa Educational Foundation. Bloomington, Ind., 1978.
- Cultural Diversity and Minority Rights: A Consummation Devoutly to be Demurred (103-122). «Cultural Diversity and The Schools. Human Rights, Education and Global Responsabilities». J. Lynch; C. Modgil and S. Modgil (eds.) Vol. 4. The Falmer Press. London. Washington, D.C., 1992.
Gibson, M.A.: Approaches to Multicultural Education in the United States: Some Concepts and a Assumption. «Anthropology and Education Quarterly», vol. 15, 1, pp. 94-119, 1984.
Gold, M.; Grant, C.A. and Rivling, H. N. (eds.): In Praise of Diversity: A Resource Book for Multicultural Education.Washington, D.C.: Teacher Corps, Association of Teacher Educators, 1977.
Goldstein, B.L.: In Search of Survival: The Education and Integration of Among Refuges Girls. «Journal of Ethnic Studies», vol. 16, 2: pp. 1-27, 1988.
GonzAles, Ph.: Culture: A Route to Biculturalism. Trabajo presentado a la NCSS Conference. Portland, 1979.
Goodenough, W.: Multiculturalism as the Normal Human Experience. «Anthopology and Education Quarterly», vol. 7, 4, pp. 4-6, 1976.
- Culture, Language, and Society. Menlo Park, California, 1981.
Grant, C.A. (ed.): Multicultural Education: Commitments, Issues and Applications. Association for Supervision and Curriculum Development. Washington, D.C., 1977.
Grant, C. et al.: The Literature on Multicultural Education: Review and Analysis,
«Education Studies», I, pp. 47-71, 1986.
Grinter, R.: Multicultural or Antiracist Educations? The Need to Choose (95-124). «Cultural Diversity and The Schools. Education for Cultural Diversity: Convergence and Divergence». J. Lynch; C. Modgil and S. Modgil (eds.). vol. I. The Falmer Press. London. Washington, D.C., 1992.
Hilliard, A.G.: Restructuring Teacher Education for Multicultural Imperatives, in «Multicultural Education Through Competency-Based Teacher Education». William A. Hunter (ed.), Washington, D.C. AACTE, 1974.
Hoffman, D.M.: Language and Culture Acquisition among Iranians in the United States. «Anthropology and Education Quarterly», vol. XX.2, 1989.
Itzkoff, S.W.: Cultural Pluralism in Urban Education. «School and Society», 94, pp. 383-386, 1966.
Ivie, S.D.: Multicultural Education: The Mexican Experience. «Educational Forum», vol. 42, 4, pp. 441-449, 1978.
Jain, S.: The Education of the Inmigrant and Ethnic Child in Canada (Reseñado en el «RIE» de abril 1990), 1988.
James, R. (comp.): Directory of Multicultural Programs in Teacher Education. Washington, D.C.: «American Association of Colleges for Teacher Education», 1971.
Johnson, N.B.: On the Relationship of Anthropology to Multicultural Teaching and Learning. «Journal of Teacher Education» vol. 28, 3 pp. 10-15, 1977.
Jordan, C.: Translating Culture: From Ethnographic Information to Educational Program. «Anthropology and Education Quarterly», Vol. XVI. 2, pp. 105-123, 1985.
KabaKchy: Cultural Identity and Foreign-Language Teaching. «English Language Teaching Journal», vol. 32, 4, pp. 313-318, 1978.
KeEsing, R. M.: Theories of Culture. «Annual Review of Anthropology», vol. 3. pp. 73-97, 1974.
Kehoe, J.: Enhancing the Multicultural Climate of the School. «History and Social Science Teacher», vol. 19, 2, pp. 65-75, 1983.
Koppelman, K.L.: The Explication Model: An Anthropological Approach to Program Evaluation. «Educational Evaluation and Policy Analysis», vol. 1, 4, pp. 59-64, 1979.
LaferriÈRe: Éducation interculturelle et multiculturalisme: ambiguités et occultation in A la mémorie de Michel Laferrière (1946-1984). «Éducation Canadienne et Internationale», vol. 14, 1, pp. 16-28, 1985.
Laosa, L. M.: «Toward a Research Model of Multicultural Competency-Based Teacher Education. Multicultural Education Through Competency-Based Teacher Education». William A. Hunter (ed.). Washington: AACTE, 1974.
Leicester, M.: Antiracism versus the New Multiculturalism: Moving beyond the Interminable Debate (215-230). «Cultural Diversity and The Schools. Equity or Excellence? Education and Cultural Reproduction». J. Lynch; C. Modgil and S. Modgil (eds.). Vol. 3. The Falmer Press. London. Washington, D.C., 1992.
London, C.B.G.: Anthropology of the Classroom: Cultural Diversity. Its Meaning and Significance for Human Understanding. Communication and Student Interaction. (Reseñado en el «RIE» de julio 1983), 1981.
Lynch, J.: Multicultural Education. Principles and Practice. Routledge, London, 1986.
- Multicultural Education in Western Europe (125-152). «Multicultural Education in Western Societies». J.A. Banks and J. Lynch (eds.) Holt. Rinehart and Winston, London, 1986.
Lynch, J.; Modgil, C. and Modgil, S.: Introduction (1-20). «Cultural Diversity and The Schools. Prejudice, Polemic or Progress?» J. Lynch; C. Modgil and S. Modgil (eds.). Vol. 2. The Falmer Press. London, Washington, D.C., 1992.
Llanes, J.R.: Moving Toward Cultural Pluralism, Part II: Enculturation withing Group Culture-Clusters. (Reseñado en el «RIE» de marzo de 1981), 1980.
Moodley, K.A.: Canadian Multicultural Education: Promises and Practice. J.A. Banks and J. Lynch: «Multicultural Education in Western Societies». Holt, Rinehart and Winston, pp. 51-75, 1986.
Morrill, R.: The Education of Minority Children in Denmark. «Equity and Excellence», vol. 23, 1-2, pp. 123-125, 1987.
Myers, L.J.: The Nature of Pluralism and the African-American Case. «Theory Into Practice», vol. 20, 1, pp. 2-6, 1981.
Newman, W. M.: American Pluralism. New York: Harper and Row, 1973.
Ogletree, E.J.: Hispanic Inmigrants want to become Americans, but Retain their Ethnic Identity. (Reseñado en el «RIE» de mayo 1982), 1981.
Pai, Y.: When is a Difference not a Difference?. Trabajo presentado a la «Annual Meeting of the National Association of Asian and Pacific American Education», Chicago, 1983.
Paulston, Ch. B.: Biculturalism: Some Reflections and Speculations. «TESOL Quarterly», vol. 12, 4, pp. 369-380, 1978.
Perlmutter, Ph.: Ethnicity, Education, and Prejudice: The Teaching of Contemplt. «Ethnicity», vol 8, 1, pp. 50-56, 1981.
Seda Bonilla, E.: Ethnic and Bilingual Education for Cultural Pluralism, in «Cultural Pluralism in Eduction: A Mandate for Change». D.S. Madelon; W. P. Hazard and H.N. Rivling (eds.), New York: Appleton-Century-Crofts, 1973.
Seifer, N.: Education and the New Pluralism: A Preliminary Survey of Recent Progress in the 50 States. Trabajo presentado en el «Annual Meeting of the National Coordinating Assembly on Ethnic Studies», Detroit, 1973.
Sleeter, C.E.: Empowerment through Multicultural Education. Suny. New York, 1991.
Sleeter, C.E. and Grant, C.A.: An Analysis of Multicultural Education in the States, in Harvard Educational Review, vol. 57, 4, pp. 421-444. 1987.
- Making Choices for Multicultural Education. Five Approaches to Race, Class, and Gender. Macmillan P.C., New York, 1988.
Smolicz, J.J. Multiculturalism and an Overarching Framework of Values: Some Educational Responses for Ethnically Plural Societies. «European Journal of Education», vol. 19, l, pp. 11-23, 1984
Solomon, I.D.: Strategies for Implementing a Pluralistic Curriculum in the Social Studies. «Social Studies», vol. 79, 6, pp. 256-259, 1988.
St. Lawrence, T.J. and Singleton, J.: Multi-Culturalism in social Context: Conceptual Problems Raised by Educational Policy Issues. Trabajo presentado al Symposium: Toward a Definition of multiculturalism in Education, 7th Annual Meeting of the American Anthropological Association, San Francisco, California, 1975.
Stickel, G.W.: Cultural Pluralism and the Schools: Theoretical Implications for the Promotion of Cultural Pluralism. Trabajo presentado a la «Annual Conference of the American Association of Colleges for Teacher Education». Washington, D.C., 1987.
Strivens, J.: The Morally Educated Person in a Multicultural Society (211-232). «Cultural Diversity and The Schools. Education for Cultural Diversity: Convergence and Divergence». J. Lynch; C. Modgil and S. Modgil (eds.). Vol. 1 The Falmer Press, London, Washington, D.C., 1992.
Strouse, J.: Continuing Themes in Assimilation Through Education. «Equity and Excellence», vol. 23, 1-2. pp. 105-113, 1987.
Taboada Leonetti, I.: From Multicultural to Intercultural: Is it Necessary to Move from One to the Other? (153-166). «Cultural Diversity and The Schools. Education for Cultural Diversity: Convergence and Divergence». J. Lynch; C. Modgil and S. Modgil (eds.). Vol. 1 The Falmer Press. London, Washington, D.C., 1992.
Titley, B.: The Education of the Canadian Indian: The Struggle for Local Control. «Journal of American Indian Eduction», vol. 20, 3, pp. 18-24, 1981.
Trueba, H. T.: Bilingual-Bicultural Education for Chicanos in the Southwest. «Council on Anthropology and Education Quarterly», vol. 5, 3, pp. 8-15, 1974.
Trueba, H. T. (ed.), et al.: Culture and the Bilingual Classroom: Studies in Classroom Ethnography. Illinois University, Urbana. Midwest Organization for Materials Development, 1981.
Valentine, Ch. A.: Deficit, Difference, and Bicultural Models of Afro-American Behavior. «Harvard Educational Review», vol. 41, 2, pp. 137-158,1971.
Wilson, J.: Moral Education, Values Education and Prejudice Reduction (293-306). «Cultural Diversity and The Schools. Prejudice, Polemic or Progress?» J. Lynch; C. Modgil and S. Modgil (eds.) Vol. 2. The Falmer Press. London. Washington, D.C., 1992.
Wolcott, H.: On Ethnographic Intent. «Educational Administration Quarterly», vol. 21, 3, pp. 187-203, 1985.
Wynn, C.: Teacher Competencies for Cultural Diversity, in «Multicultural Education Through Competency-Based Teacher Education». William A. Hunter (ed.). Washington, D.C.: AACTE, 1974.
Youssef, A.; Simpkins, E.: Parent Attitudes on Americanization and Bilingual Education: The Dearborn, Detroit, and Farmington Study. «Bilingual Review», vol. 12. 3, pp. 190-97, 1985.
Zehraoui: Enfants de Maghrebiens au carrefour des cultures en vers une société interculturelle? «Pour Paris», 86, pp. 93-95, 1982.
Zintz, M.: Ulibarri, M.L., and GonzAles, D.: The Implication of Bilingual Education for Developing Multicultural Sensitivy Through Teacher Education. Washington, D.C.: ERIC Clearinghouse on Teacher Education.
Página Principal de la OEI Regresar a Índice Revista 13 Mas información:weboei@oei.es

null